Daniel Medforth, un británico de 36 años, casado y con hijos, vivio una de sus perores pesadillas después de consumir 35 píldoras de Viagra de golpe.

Según pudo leerse en el blog The Daily Beast, el pasado 31 de agosto se reunió con varios amigos para celebrar una fiesta. En medio de las briomas y las anécdotas, y seguramente con alguna copa de más, uno de sus amigos le propuso tomar una pastilla de Viagra simplemente para ver qué pasaba.

Lejos de rechazarla, el hombre aceptó gustoso. Y en su estado, quizás no haya sido la mejor decisión. Sin embargo, ni él ni sus amigos midieron las consecuencias y continuó ingiriendo pastillas hasta llegar a la bochornosa cifra de 35.

Nadie pudo poner freno a la situación. Recién el grupo de amigos comenzó a notar que algo no andaba bien con Daniel cuando aparecieron los efectos de la cianopsia: empezó a ver todo lo que le rodeaba con un tono verdoso. Comenzó a padecer mareos y a sentirse descompuesto. Muy asustado, regresó a su domicilio y confesó a su esposa lo que acababa de hacer.

Trasladado a un hospital cercano, Medforth ingresó en un hospital no ya con «una erección permanente» sino más bien con «una excitación incontrolable» cada vez que algo rozaba su entrepierna, según su propio realto.

Aunque agradeció la profesionalidad de los médicos que lo atendieron, el hombre admitió que los profesionales «tenían que aguantarse la risa» cuando se dirigían a él. Los efectos secundarios no fueron más allá de fuertes dolores de cabeza y de estómago; y el imprudente Daniel pudo volver a casa con su familia.

«Me arrepiento de lo que hice. Fue en un momento de risas y no pensé en las consecuencias», explicó afligido el hombre luego de una imprudencia que, tranquilamente, le podria haber ocasionado la muerte.