Proyecto financiado por el Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social del Gobierno de Chile y del Consejo Regional de Valparaíso


Soy Ximena Gallardo, nací en Punta Arenas y, a los 17 años, me vine a vivir a la V Región. Soy psicóloga clínica de profesión. Estudié en la desaparecida Universidad del Mar y hoy tengo una consulta psicológica en Quilpué, al lado de mi casa.

Terapias por pantalla

Cuando empezó todo esto fue difícil, porque a los seres humanos nos cuesta mucho adaptarnos a los cambios, a veces nos resistimos un poco. Tuve que empezar de a poco con el tema de las video llamadas.

Lo que más ocupo para hacer sesiones es WhatsApp, porque no se complica a la gente con bajar aplicaciones nuevas a su celular o con el uso de otras tecnologías… y de a poquito ha ido funcionando. 

De todos modos, aún hay gente que se resiste un poco y está esperando la nueva normalidad para volver a vernos, para venir a la consulta, pero la gran mayoría se ha ido adaptando.

Esta nueva modalidad tiene sus pros y contras. Por lo menos desde mi punto de vista, la desventaja es que no estás con el paciente frente a frente, cara a cara, sintiendo, acogiendo desde la percepción misma que uno tiene con la presencia física. 

Pero debo confesar que esta forma telemática, a mí por lo menos, me ha permitido, y me imagino que también a otros profesionales, llegar a lugares y personas que nunca pensé alcanzar; porque yo antes de esto, no hacía telemedicina. 

Por ejemplo, ahora estoy atendiendo a gente del sur, del norte, del campo incluso, gente que está en parcelas de Santiago. Las mismas personas que yo trato me van recomendando a sus parientes o conocidos en otras ciudades y así, se me ha abierto un campo diferente de atención. En este sentido, trabajar “por pantalla” es algo beneficioso, un plus distinto en estos tiempos. Hay que verle el lado positivo.

El ánimo y la pandemia

La verdad es que cuesta mucho andar optimista, por lo general, estamos más negativos, nos cuesta menos ver los “peros” de la vida que nos está tocando vivir. 

Aún así, de alguna manera nos obliga a mirarnos a nosotros mismos, a hacernos cargo de nuestra realidad, a escucharnos, a reflexionar más, a hacernos cargo de los procesos que están pasando dentro de nuestro hogar. 

Antes de la llegada del Covid-19, la gente salía a trabajar temprano, llegaba muy tarde de vuelta a casa y cada vez estábamos menos vinculados a lo que sucedía en nuestro hogar. Ahora, con las cuarentenas y el confinamiento, nos hemos visto obligados a estar a cargo de todas estas cosas domésticas.

La terapeuta y el estrés

Como todos, los psicólogos nos enojamos, tenemos malos y buenos días… esto fluye. La verdad es que el estrés fue al comienzo, cuando la cantidad de trabajo bajó y, como soy independiente, mis ingresos se vieron afectados y eso me hizo sentir presión.

Pero uno echa mano a todos los recursos que conoce. Mi familia es chiquitita, yo vivo con mi madre, que es viuda, y con mi hijo. Soy divorciada hace años y tenemos una dinámica los tres. Además, mi consulta queda al lado de mi casa, yo salgo de casa y llego al trabajo. 

Así es que la verdad es que estamos acostumbrados a esta dinámica de estar juntos, lo único que ha cambiado es que mi hijo tiene que asistir a clases telemáticamente y se ha adaptado bien. 

Él se maneja solo… tiene sus tiempos, ya es un lolo de 14 años, entonces ya me puedo despreocupar totalmente de él. Nos apoyamos cuando nos necesitamos, conversamos del día a día, pero eso ya lo hacíamos antes, somos achoclonados los tres.

Lo que se echa de menos es salir a caminar. A nosotros nos encantaba dar paseos por la playa o irnos caminando desde la casa hasta el colegio de mi hijo, entonces esas cosas si han cambiado, se han tenido que reducir, pero nuestra convivencia en sí, no tanto, somos bien hogareños.

Los cuidados del adulto mayor

Yo estaba full pega, porque después del estallido social había bajado la frecuencia de pacientes, y justo cuando había recuperado el peak horas de terapia, llegó la pandemia.

Como mi mamá es asmática crónica, tuve que sopesar lo más importante, priorizar a mi familia, así es que cerré mi consulta en cuanto se decretó la suspensión de clases, a mediados de marzo.

