Para investigar e intercambiar experiencias sobre su tema de investigación, la desigualdad de género en la carrera académica, se encuentra en la Universidad de Valparaíso, desarrollando una pasantía, la profesora Estrella Montes, doctora © de la Universidad de Salamanca.

La profesora Montes explica que su tesis doctoral pensó hacerla sobre la desigualdad de género en la sociedad, pero decidió abocarse a la academia en consideración a que no hay muchos estudios que aborden ese tema en específico.

“Yo estuve trabajando en Recursos Humanos en una empresa privada, y fue ahí cuando empecé a ver que la mujer no tenía las mismas oportunidades que el hombre en el mercado del trabajo. Decidí hacer la tesis en esa vía, pero mi profesora de tesis me propuso céntrame en la academia. En la universidad española hay muchos estudios sobre este tema, pero son sobre todo del año 2000, y reciente no hay ninguno, porque de pronto se piensa que ya está superado”, señala.

El problema, añade, “es que cuando ves los números, ves que las mujeres no llegan a las máximas categorías en la carrera docente investigadora. En España tenemos profesores ayudantes doctores, contratados doctores, titulares y catedráticos; para hacernos una idea, la medida general de las mujeres sólo está en el veinte por ciento de catedráticas, que es el puesto de mayor reconocimiento, de mayor prestigio dentro de la carrera docente investigadora, y también es el puesto de mayor remuneración, de mayor poder, de mayores privilegios. En la Universidad de Salamanca estamos también en ese veinte por ciento. Asimismo, en España hay muy poquita investigación —y además investigaciones muy concretas, muy pequeñas— sobre por qué las mujeres no acceden a los cargos de gestión. Cuando hablo de cargos de gestión me refiero a los puestos de dirección de carrera; allí los más importantes son las direcciones de institutos, los decanatos y el propio gobierno de la universidad. Hay mujeres, cada vez hay más mujeres, pero sigue habiendo muy pocas mujeres en esos cargos”.

Tres niveles de causalidad

En su investigación, Estrella Montes ha entrevistado a numerosos académicos, hombres y mujeres, de diferente categoría y diferente cargo, en la Universidad de Salamanca. “Los resultados de las entrevistas me dan explicaciones en tres niveles. Primero, está el nivel individual, pues dicen que el problema está en la mujer: ella es la que decide que no quiere acceder a esos puestos, que se conforma con un puesto inferior, o ella, por como ha sido educada, tiene menos ambición, tiene menos confianza en sí misma. Este tipo de explicaciones aparecen tanto en el discurso de hombres como de mujeres”.

Luego, prosigue, “en el lado opuesto, están todas las explicaciones que dicen que el problema está a nivel social: fundamentalmente, no hay distribución de las tareas domésticas ni del cuidado de los hijos a nivel de las familias, esto corresponde a las mujeres y afecta sus carreras, podría pasar en la academia y en cualquier trabajo”.

El tercer nivel corresponde a “las explicaciones que dicen que el problema está en la universidad, con el diseño de la carrera. En España la carrera es docencia, investigación y gestión, y esa carrera está mal diseñada y está pensada por hombres. También hay explicaciones que tienen que ver con que se da diferente valor a la mujer que al hombre dentro de la universidad. Hay ejemplos de micromachismo, de cómo el hombre presenta su superioridad por sobre la mujer, hay ejemplos también de discriminación clara (no se seleccionó al mejor, sino al que se quiso)”.

Añade Estrella Montes que “en mi tesis han cobrado un peso muy importante las explicaciones de la desigualdad de género que tienen que ver con los procesos de selección, en el sentido de que en general se promociona a las personas que queremos, a los que mejor nos caen, las que más favores nos hacen o nos van a hacer. Pongo el ejemplo de un profesor que sea catedrático, que tenga muchos doctorandos, y una vez que esos doctorandos acaben la tesis doctoral los quieran meter al departamento para hacer un grupo de investigación grande y adquirir poder; entonces, en este tipo de relaciones se ejerce influencia para que esas personas sean seleccionadas. Se habla de manera general sobre esto, y muchas veces las mujeres se refieren a que en ese contexto se promociona a los hombres, ya que quienes son catedráticos mayoritariamente son hombres y van a promocionar a otros hombres y no a mujeres”.

Soluciones

Sobre si es posible proponer soluciones tras su investigación, aunque no sea el objetivo de la tesis, la doctoranda señala: “El año pasado me invitaron a hablar sobre este tema en el Parlamento Europeo, y les dije que si nos centramos en que el problema está en la mujer o que el problema está en la sociedad, desde el Parlamento Europeo pueden hacer políticas para afectar al ámbito social, aunque eso es más difícil. Sin embargo, hacer políticas que influyan en la universidad es relativamente sencillo. Si hay ejemplos de micromachismo, si hay ejemplos de discriminación, hay que poner los mecanismos para que las mujeres se empoderen y sean capaces de, cada vez que esto ocurre, denunciarlo, rechazarlo, hacerlo público, hacerlo visible, para que todo el mundo sea consciente de que el problema está ahí”.

