El primer ministro británico, Boris Johnson, anunció que Reino Unido prohibirá la venta de nuevos automóviles y furgonetas con motores diésel y gasolina a partir de 2030, diez años antes de lo que se preveía hasta ahora.

Johnson indicó que esta medida busca acelerar la agenda de la “revolución industrial verde”, la cual acarrearía la creación de cerca 250.000 empleos.

En este sentido, Durante la próxima década, el Ejecutivo británico prevé movilizar 12.000 millones de libras en inversiones públicas hacia sectores que contribuyan al objetivo de alcanzar cero emisiones netas de dióxido de carbono en 2050.

“A pesar de que este año ha tomado una dirección muy diferente de la que esperábamos, no he perdido de vista nuestros ambiciosos planes”, declaró el primer ministro.

“Nuestra revolución industrial verde recibirá la energía de las turbinas de viento en Escocia y el noreste (de Inglaterra), estará impulsada por vehículos eléctricos fabricados en las Midlands (centro de Inglaterra) y por las últimas tecnologías desarrolladas en Gales”, agregó.

El Gobierno asegura que ha mantenido “extensas consultas” con fabricantes y vendedores de vehículos antes de anunciar el futuro veto a los motores diésel y gasolina.

El Reino Unido “ya fabrica una proporción significativa de los vehículos eléctricos en Europa” destacó, situación por la cual ayudará además a la industria con una inversión de 500 millones de libras en cuatro años para impulsar el desarrollo de la producción de baterías.

Finalmente, el jefe de Gobierno adelantó que prevé otorgar 582 millones de libras (más de 700 millones de dólares) en subvenciones para rebajar el precio y estimular la venta de vehículos de cero o «ultrabajas» emisiones.