El ahora ex obispo de Valparaíso, Gonzalo Duarte, fue acusado de encubrir casos de abusos sexuales al interior de la Diócesis que lideraba, pero -a diferencia de lo ocurrido con Juan Barros- esta vez las denuncias llegan por parte de miembros de la propia Iglesia Católica de Chile.

El ex seminarista Mauricio Pulgar denunció la existencia de «redes de sexo, drogas y poder» en la Diócesis de Valparaíso, asegurando que Duarte nunca creyó en sus acusaciones.

En concreto, Pulgar acusa al presbítero Humberto Enríquez, de quien dijo que «él me drogó y yo no pude moverme. No me acuerdo de nada, salvo que empecé a sentir un jadeo y era que él estaba ejecutando la violación», agregando que tiene un audio donde «Enríquez confiesa la violación».

Junto a ello, el ex seminarista sostuvo que «el obispo Duarte estaba obsesionado con el tema de la masturbación y con que lo buscaran como un refugio en el caso de que te llegaran a gustar los hombres».

Por su parte, Marcelo Soto, otro ex seminarista, aseguró que «Gonzalo Duarte lo ayudó (a Enríquez) y le dio el permiso para poder trabajar en la Diócesis de San Felipe», añadiendo que tras la violación «pedí hablar con Gonzalo Duarte, pero su secretario Gonzalo Bravo lo impidió y Duarte se negó».

Por tal razón, los ex seminaristas de San Rafael, Sebastián del Río, Marcelo Soto y Mauricio Pulgar, estarían evaluando presentar una querella civil en contra del prelado, por presunto acoso sexual y encubrimiento.

Tras conocer la renuncia de Duarte de la Diócesis de Valparaíso, indicaron que «no estamos conformes, porque el obispo Duarte se vaya por la puerta ancha, sin dar explicaciones ni siendo sancionado».

Finalmente, criticaron que el Papa Francisco les aceptara la renuncia justo un día antes de la llegada de la comisión papal, por lo que pidieron que lo ideal era que «se diera en un contexto distinto y con un gesto del Vaticano, como quitarle los derechos eclesiales dentro de la Iglesia».