La idea sería, entonces, “hacer los mecanismos para que ellas estén seguras, y no sólo para que estén seguras de denunciar, sino para que estén seguras de que no van a tener repercusiones por hablar de cómo se las está tratando. No sólo en el caso de discriminación directa, como en el caso de que le den una plaza a un hombre que correspondía a una mujer, sino desde tener que soportar comentarios y chistes machistas que no vienen al caso, y que te están indirectamente diciendo que tú no vales para el trabajo o que eres menos. En todas estas situaciones, se puede trabajar para que la mujer se empodere. Se puede hacer un diseño de la carrera en el que la maternidad no suponga un problema, porque en mis entrevistas me dicen que la maternidad se ve como un problema, que una mujer que no tenga hijos puede competir relativamente en igualdad de condiciones con un hombre, pero si tiene hijos ya no puede hacerlo. Entonces, es que la carrera no es neutral al género, porque si fuera neutral esto no influiría”.

 Reclamos minimizados

Según señalan las mujeres, en muchos casos cuando se quejan de una situación de discriminación, sus argumentos son minimizados con frases como “está con la regla” o “le falta marido”. Al respecto, la profesora Montes indica que “ese tipo de afirmaciones apuntan a que el problema está en la mujer: si se queja de algo es cosa suya y no le hacemos caso. Lo que pasa es que nadie renuncia a sus privilegios de manera fácil; entonces, cualquier argumento que cualquier mujer utilice para hacer visible su situación, ellos van a tratar de contrarrestarlo”.

Por ello, destaca, “¿qué es feminismo?: feminismo es igualdad, ni más ni menos, igualdad entre hombres y mujeres. ¿Qué es lo que hacen ellos?: pues darle la vuelta. Incluso ahora está muy de moda el término feminazi: esas mujeres que quieren poner sus derechos por encima del hombre y que el feminismo es lo contrario al machismo, cuando no tiene nada que ver. Muchas veces se hace de manera más sutil: dicen que no creen en el feminismo pero sí en el igualitarismo. No es válido: es un argumento para desprestigiar mi ideología precisamente para quitarme la razón”.

Princesas y campeones

Asimismo, comenta Estrella Montes, “entre las explicaciones que ponen el peso de la desigualdad en la sociedad, hay algunas personas que dicen que esto es así por razones históricas: la mujer entró tarde al trabajo y por eso no ha llegado. Y hay estudios que siguen que si seguimos esa tendencia, no llegaremos sino hasta el 2200. Entonces, está claro que no es sólo por eso, sino que hay más cosas que impiden. Pero nadie renuncia a sus privilegios libremente”.

Y luego, dice, “hay otra cuestión: quién nos educa. Yo siempre pongo de ejemplo a mi madre, que tiene cosas muy feministas, pero me educó en la desigualdad, no en la igualdad. Veamos cómo educamos a los niños y cómo estamos reproduciendo estereotipos. Un ejemplo que yo vivo en el garaje de mi casa: una pareja de vecinos tienen un niño y una niña pequeños, que son mellizos; cada vez que se bajan del coche, oigo: ‘abajo campeón, abajo princesa’. Si seguimos educando princesas y campeones, seguiremos teniendo una sociedad de princesas y campeones. Lo que pasa es que luego las princesas dejan de serlo y se ocupan de todas las tareas laborales e intentan hacer una lucha que tiene sus limitaciones, y los hombres siguen siendo campeones, en cualquiera de los ámbitos, con ese reconocimiento de que son niños hasta que se mueren, por decirlo así. Entonces es cuestión de ver cómo se nos está educando”.

Otro punto que destaca la académica es que “para ver la desigualdad de género también hay que tener educación. Yo sigo estudiando el tema y cada vez veo más desigualdad, y cuando empecé la tesis no la veía. Veía la desigualdad como más macro, pero no la veía en cada detalle. Antes, por ejemplo, escuchaba canciones o veía series o anuncios en la televisión, y muchas veces no veía la desigualdad. Y cada vez veo más desigualdad en las canciones, en los video clips, en los anuncios… Incluso muchas veces hay programas que tratan de empoderar a la mujer y que reproducen cuestiones que hacen lo contrario”.

Estrella Montes está viviendo la última de sus seis semanas en Chile, desarrolladas gracias a una beca de intercambio en el extranjero convocada por la Universidad de Salamanca, con universidades con que hubiera convenios, cual es el caso de la UV. Su contacto fue la doctora Elisabeth Simbürger, académica del Instituto de Sociología, quien la acompañó a dar una charla en la Universidad de Chile, en Santiago. La charla que dictó en la UV se tituló “Desigualdad de género en la carrera académica: del foco en la mujer a la universidad como problema”.