El Hospital Dr. Gustavo Fricke de la red del Servicio de Salud Viña del Mar Quillota, ha consolidado su programa de Renal desde 2017, con más de 38 pacientes trasplantados de riñón.

Así lo destacó Pablo Riera, Jefe del Servicio de Urología, Trasplante Renal y Procura del establecimiento. “Empezamos un camino que al principio fue complejo, pero fue muy provechoso, y con mucho entusiasmo logramos llegar al año 2018, mucho más afiatados y con mucha más fuerza. Hoy a la fecha llevamos 38 trasplantes realizados, de los cuales 2 se realizaron este año, lo que nos enorgullece porque vemos que hay una respuesta hacia la población, de parte de un hospital que tiene mucho entusiasmo por ayudar a la comunidad en el tema del trasplante renal y la insuficiencia renal”.

Durante este año, el Hospital Dr. Gustavo Fricke busca aumentar su cifra de procuras y trasplantes y así mejorar la calidad de vida de un mayor número de usuarios: “Este año tenemos proyectado aumentar nuestro número de procuras y trasplantes, el año pasado culminamos con 13 trasplantes, además de 20 procuras de órganos. Este año trataremos de superar esta meta. Con el hospital nuevo vienen también nuevas expectativas, ya que es un hospital que tiene todos los adelantos”, indicó.

Trasplante renal: la mejor opción terapéutica

La Dra. Tatiana Aldunate, nefróloga del establecimiento, explicó que para el tratamiento de la insuficiencia renal existen distintas terapias, todas presentes en el Hospital Dr. Gustavo Fricke. “Está la hemodiálisis, la peritoneo diálisis, y la terapia de trasplante. La mejor de todas es el trasplante renal, y las otras pueden ser un puente hacia el trasplante, no sólo por los beneficios en la calidad de vida del paciente, sino en el beneficio fisiológico, el mejor manejo de todos los problemas que causa la enfermedad renal, por un riñón enfermo que no produce una serie de hormonas que participan en muchos sistemas de nuestro organismo”.

Otra de las ventajas del trasplante, es que mejora sustancialmente la calidad de vida del paciente: “El paciente que está en diálisis, es un paciente que debe acudir al centro de diálisis tres veces a la semana, con el trasplante, está más libre de hacer sus quehaceres, no tiene problemas laborales, ni familiares, puede tomar vacaciones, muchas cosas que mejoran la vida y la cambian completamente”, indica del Dr. Riera.

Trabajo coordinado y en equipo

Para que un paciente sea trasplantado de riñón, son muchos los equipos de trabajo que participan en las tres etapas del proceso: la etapa de estudio, el trasplante mismo, y el seguimiento.

En la etapa de estudio o pre-trasplante, son los nefrólogos y los médicos internistas los que nos ayudan a evaluar al paciente para ver que cumpla con los requisitos para asegurar un trasplante exitoso. Además, se incorpora en esa etapa de pre-trasplante, el equipo de psicólogos y psiquiatras que le hacen también una evaluación de salud mental a estos pacientes”, explica la Dra. Aldunate.

Gabriela Cruz, enfermera Coordinadora de Procura y Trasplante Renal, agregó que “en la primera etapa en relación al estudio pre trasplante renal, trabajamos mancomunadamente con los nefrólogos e internistas haciendo todo el estudio que nos permite hacer un check list para evitar riesgos en el paciente, y confirmar que está en las condiciones de recibir un rinón trasplantado”.

Luego, en la etapa de trasplante, por un lado participa el equipo de enfermería, y en el acto mismo del trasplante, interviene el equipo de anestesia y de la Unidad de Paciente Crítico, que es donde el paciente es derivado en las primeras 48 horas luego de la intervención quirúrgica.

Finalmente, la etapa post trasplante el paciente requiere control y manejo médico, donde el equipo de nefrólogos atiende al usuario de forma semanal, de acuerdo a su evolución clínica.

Un cambio brusco

Eduardo Moreno de 41 años, fue diagnosticado con una nefritis crónica e insuficiencia renal a los 32 años. Según él, los excesos, el estrés y el exigente trabajo que desempeñaba en minería como prevencionista de riesgos, con jornadas de hasta 16 horas diarias, provocaron que su salud se deteriorara al punto de necesitar un trasplante de riñón para seguir viviendo.

La enfermedad fue detectada cuando se sometió a exámenes pre ocupacionales en Antofagasta. Recuerda con detalles el día que recibió los resultados: “Me dijeron que mis riñones estaban a punto de colapsar. Fui a un nefrólogo que me dio las malas noticias, que si no me cuidaba, no hacia una dieta y no dejaba el alcohol, el riñón me iba a durar unos meses más. Ese día fue tremendo, no iba poder hacer mi vida normal con una hija en camino”, recuerda.

Eduardo relata que tuvo que adaptar su rutina diaria rápidamente. “Fue un cambio brusco de vida, estaba acostumbrado a los asados, a la buena mesa. Dejé el alcohol de forma definitiva y duré dos años en base a pastillas hasta que el riñón no duro más”. De un momento a otro, Eduardo tuvo que someterse a diálisis. Primero, tres días a la semana durante dos horas. Luego tres hasta llegar a cuatro horas, procesos que fue especialmente difícil no sólo para él, sino también para su familia.

La gran noticia

Era sábado 21 de diciembre de 2019, un día normal para Eduardo. Estaba en plena diálisis, como de costumbre, cuando las enfermeras del centro médico le quitaron la heparina, medicamento utilizado para evitar coágulos en catéteres intravenosos. Recuerda que tenía llamadas perdidas de un número desconocido en el celular, “pero no quise contestar porque no sabía quién era”.

“¡Contesta, que te están llamando para el trasplante!”, le dijeron los funcionarios del establecimiento. Hoy nos cuenta cómo fue ese día tan esperado: “Yo pensé que era broma. Devolví el llamado y era la doctora que me decía que me fuera inmediatamente al hospital, porque había llegado un riñón especialmente para mí”. Se fue al hospital, contento, pero aún incrédulo. “Me paré en el puente Villanelo y pensé ´¿No me estarán bromeando?´”.

Recuerda que todo pasó muy rápido. Siguió su camino hasta el hospital para someterse a la operación que esperaba desde que entró a la lista de espera, hace dos años. “A las 11 am llegó al hospital, a las 12:30 estaba en pabellón y a las 16:00 ya estaba trasplantado. No lo podía creer hasta que me vi operado y ahora como me ven, tres meses después, casi recuperado”, cuenta entre risas.

Eduardo relata que desde aquél entonces, se toma las cosas con humor, de forma más relajada. Camina tranquilo hasta el segundo piso del hospital, a la Unidad de Urología del Hospital Gustavo Fricke. Saluda a las enfermeras y doctores, quienes fueron como su familia durante su recuperación y le realizan un control de rutina. Nos explica que hoy en día “si hay que hacer otra cosa más lo tomo con tranquilidad y alegría, no vale la pena andar enojado. Fue una lección de vida, en minería pasábamos todo el día enojados. Cambié la perspectiva de vida”.

Hoy su proyecto a futuro es estar sano y tranquilo, “quiero una vida más relajada, dedicarme a trabajar en aplicaciones. Ya tengo mi casa propia y ya no necesito más. Quiero tiempo para mí, mi hija, los amigos porque antes no se podía, era puro trabajar”.

Por último, Eduardo hace un llamado a quienes están en espera por un trasplante. “Hagan los trámites para trasplantar, demora pero llega. Siempre hay una oportunidad».