Por: Eduardo Reyes Frías

La frecuencia con que arriban naves de creciente tamaño demuestra la necesidad de ampliar la capacidad portuaria de Valparaíso. Según las proyecciones, la transferencia de cargas se multiplicará varias veces debido a la globalización del comercio de ultramar. En esa perspectiva, se encuentra abierta una licitación para extender el espigón de Valparaíso mediante una inversión de 300 millones de dólares que permita recibir más buques, especialmente de clase “post panamax” con 335 metros de eslora. El panorama actual se ilustra en la imagen del “Talia”, casco rojo de 200 metros, que el 15 de agosto ocupó casi todo el muelle en descargar 1.980 automóviles.

Una limitante de la extensión del espigón, planificada por Puerto Valparaíso, es que avanza el muellaje hacia oriente fuera de la protección del molo de abrigo. Carlos Manterola, vicepresidente de la Asociación de Agentes de Naves, advierte: “En tales condiciones, la atención portuaria resultaría afectada por marejadas y temporales. La alternativa del desarrollo se debiera localizar en el área del muelle Barón, con la ventaja de su conectividad terrestre. Además, la construcción de un rompeolas se facilita allí por las bajas profundidades.”

En menor dimensión, en acuerdo con el Ministerio de Transportes, se autorizó que la concesionaria de otro terminal – TPS – pueda ampliar 120 metros su frente de atraque con una inversión de US $ 66 millones que estaría ejecutada en el 2015. Será un avance secundario, después que San Antonio ha iniciado la habilitación de cuatro sitios, multipropósitos.

Muelle Prat en la mira

En forma algo sorpresiva ante la opinión pública, trascendió que la empresa TPS plantea la conveniencia futura de extender su propio terminal y conectarlo a la ampliación del espigón. Sin embargo, la idea exige rellenar la poza de abrigo y cerrar el acceso marítimo del Muelle Prat, instalando en cambio una plataforma de respaldo al movimiento de cargas.

A pesar de la ausencia de un proyecto específico, los armadores y tripulantes de las lanchas que realizan turismo náutico en el sector manifestaron su rechazo a dicha intención. La protesta fue acogida igualmente por el alcalde porteño, como lesiva para la identidad de la ciudad.

Juan Alvarado, dirigente del Sindicato de Trabajadores de Lanchas, declara que “hemos señalado a los gerentes de EPV y TPS que un cierre de nuestra base tendría que pagar  indemnizaciones por más de 40 años de servicios.”  La flotilla de 50 unidades, de distintos tamaños, registra 85 miembros sindicalizados. Todas sus operaciones son controladas por la autoridad marítima y se pagan derechos por el área de anclaje y embarque a la Empresa Portuaria.

“Welcome. Hand Craft Shops”. El letrero anuncia la oferta de artesanías de calidad en los 16 locales que complementan la función turística del Muelle Prat, donde un restaurant ostenta el nombre del Bote Salvavidas, otra importante institución porteña.

Marta Briones, pionera de los comerciantes artesanales, reconoce que el cambio de ubicación del terminal de cruceros internacionales ha disminuido la clientela. “Sin embargo, mucho peor sería el alejamiento de las lanchas que ofrecen paseos por la bahía. Ahora seguimos pagando patente municipal y arriendo a la Empresa Portuaria.”

En conjunto, el reducido espacio que ocupa el área del Muelle Prat, donde concurre gran diversidad de públicos, entrega un aporte meritorio en favor de la conciencia marítima nacional. Es un portalón histórico, antesala del monumento naval que distingue a la plaza Sotomayor. Los proyectos de desarrollo deben conjugar los intereses de Valparaíso en su identidad de Ciudad Puerto.