Ella debió duplicar e incluso triplicar los cuidados, porque una simple ida al médico implica todo un ritual distinto, precauciones que antes no tenías. Antes, yo acompañaba a mi madre a sus controles, ahora no se puede entrar acompañado a los centros médicos. Tuvo que empezar a moverse sola…

Las rutinas van cambiando y, al comienzo es muy estresante, porque la verdad es que uno como ser humano tiene que irse acostumbrando, adaptando, como digo yo: evolucionando, porque si no lo hacemos, nos quedamos ahí y lo pasamos mal.

Respecto de las consultas psicológicas, la verdad es que mucho adulto mayor no consulta, eso no quiere decir que no estén padeciendo grandes niveles de estrés por todo esto que está pasando. 

El confinamiento es estresante, pienso en los ancianos que viven solos y que hacen sus cosas solos también, se ven hoy enfrentados a todos estos cambios. En el caso de mi madre, por lo menos no, porque quien sale a comprar, a pagar las cuentas soy yo, yo me muevo afuera. Ella ha tenido que salir en casos puntuales por temas médicos.

Yo creo que el estrés se ve más en el rango etario medio, los que tienen que salir a trabajar y no han parado, porque han tenido que adaptarse a todo lo que va pasando, desde la locomoción: si vas en auto, los tacos que se forman ahora, las congestiones inmensas, la cantidad de horas que tienes que gastar entre ir y volver a tu hogar… si ya era estresante antes, ahora es peor.

La ida a supermercado, algo que era tan rutinario y que incluso, para algunos, era rico, ya es estresante… el tema del ritual de la temperatura, del gel, de mantener la distancia, de estar atentos a las señales… 

Estamos en un proceso de acostumbrarnos a mirar el piso y ver las señales de distancia, acordarse de eso y, también, a lidiar con los temperamentos de las otras personas que tampoco están muy contentas con lo que está pasando y andan más alterados y responden mal, entonces hay un sinnúmero de cambios a los tenemos que ir, de a poco, adaptándonos.

Ser padres en pandemia

En este tiempo he atendido de “todo un poco”, pero los que están más estresados y complicados son los padres y madres de familia, porque de alguna manera toda la rutina que se hacía dentro de la casa, en las aulas y que era toda una jornada, la han tenido que asumir ellos en la casa.

Deben hacer su trabajo más el trabajo del colegio y apoyar a los menores. Sumemos a eso que el niño está lleno de energía, por lo que necesita espacio, correr, socializar… y se va acumulando esa energía y contenerla en casa se hace bastante complicado. 

Desde mi experiencia clínica, los que están sufriendo los estragos del estrés en las casas son los papás. He conversado con varios amigos profesores y me cuentan que los apoderados están bastante desesperados con volver a clases, pero se entiende, porque este ritmo es agotador. 

La situación de que el trabajo se debe hacer a través del computador hace que uno pierda un poco los límites o los horarios y, a veces, todo se confunde, se mezcla, ya no hay horarios fijos, ni de almuerzo, ni de llegada del colegio, ni de ir a dormir y, como los niños no gastan toda su energía, están full a las 11 o 12 de la noche, y los padres quieren descansar, porque al otro día hay que levantarse temprano para trabajar. Entonces, todas esas rutinas que se ven afectadas nos estresan y causan una cantidad de angustia y ansiedad importante.

Consejos para manejar el estrés 

Creo que no existe un manual, estoy convencida de que las terapias son totalmente únicas y dependen de cada una de las personas. Pero sí hay ciertos “tips” que se pueden poner en práctica y que podrían ayudar en este período de adaptación al cambio.

Una de las cosas fundamentales es darle tiempo a todo, de ordenarse un poco, pero también jugar con la flexibilidad, no se puede ser tan rígido. Buscar el tiempo para hacer las cosas, como trabajar y hacer las tareas; pero siempre hay que darse el tiempo para el descanso, para compartir, relajarse, para hacer las cosas en familia, para el ejercicio.

Es importante organizarse, darle tiempo, cabida y espacio a distintas cosas que podamos hacer dentro del confinamiento en nuestro día a día para que no nos estresemos tanto. Es imprescindible escucharnos, escuchar a nuestro cuerpo, nuestras emociones… este tiempo de confinamiento nos invita a eso, a auto reflexionar.

El síndrome de la cabaña

El síndrome de la cabaña ha cobrado bastante auge en estos tiempos en que hay tantos trastornos de ansiedad y fuertes crisis de angustia.

Es este temor a salir, porque de alguna manera nos terminamos acostumbrando a estar encerrados por esta pandemia, a estar en nuestras casas, tranquilos, resguardados y seguros en nuestra “zona de confort”. Este síndrome de la cabaña viene a reflejar todos estos miedos y temores a volver a la realidad, a salir de este espacio que nos cuida y protege, que es nuestro hogar. 

