Félix Aguirre considera que en las regiones “estamos más retrasados que Santiago” en ciertas temáticas, opinión compartida por el psicólogo Luis Ulloa.

Christian González G.

Nicolas-tiene-2-papás-22 de octubre. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. Santiago. Las autoridades de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji) y del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) portan en sus manos un cuadriforme librillo. “Nicolás tiene dos papás” lleva por nombre este cuento infantil que aborda la diversidad sexual y familias homoparentales. Junto a la publicación llegaron también críticas, halagos y mucho debate en todo el país.

La polémica se generó luego que el texto, financiado por la Unión Europea (UE) y la embajada del Reino de Países Bajos, fuera distribuido en más de 500 jardines infantiles del país, lo que molestó a algunos padres que no quieren que sus hijos lo lean y a algunos legisladores, los que incluso amenazaron con llevar sus reclamos a la Justicia. Y mientras el Gobierno salía a explicar que el libro no era obligatorio, la edición de 3 mil ejemplares se agotó, por lo que pidieron 5 mil unidades más.

¿Regiones conservadoras?

La discusión reabrió el debate sobre si la sociedad chilena está preparada para enfrentar temas valóricos como la adopción homoparental o incluso acerca de las relaciones entre dos personas del mismo sexo. Además, desde algunos sectores políticos y sociales se replantearon la pregunta de si la ciudadanía es tolerante. Otros en tanto, acerca de si la gente de regiones es más conservadora que la que reside en la Metropolitana.

Respecto a este último tópico, el sociólogo de la Universidad de Valparaíso (UV), Félix Aguirre, dijo que “sospecho que como en todo ámbito en este país, en regiones estamos más retrasados que en Santiago. No me quepa duda que es así, es seguro. Esto pasa porque solemos coger el tren con retraso en las regiones y sospecho que en el ámbito de la igualdad de género también. Así y todo, creo que hay que analizar más en profundidad el tema para tener evidencias de que sea así”.

Por su parte, el director de la Escuela de Psicología de la Universidad Santo Tomás (UST) de Viña del Mar, Luis Ulloa, considera que ésta es una situación que perfectamente puede ser posible, lo que atribuye a la cantidad de personas que viven en la capital: “Es muy probable que en las regiones haya más conservadurismo que en Santiago, pero esto es por la densidad de personas, lo que permite que la población sea más diversa, más que mal son casi seis millones de personas. En una capital hay más diversidad, así que puede ser que allá exista un mayor liberalismo”.

Tolerancia

Quien tiene una mirada absolutamente opuesta a las dos planteadas anteriormente es el también sociólogo porteño Arturo Pérez Verde-Ramo, quien considera que es falsa la imagen de que Santiago, por ser capital, signifique que tenga avance sobre las regiones en los temas valóricos. Y justamente para argumentar esta situación dio un ejemplo con lo que sucede medioambientalmente en la Región Metropolitana.

“Si efectivamente la gente de Santiago fuera tan progresista, hace rato ya hubieran frenado el deterioro medioambiental donde viven. Creo que este planteamiento sólo genera confusión. Es más. Creo que mientras más lejos se está de Santiago, más libertades se generan, más espacios de tolerancia hay”, explicó el profesional, quien agregó que “antes se decía que ‘la gente del sur es buena’. Y creo que sí, que tiene razón”.

Poder eclesiástico

Junto a la Constitución de 1925 llegó la separación de los Poderes, donde la Iglesia ya no tenía injerencia sobre las decisiones del Estado.  Pese a esto, la opinión de la religión siempre ha pesado en los cambios de nuestro país: ocurrió tras el golpe de Estado, durante la dictadura, la vuelta a la democracia, y actualmente con los temas valóricos.

Esta situación no gusta al interior del Movilh. Al respecto, su presidente, Rolando Jiménez, expuso que “la Iglesia tiene en nuestro país una injerencia que es inaceptable, pero acá mucha culpa la tiene la misma clase política, la que le otorga el poder de influir en políticas públicas o en las mismas leyes. Por ejemplo, yo me peleé con el senador Hernán Larraín el año pasado porque invitó a iglesias a exponer sobre el Acuerdo de Vida en Pareja (AVP). ¡¿Qué tiene que ver la Iglesia en ese tema?!”.

Jiménez continuó su crítica diciendo que “puedo entender que la Iglesia quiera presentar su exposición en el Congreso sobre las leyes de culto o en temáticas así, pero no en la de uniones civiles. Pero te repito: acá hay mucha responsabilidad de los partidos políticos que mezclan sus visiones religiosas en particular con el quehacer político”.

Similar opinión entregó el sociólogo Félix Aguirre, quien indicó que “no es algo que ocurre sólo en chile, sino que en muchos países de tradición Católica. La opinión de la Iglesia es importante en el contexto de un país con tradición religiosa como éste. Hasta ahí todo bien. El problema es que le damos una extraordinaria importancia a esta opinión, pero no parece que tuvieran la misma tribuna pública otros grupos de presión”. Finalizó su explicación diciendo que “el debate está un poquito desequilibrado”.