El 21 de julio del 2016 el senador Francisco Chahuán presentó un proyecto de acuerdo en el que solicitaba a los Ministerios de Justicia y de Transportes y Telecomunicaciones dictar un reglamento que inhibiera las señales telefónicas al interior de las cárceles de nuestro país de manera de limitar la ocurrencia y seguidilla de estafas telefónicas, “cuentos del tío” y delitos que se estaban generando desde los recintos. A esto se fueron sumando una serie de peticiones de agrupaciones de víctimas, parlamentarios y diversas autoridades.

El 2021, la propia Subsecretaría de Prevención del delito elaboró un informe que establecía el considerable aumento de extorsión, tráfico de drogas, estafas y otros delitos cometidos con la coordinación de bandas organizadas al interior de los penales del país. En esa fecha, ya se anunciaba la intervención de seis de estos establecimientos: Acha en Arica, Huachalalume en La Serena, la cárcel de Valparaíso; Santiago I, Colina I y Colina II en la Región Metropolitana.

No obstante, el ministro de Justicia, Luis Cordero, reconoció en estos días que terminó la fase de instalación de inhibidores en tres cárceles de Chile, lo que a juicio del senador RN “es demasiado lento”.

“Si se hubieran instalado cuando lo pedimos, más de la mitad de las estafas y delitos cibernéticos se podría haber evitado. El actuar lento de varios gobiernos ha sido el responsable que miles de familias chilenas hayan sido víctimas. Decir que tres cárceles en Chile están comenzando a instalar inhibidores, parece de verdad una burla. Se deben instalar en todas las cárceles y con mucha mayor premura porque la tecnología existe y se requiere mucho más sentido de urgencia», aseguró el senador Chahuán.

Por último, Chahuán dijo no compartir las advertencias expresadas por el ministro Cordero, sobre que la presencia de inhibidores podría provocar un clima adverso y cambios de conducta entre los internos, indicando que la principal preocupación debe ser proteger a las familias y a las potenciales víctimas de estafas o delitos provocados desde el interior de las cárceles y no si la medida afecta o no a los delincuentes.