Las manos están en constante contacto con una gran cantidad de objetos y personas, quedando expuestos a microorganismos que pueden ser perjudiciales para la salud. De esta manera, cuando no se lavan las manos con agua y jabón, las bacterias, virus e incluso parásitos del ambiente, se pueden transmitir más fácilmente, ya sea por contacto directo o indirecto (personas o superficies, respectivamente).

Lavarse las manos es un hábito de higiene personal muy importante, por lo que es fundamental que tanto niños como adultos sepan hacerlo bien y cuando corresponde. Esta medida ayuda a disminuir en un 50% la posibilidad de contagio ambiental, de acuerdo a datos de la OMS.

Por ello, el infectólogo de Clínica Ciudad del Mar, Dr. Werner Jensen, indicó que “el lavado de manos es una medida básica de limpieza, una barrera para evitar y controlar la propagación de agentes infecciosos. Es muy importante inculcar este hábito desde la niñez, de modo que se cree una rutina y conciencia precoz al respecto”,

Por último, el profesional explicó que “los padres cumplen un papel esencial en la incorporación de esta costumbre sencilla y útil a la vida diaria de los niños. Ellos deben enseñarles a sus hijos y dar el ejemplo, en primera instancia, explicándoles que al practicar esta pequeña rutina, se pueden lograr múltiples beneficios para la salud”.