En esta segunda jornada, la responsable de hacer reír al monstruo fue Javiera Contador, quien se sube al escenario de la Quinta Vergara por segunda vez en su carrera.

Luego de la brillante y ovacionada actuación de Andrea Bocelli, el público mostró su desacuerdo por la ausencia de una gaviota de platino para él, pifiando durante todo el intermedio y hasta que fue presentada por los animadores.

Así fue como la intérprete de Quenita Larraín se plantó en el escenario entre pifias y aplausos de sus adeptos que le quisieron dar la oportunidad de presentar su rutina, pero su nerviosismo le fue jugando malas pasadas, se le secó la boca y habló demasiado rápido, lo que resultó en una intermitencia de abucheos y vítores.

Pese a que intentó hacer reír con anécdotas de su familia y un nuevo viaje a Disney, definitivamente, no lograba encontrar el chiste perfecto para hacer reír al público que seguía pidiendo a Bocelli.

La comediante, quien en un momento de la rutina dijo que “entendía que debía irse del escenario” y que esta mala performance sería sólo “una anécdota y aprendizaje en su trayectoria”, dio un giro a su presentación con baile y la gente cedió, especialmente cuando presentó a su familia: los Larraín, de “Casado con hijos”.

Fue la llegada del Nacho, la Titi y el Tito, la que logró calmar al público y hasta consiguió aplausos para la rutina de Contador, quien salió del escenario para transformarse en la Quena Larraín, y así hacer que la familia que encanta a Chile en pleno, lograra que el barco de la humorista no terminara por hundirse.