Reconocen que la necesidad los llevó a incursionar en un trabajo que tradicionalmente pertenece al mundo femenino. Sin embargo, argumentan que incluso pueden hacer mejor el trabajo se asesor del hogar.

778323En nuestro país, que un hombre trabaje de asesor del hogar es más que poco común, es extraño. Sin embargo, hay algunos que frente a la necesidad, no tuvieron miedo al ridículo y no tuvieron miedo de lanzarse al mercado como un “nano”.

Pero esto no quita que hoy a uno de ellos le de vergüenza reconocerlo. Tanto, que ni siquiera quiso dar su nombre de pila. Es estudiante de Ingeniería en Medio Ambiente de la Universidad Santa María, y el año 2011 decidió, luego de mucho pensarlo, en ofrecer sus servicios de aseo por internet.

“Nano para servicio doméstico busca jefa” se titula el anuncio del desesperado estudiante. El texto sigue así: “Cuando un hombre que trabaja busca servicio doméstico, busca una mujer joven, bonita y con un uniforme que le permita mostrar las piernas y el escote. Eso es lo que ofrezco, soy un hombre joven, atractivo y el uniforme lo decide la jefa, según su gusto y además limpio, lavo, plancho, cocino y hago las compras”.
Luego, para convencer a la posible jefa, finaliza el anuncio con la misma pregunta que llevó a nuestro estudiante sin dinero a escribir este anuncio: “¿Por qué no tener un hombre haciendo el servicio doméstico?, ¿por qué no tener un “nano”, que además se vea como a la jefa le guste, para que la envidien las amigas?”.

Técnicas de marketing

El sansano explica que utilizó las técnicas del marketing para llamar la tención de sus clientes. “Pensé en que tenía que ser un anuncio entretenido, que enganchara a la gente”.

Cuenta que aquel verano que decidió convertirse en nano, se encontraba en muy mala situación económica, ya que “durante el año me mantengo haciendo clases de matemáticas, pero nadie quiere estudiar durante el verano”.

Pero, se encontró con que había más de un hombre ofreciendo el mismo servicio. “Pensé que a nadie se la había ocurrido antes, pero habían varias ofertas parecidas así que no fue novedad”, comentó.

Pese a que no era la gran novedad del mercado, pronto llegó la llamada millonaria que le dio trabajo. “Comencé a hacer aseo en la casa de una niña dos veces por semana. Era como una relación de amigos”.

Sin embargo, hoy ni siquiera quiere dar su nombre y menos darse a conocer, ya que le aterra que se burlen de él debido al prejuicio social, ya que hacer el aseo de una casa es tradicionalmente, vinculado con tareas de la mujer.

“Cuándo pensé en hacerlo, lo vi como algo que yo mismo hago en mi casa, pero la verdad es que es muy extraño, pero la niña con que trabajé era joven, de mente abierta y desahogada de sus trabas. Uno tiene un concepto de teleserie, pero para mí fue una pega normal”.

Volver a Chile y ser nano

Walter Alfaro es chileno experto en turismo y gastronomía. Vivió unos quince años en Madrid, España, donde se desarrolló como profesional, pero la crisis económica lo obligó a volver a Chile para ver si encontraba una oportunidad de empleo, y una renta que le permitiera vivir.
El anuncio data del 19 de enero de este año. A diferencia del estudiante de Ingeniería, Walter es breve y sincero: “me ofrezco como nano de casa  particular  puertas  afuera, honrado, disciplinado y educado, para trabajar de lunes  a viernes. Soy honesto en decir es  primera  vez  que me  ofrezco como nano”.

La decisión de volver ya fue arriesgado, por lo que aventurarse en buscar otro rubro era parte de la iniciativa de retornar al país: “Es primera vez, voy a ver como es la realidad de una persona de ese rubro, para ver que tal la experiencia, cómo es la diferencia entre decir un hombre o una mujer”.

Walter cuenta que ya consiguió trabajo en su área, pero que lo siguen llamado para trabajar de nano y no descarta tomar el trabajo si puede hacer ambas cosas. “Ya conseguí empleo, pero uno puede variar los horarios. En la semana trabajo de doce a 1 de la mañana, pero a veces uno se consigue horarios distintos y puede hacer más cosas”.

Aunque no intentó ser un nano en España, en otros países es normal que un hombre trabaje haciendo el aseo en casas particulares y hasta cuide niños.

“El hombre cocina mejor”

Roberto Aracena se fue a Brasil a los 25 años con lo puesto. Tenía un trabajo asegurado, pero cando llegó a tomar su puesto supo que alguien ya estaba ocupando su lugar. “Me vi de brazos cruzados”, cuenta Aracena.

En ese momento, se encontró con una compatriota que trabajaba para el consulado de Canadá, que le contó sobre una oferta de trabajo exclusivamente para un chileno: “Necesitaban a alguien que cuidara al hijo del cónsul de Canadá y de la subsecretaria. Con ayuda, llegué hasta la mansión donde vivían, dije que iba por la oferta de trabajo y me contrataron al instante”.

Ese era el comienzo de los quince años que viviría en Brasilia, capital del país carioca. Aracena debía cuidar al hijo de los diplomáticos, que había nacido “sin plaquetas”, motivo por el cual no podía gatear y menos caminar.

Roberto cuenta que pasaba todo el día con el pequeño Andrés, y logró hacerlo caminar con sogas. “Les mostré a sus padres y quedaron impresionados, se abrazaron hasta las lágrimas”.

Cuenta que además, tuvo que hacer un curso para poder cocinar la comida para el niño. “Si le daba mucho plátano, se ponía amarillo, y así del color según lo que comiera. Si me excedía, se desmayaba y había que llamar a un doctor para compensarlo”.

Tras esa experiencia, fue recomendado a otras familias de diplomáticos. Cuando dejó de trabajar, recibió una indemnización con la cual abrió un restaurante, y luego de varios ires y venires, volvió a Chile.

“En Brasil es un trabajo normal. Aquí no volví a ser nano porque encontré un buen trabajo, pero si hay que hacerlo, hay que hacerlo”.

Aracena dice que incluso el hombre puede hacer mejor el trabajo: “Hay muchos hombres preparados para hacer ese trabajo, el problema es la familia si lo aceptará. Es bien prolijo el hombre, el hombre cocina muy bien, en mi casa las niñas adoran cuando yo cocino”.

Cada vez hay más anuncios en internet dónde hombres se ofrecen para trabajar de amo de casa, o nano como se denominan nuestros entrevistados, pero aún no es algo común como en otros países como Brasil. Sin embargo, la necesidad manda.