El exceso de especialidades médicas suele derivar en varias interconsultas, numerosos exámenes, gastos innecesarios y poca comunicación entre facultativo y paciente. Como consecuencia, muchos chilenos están recurriendo a la medicina alternativa.

Según el informe del ente fiscalizador, las isapres Cruz Blanca junto a la Clínica Ciudad del Mar e Integramédica fueron las instituciones que menos respondieron los reclamos durante el año pasado.

Según el informe del ente fiscalizador, las isapres Cruz Blanca junto a la Clínica Ciudad del Mar e Integramédica fueron las instituciones que menos respondieron los reclamos durante el año pasado.

El concepto de “médico de familia” ha ido desapareciendo por completo del escenario nacional desde que surgieron las especialidades y el sistema de salud pública se transformó en un dolor más en la vida de cientos de chilenos.

Ese doctor que diagnosticaba los más diversos achaques y daba justo en el blanco con un mínimo de exámenes y un equipo básico, ha dado paso al médico impersonal, que concede diez minutos y garabatea una receta dejando al paciente con varias preguntas que no alcanzó a formular. Lo curioso es que esta modalidad express no sólo se produce en los atestados consultorios hospitalarios sino también en las consultas privadas, donde no todos los facultativos se dan el tiempo necesario para escuchar lo que el enfermo tiene que decir sobre sus síntomas, que pueden ser muchos y muy diversos.

Otro de los aspectos humanitarios que se ha ido perdiendo en la medicina actual es el contacto que antiguamente mantenían los médicos con las personas a las que atendían por períodos largos o que requerían un seguimiento después de alguna intervención ambulatoria. Hoy, en la mayoría de los casos, los profesionales tratantes no dan sus teléfonos para las eventuales emergencias que pueden presentarse, y la única opción es acudir  a las salas de emergencia. Si son públicas y es temporada de invierno, la atención es gratuita aunque suele tardar bastante; si se trata de una clínica privada, la espera es más breve y confortable, pero cuesta unos $30.000, dependiendo de la Isapre que tenga el enfermo.

De este orden de cosas resulta fácil deducir que el sistema de Salud, en términos generales, se ha transformado paulatinamente en un negocio más. A mayor número de pacientes, mayor cantidad de bonos, de manera que no es rentable sobrepasar los quince minutos por consulta, y con la práctica de no atender visitas domiciliarias ni llamadas telefónicas, las que ganan son las clínicas particulares, en toda época del año.

Actualmente la bioingeniería ha puesto sofisticados equipos al servicio de la medicina moderna lo que sin duda constituye un valioso aporte para efectuar diagnósticos certeros y minimizar los riesgos en las operaciones quirúrgicas. No obstante, en toda profesión existe un aspecto de carácter humanitario y la aplicación de la  medicina tradicional, en ese sentido, se ha desviado de su orientación social, tal vez porque está demasiado fragmentada y ello puede haber derivado en una pérdida de comunicación empática entre médico y paciente.  Las enfermedades complejas son tratadas por varios médicos que no siempre tienen el panorama completo debido a que no se comunican entre sí y la globalidad de la dolencia les llega a través de un legajo de registros que el paciente acarrea sin entender nada o muy poco sobre su contenido.

El problema es que una disciplina tan estrechamente vinculada al bienestar humano no puede regirse por aquello de que “errar es humano…”, es decir, millones de aciertos y millones de cirugías exitosas desaparecen  ante la opinión pública cuando se produce un solo error, una simple omisión o negligencia, que termina con la vida de un paciente.

Mala praxis.-

La experiencia que tuvo la familia de G.E.M. nunca fue reportada, según lo expresó María Correa: -“Mi mamá fue diagnosticada de un tipo de lupus que requería tratamiento con corticoides, y en unas pocas semanas, a los síntomas que ella tenía antes se añadieron otros que después supimos se debían al uso prolongado de esos fármacos. Comenzamos a deambular de un especialista a otro hasta juntar catorce opiniones que iban agregando nuevos datos a una carpeta repleta de recetas, indicaciones y resultados de exámenes. Cuando el último doctor se dio cuenta de que mi mamá jamás tuvo lupus, ya era demasiado tarde; la cortisona le había dañado varios órganos, y la extraordinaria persona que ella era dejó de existir mucho antes de su fallecimiento.”

