Los cánones de belleza no son inmutables, los gustos y las modas cambian. Y ahora, por lo que se ve, en las pasarelas lo del 90-60-90 está muy superado y venden más los reclamos diferentes: modelos femeninos que parecen chicos, chicos que parecen mujeres, maniquís de piel manchada, y no precisamente por la última memez en las redes, el SunBurnArt… La combinatoria llega hasta el infinito y más allá. Para gustos…

De ello da fe una joven modelo que se ha convertido en el talismán de firmas, paradójicamente, bien clásicas: Chanel, Prada, Loewe… «Gremlin», «rata», «duende», «mantis religisa», «Gollum», «alienígena»… Así es como tuvo que soportar que la llamaran antes.

Su nombre de verdad es Molly Bair. Tiene 17 años, cara de niña, ojos enormes, orejas de soplillo, un cuerpo delgadísimo y desgarbado y tantos centímetros como para jugar a baloncesto.

FICHADA POR ELITE

Los de la agencia Elite la ficharon y su bautizo de fuego fue con Channel, en primavera, cuando fue elegida para llevar un vestido de novia. Desde entonces, su singular físico se ha dado a conocer en medio mundo. Una portada para ‘Vogue’ Italia acabó de hacer el resto

La «uniceja con gafas con camiseta de Yoda», tal como ella misma se ha descrito en alguna entrevista fue descubierta a la manera que se descubren las grandes ‘tops’. Casualmente, un cazacalentos topó con ella y se la imaginó triunfando en las pasarelas. Así fue con Gisele Bündchen y, ¿por qué no, con ella?

En su caso, el advenimiento ocurrió cuando curioseaba en un mercadillo de Nueva York; una especie de niña atrapada en un cuerpo de más de 1,80 centímetros no es como para pasar desapercibida.

Para ella, el mundo en el que ahora reina es una «gran comunidad de personas que siempre se han sentido raras, por ser altas y delgadas».

Fuente: elperiodico.com