La magnitud de los eventos catastróficos, la anticipación del impacto que pueda llegar a tener y el carácter repentino e impredecible de los acontecimientos generan miedo en las personas, desencadenando una respuesta adaptativa de aumento de ansiedad y preparación para escapar, lo que es normal y útil como mecanismo de defensa ante daños potenciales.

Claudia Badilla, psicóloga de Clínica Ciudad del Mar, sostiene que también existen respuestas ansiosas durante los días siguientes, donde se mantiene la alerta. Posteriormente vienen emociones como la pena, rabia, culpa y disposición a la elaboración de las pérdidas o daños físicos y materiales.

Si bien la mayoría de la población tiene estas reacciones, hay grupos más vulnerables, como las mujeres, niños, adolescentes y ancianos, que pueden experimentar respuestas menos adaptativas, cuyo inicio puede manifestarse inmediatamente e incluso hasta meses después. Asimismo, señala la psicóloga, puede haber descompensación en personas con trastornos psiquiátricos previos.

Consejos para enfrentar estas situaciones

  • Confiar en que la ansiedad es una respuesta adaptativa que tiende a bajar espontáneamente. Por lo tanto, mantener la calma para no llegar al pánico.
  • Asumir un rol activo en el proceso de recuperación, validando nuestras emociones.
  • Contar la experiencia, incorporando los acontecimientos y contenido emocional, es un ejercicio que facilita el proceso mental de asimilación de la experiencia, acomodación del sistema de comportamiento, y logro de volver a un estado de equilibrio de manera natural.
  • Restablecer hábitos básicos alimentación y sueño.
  • Respetar los propios tiempos. Todos viven procesos diferentes, por lo que no hay que apresurar el retorno a la rutina.
  • Evitar pensar en lo que “pudo haber ocurrido”, esto pasa a ser un factor estresante interno que no favorece a la persona.
  • Tener un adecuado manejo de la exposición a las noticias. Esto resulta favorable para tranquilizar y/o movilizar ayuda, asimilar lo ocurrido y generar conciencia social; sin embargo, hay personas a las que les vuelve la angustia y se exponen innecesariamente.
  • Consultar con un especialista en caso de que la sintomatología se mantenga con intensidad por más de un mes después del episodio.
  • Es importante el seguimiento durante los 6 primeros meses, ya que síntomas de estrés postraumático puede aparecer de manera demorada.

¿Qué hacer con los niños?

Hay que tener en cuenta que la manifestación de la ansiedad en los niños es diferente a la de los adultos, ya que suelen presentar síntomas como inquietud psicomotriz, intranquilidad, problemas conductuales, para concentrarse, aumento de ingesta de alimentos, masticarse las uñas de las manos (onicofagia), tics, sobre dependencia física de los padres, temor a separarse o dormir solos, insomnio y conductas regresivas, entre otras.

Tips para los papás

  • Evitar castigos y facilitar la realización de actividades, favoreciendo las horas de juego.
  • Adaptarse a las experiencias del niño, con el fin de facilitar su comprensión y adaptación.
  • Mantener el autocontrol, manifestar la preocupación por la situación y emociones, evitando trasmitir desesperación y pesimismo.
  • Dar seguridad, contención física (abrazos) y emocional e instrucciones certeras. Mostrarles que como adultos hemos pensado en su seguridad.
  • Responder a sus dudas, informando de manera simple y veraz, acorde a su nivel de desarrollo, comenzando por información que ellos ya manejan. Estar dispuesto a responder más de una vez.
  • Validar sus emociones, no negarlas ni minimizarlas, ir enseñándoles a redefinir en positivo situaciones adversas y experimentar esperanza.