En el caso de la nutricionista chilena, Sandra Puig, su enfermedad fue un enigma médico desde que comenzaron sus violentos mareos y vómitos, síntomas que la llevaron a consultar a varios especialistas sin ningún resultado positivo, ya que los exámenes que se le practicaron registraban órganos sanos, incluyendo el aparato auditivo, el cual, a simple vista, no respondía al cuadro clínico de la enfermedad llamada vértigo de Méniére. Sandra describió su peregrinaje como “un calvario” que duró un año y medio, el peor período de su vida, y según declaró, lo peor no eran los mareos sino el trato despectivo o indiferente que le daban algunos  médicos.”Una vez que el examen no acusaba lo que ellos habían diagnosticado, me derivaban a otro sin más ni más. Me sentía abandonada, desechada. Una neuróloga me dijo que yo era una neurótica crónica y me mandó a un psiquiatra.”-  La historia de Sandra terminó en un Centro del Vértigo, en Génova, Italia, donde un connotado experto, tras pacientes sesiones y diversas pruebas, descubrió el origen de los violentos vértigos y la forma de tratarlos.

Testimonios similares no suelen darse a conocer, es más, un alto porcentaje de pacientes descontentos o que han sido víctimas de equivocaciones, no denuncian sus experiencias negativas, ya sea por falta de tiempo, por carencia de recursos para llevar adelante un juicio o simplemente por una suerte de fe ciega en los médicos tratantes. No es inusual que personas tímidas, adultos mayores o pacientes de muy escasos recursos se sientan cohibidos frente al “hombre de blanco” que supuestamente lo sabe todo. Sin embargo, debido a las vivencias individuales negativas,  un creciente número de chilenos está optando por recurrir a procedimientos menos invasivos para recuperarse de algunas enfermedades que presentan un menor  grado de complejidad y por tanto reaccionan favorablemente a tratamientos con métodos y farmacopea natural.

 

Medicina alternativa y complementaria.-

Entre las terapias no tradicionales que surgieron con mayor fuerza en décadas pasadas, la homeopatía es quizás la que goza de mayor popularidad y reconocimiento en Chile. Fue fundada a principios del siglo XIX por el médico alemán Samuel Hahnemann, cuya teoría preconiza que la causa de una enfermedad es similar a su curación, por lo cual el tratamiento fundamentalmente se basa en administrar pequeñas cantidades, muy diluidas, de determinadas sustancias que causan los mismos síntomas de la enfermedad si se ingieren en dosis mayores.  Por principio, la homeopatía no admite la ingesta de dos medicamentos a la vez, ni de una segunda dosis del mismo remedio hasta que la primera ha dejado de actuar.

            Tanto la medicina alternativa como la complementaria consisten en un conjunto diverso de sistemas, prácticas, productos médicos y atención de la salud, todo lo cual no se considera parte de la medicina convencional. Si bien existen algunos datos científicos comprobados sobre las terapias que se utilizan, todavía hay muchas preguntas esenciales

que deben responderse y para ello se requieren años  de pruebas y  estudios científicos bien diseñados. Las dudas que se plantean hasta el momento se refieren a  la seguridad de

los medicamentos y en cierta medida, a la eficacia o real poder curativo que tienen, considerando que si no cumplen su objetivo, podrían acelerar el avance de una enfermedad que no está siendo tratada.

            La medicina complementaria se utiliza conjuntamente con las aplicaciones de la ciencia médica propiamente tal, como es el caso de las técnicas respiratorias y de relajación que se emplean en el trabajo de parto. Respirar “como perrito”, de forma breve y rápida, y aprender a relajar los músculos puede rebajar la sensación de dolor y evitar naturalmente la anestesia epidural.

            La medicina alternativa, por el contrario, se utiliza en lugar de la tradicional, categoría en la cual se inscribe la homeopatía. Un ejemplo de este tipo de terapia es el empleo de una dieta especial para el tratamiento del cáncer en lugar de una cirugía, radiación o quimioterapia prescritos por un médico.  Si bien los métodos homeopáticos son de antigua data y por tanto, sus resultados han demostrado ser confiables, otras alternativas deben ser evaluadas por un doctor en medicina, ya que se trata de tendencias con poco material científico que las respalde.

Sin embargo, se les reconocen algunas ventajas, entre ellas, la de tratar cuerpo y mente en el mismo nivel de relevancia, considerando tanto la enfermedad como el individuo que la padece. Así mismo, el hecho de que la atención sea personalizada logra crear un vínculo de confianza entre el paciente y el terapeuta, quien de manera consciente dedica el tiempo que sea necesario a cada consulta.

