Para muchos en este mundo descreído, hablar hoy del Cristo Vivo no viene al caso.

Estoy claro en que no faltará el que diga: » ¿Y a este…qué le dio, hablando de cosas espirituales?..».

Pero es que hoy, en medio de tanta agresividad, descalificaciones, insultos, garabatos y violencia, nos hace bien reflexionar sobre Cristo Jesús.
Ya pasó Semana Santa, pero –mal que mal uno también tiene su corazoncito- surge la pregunta: ¿ Si Dios está vivo, por qué entonces le tiramos tan poca bola a este hecho portentoso?.

Mire usted, amigo mío, hay cuarenta largos días previos a la crucifixión en los que la Iglesia nos hace meditar acerca del terrible sacrificio del Maestro.
Nos hablan de su peregrinaje por este Valle de Lágrimas; de los mensajes urbi et orbi, a los suyos y quienes conviven con El; nos hablan de su Pasión y su muerte, todo bien.

Pero no dejo de preguntarme ¿si el Buen Dios resucitó en gloria y majestad, si está vivo y comenzó a manifestarse en vida resucitada a todos quienes con El compartieron, por qué se habla tan poco acerca de este hecho glorioso?
Quiero pensar que los apóstoles, que abandonaron a Jesús y lo dejaron librado a su suerte, tendrían que haber sido muy buenas peras para luego retomar su credo religioso, salir desafiantes al mundo y ….¡morir por esa fe!
¿Qué los hizo cambiar de idea…? Muy simple: vieron al Maestro en vivo y en directo. ¡Estaba muerto y se les apareció ¡vivo!.

Ante un prodigio de ese tipo, cualquiera se va vuelta la chaqueta. Y los apóstoles entendieron el mensaje al punto que después de haber sido tan timoratos se la jugaron toda por su Dios.

Y este Dios Vivo anduvo por aquí y por allá apareciéndose una y otra vez. Fueron cuarenta días de apariciones resucitadas en lo que es Otra Cuaresma.
¿Por qué entonces no poner más el acento en esta “otra cuaresma” que es cien por ciento gloriosa?…para que lo medite.

Nos estamos viendo