Igual tiene que ver con que somos seres que nos tenemos que ir adaptando. El ser humano ha pasado miles de años en evolución, por lo tanto, esto es parte de ese avance igual.

El tema de la pandemia no es algo a corto plazo, va a seguir. Desde lo personal, yo creo que hay algunas personas más propensas a sufrir este u otros síndromes, porque tiene que ver mucho con las rutinas de las personas, con la forma que tienen de adaptarse, de socializar, de enfrentar el día a día. Hay trastornos que, a veces, están callados, dormidos o en pausa y se exacerban a propósito de esto que está pasando. 

No creo que todos los tengamos que padecer y por eso, es importante ir dándonos estos espacios y no ir al límite de no salir nunca más, sino ir de a poco. Si me cuesta ir al negocio que está al lado, salir a sentarme un rato al balcón, después un rato a la entrada, caminar, pero ir haciéndolo paso a paso, no hacer grandes cambios bruscos para que después no vaya a retroceder y me cueste más salir.

Las personas se pueden dar cuenta si sufren de este síndrome, porque corresponde a miedo y temor a salir. Las personas que están trabajando y no han parado es mucho más difícil que lo padezcan, porque siguen con su rutina. Son quienes han quedado confinados, en especial los adultos mayores, los que están más propensos.

El adulto mayor ha estado encerrado y ha estado más confinado yo creo que cualquiera de nosotros, entonces quizás por ahí pasa que no han podido mediar este paso entre el confinamiento y el exterior y todo lo que está pasando afuera. 

Al comienzo fue estresante para los que seguíamos saliendo ponernos mascarilla, andar con el gel, cuidar qué tocar, que no tocar, mantener distancia, yo creo que todos sufrimos algún dolor estomacal o jaqueca a propósito del estrés o la tensión de tener que enfrentarnos a todo esto externo, que es nuevo y que suena como peligroso o amenazante. 

Entonces todos esos temores se pueden ir juntando y pueden, de alguna manera, hacer más propensa a una persona a que tenga este temor de salir de casa donde se siente resguardado y cuidado.

Aprendiendo de la cuarentena

Lo que más he escuchado, dentro y fuera de la consulta, que se ha valorado en este tiempo son los afectos, se ha apreciado el abrazo, el contacto un fin de semana, ir a almorzar a la casa de familiares o amigos. 

Justamente, lo que no tenemos hoy ha cobrado valor, y corresponde a nuestra libertad de expresarnos, de abrazarnos, de besarnos, de decirnos cuánto nos queremos, de ese contacto, necesitamos de ese contacto físico.

Asimismo, el tema de la libertad con respecto de los viajes, de hacer lo que uno no ha hecho y se ha privado, a veces, por excusas tontas… como que uno se lo cuestiona, hay que hacer las cosas cuando uno siente que hay que hacerlas, no planificar tanto, no pensar tanto, ser un poco más instintivo; es lo que provoca esa ansiedad de libertad, es lo que yo más he escuchado, el tema de los afectos es el que ha cobrado más relevancia en el confinamiento.

Mensaje

Creo que cada uno ha hecho su reflexión, su meditación ahora que hemos tenido más tiempo para nosotros, cada uno ha podido sacar sus aprendizajes, ha valorado de distinta manera lo que tenía y lo que pudo dejar pasar. 

¿Qué es importante? No perdernos, seguirnos escuchando a nosotros mismos desde nuestras necesidades, que es lo que aprendimos en cuarentena, yo creo que eso es importante mantenerlo. 

Ese contacto con nosotros mismos y no olvidarnos que somos seres sociales, que el apapacharnos, el queremos, el abrazarnos y el contactarnos con nosotros mismos es super importante.

Ocupar la tecnología, que gracias a Dios tenemos a mano, para mantener contacto con los demás, aprender a crear nuevas formas para mantener ese contacto, es como evolucionar con la tecnología para no perder ese lazo.

Palabras lindas como empatía en estos tiempos, solidaridad que es tan importante, la resiliencia, la reflexión, esos son mis regalos, más que nada, esas palabras y que cada una les va a sonar de distinta manera en sus vidas a cada uno.

Para contactar con Ximena puede comunicarse al +569 5438 8014 (WhatsApp o llamada), al perfil o Messenger de Facebook Ximena Gallardo (Psicóloga Ximena Gallardo)

 

 


 

Proyecto financiado por el Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social del Gobierno de Chile y del Consejo Regional de Valparaíso

Capítulo 12 – La salud mental a distancia

La psicologa Ximena Gallardo, nos cuenta su experiencia en esta cuarentena por el coronavirus.

Publicado por Diario El Epicentro en Viernes, 21 de agosto de 2020