            Respecto a la medicación, tanto la medicina alternativa como la complementaria utilizan productos denominados “botánicos”, que incluyen vitaminas, minerales y otras sustancias de origen y procesamientos naturales. También comprende el uso de los probióticos, microorganismos vivos, en general bacterias que se encuentran en ciertos alimentos, como es el caso de los yogures. El uso de los aceites de pescado Omega 3, en niños y adultos también se ha popularizado a nivel mundial.

            En un campo más acotado se ubica la acupuntura, una de las prácticas curativas más antiguas del mundo, la cual consiste en insertar finísimas agujas a través de la piel que luego se manipulan manualmente o por estímulos eléctricos con el fin de llegar a los centros nerviosos que están provocando determinados síntomas.

            El aprendizaje de las terapias alternativas y complementarias requiere de una especialización en centros debidamente autorizados por el ministerio de Salud, y en cuanto a los potenciales pacientes, conviene que se informen de la idoneidad y prestigio de los terapeutas antes de decidirse por alguno.

 

Completamente distinta.-

            Recientemente la medicina antroposófica se dio a conocer en Chile a través de casos comprobados de curaciones en enfermos que no tenían otra salida que una intervención quirúrgica.

¿Qué es la antroposofía? ¿Trata cualquier enfermedad? ¿Es “alternativa”? ¿Qué estudia?   Según la pediatra Carina Vaca Zeller, egresada de la Pontificia Universidad Católica de Chile, no se trata de una opción frente a la ciencia médica, ya que por el contrario reconoce plenamente su validez como exponente del método científico experimental y adhiere a todos sus principios, sin que ello sea obstáculo para que desarrolle terapias que además, tratan las dolencias de manera integral, apuntando al fondo del problema y no sólo a la supresión de los síntomas.

Uno de los propósitos esenciales de la antroposofía es evitar hasta donde sea posible las medidas invasivas como las operaciones y el uso indiscriminado de antibióticos y fármacos químicos en general. En su reemplazo, se utilizan gotas, jarabes y ungüentos de origen vegetal, animal y mineral, procesados de acuerdo a sus respectivas propiedades, las que se han investigado ampliamente con el fin de optimizar sus resultados terapéuticos.

Como disciplina surgió a principios del siglo XX en Suiza, por el trabajo conjunto de la doctora Ita Wegman y el Doctor en Filosofía, Rudolf Steiner, considerado fundador de la ciencia espiritual antroposófica con un grupo de médicos y farmacéuticos que deseaban ampliar la ciencia médica convencional yendo más allá del concepto puramente mecanicista que imperaba en esa época.

A diferencia de las terapias antes descritas, la antroposofía no constituye una alternativa ya que para estudiarla y ejercerla se requieren todos los conocimientos de la medicina universitaria, además de la correspondiente acreditación como profesional de la ciencia médica. En ella se busca, sin embargo, ampliar la visión que sólo abarca aspectos cuantificables en el paciente, incorporando al estudio de su historial clínico, sus hábitos de vida, su biografía, su situación social y familiar y hasta su modo de sentir y de pensar.

Una de las razones por las cuales cada vez más chilenos están recurriendo a la medicina antroposófica es la prevalencia, de año en año, de las enfermedades respiratorias, sobretodo en Santiago. Niños con infecciones  recurrentes como faringitis, bronquitis, tos rebelde y otitis, son tratados sin antibióticos en aquellos casos en que esos fármacos no han logrado suprimir el problema de fondo.

Según lo señaló la pediatra Carina Vaca, es aconsejable dejar que las enfermedades sigan su curso ya que “si se apagan mucho las dolencias agudas, si se suprime la fiebre con antipiréticos, si se administran antitusivos, antiinflamatorios, y otros “anti” lo que se logra es acelerar la aparición de enfermedades crónicas porque el organismo no aprende a defenderse. –“Yo les digo a las mamás que aplicar esta medicina es más difícil: ella y el niño van a tener que soportar la fiebre y mantenerla en un límite que no entrañe peligro. Es posible que pasen tres noches en vela, pero si el niño supera una infección sin compuestos químicos, va a salir fortalecido.”

Sus tratamientos en niños con déficit atencional e hiperactividad han sido especialmente exitosos suprimiendo el Ritalyn y el Aradix, dos medicamentos que hoy muchos padres, incluyendo pediatras y otros especialistas,  están rechazando “porque no quieren ver a sus hijos “dopados todo el día.”-explicó la doctora-  “Ellos perciben que en la medicina tradicional falta algo para completar una visión más amplia del ser humano…”