corrupcionFiscalización y transparencia, los nuevos desafíos. Un tema que será necesario plantear a los partidos políticos. ¿Cuál es su compromiso en relación con el fortalecimiento de la capacidad fiscalizadora del Estado sobre el mercado y de la ciudadanía sobre los actos del Estado?

Adam Smith, clásico del liberalismo,  señaló que siempre que dos o más personas del mismo rubro se reunían, terminaban perjudicando el interés general. Por su parte, el Banco Mundial ha insistido en la necesidad de que el sistema global funcione con  un Estado moderno, capaz de fiscalizar los actos económicos del mercado, aplicando las actuales tecnologías, pero, por sobre todo, equipos de funcionarios públicos competentes y honestos. Esa sería la única forma de que los mercados funcionen sin distorsiones, prácticas monopólicas o evasión tributaria. Sin una fiscalización eficaz, siempre habrá operadores inescrupulosos que querrán perjudicar el interés general.
La corrupción amenaza constantemente a los organismos públicos y ningún gobierno está exento de este riesgo.Pero también existe en el quehacer empresarial, donde la avivada de quitarle el bulto a los impuestos o las responsabilidades con los consumidores, es una mala práctica extendida. El tráfico de influencias busca torcer la normativa o eludir el cumplimiento de la ley, obteniendo con ello ventajas que rompen la libre competencia. Chile aparece con índices de corrupción mejores que los demás países de la región, pero estos rankings pueden ser engañosos, porque simplemente acá las corruptelas se hilvanan mejor. De allí la necesidad de controles cruzados y que todo el  funcionamiento público sea transparente. El Consejo para la Transparencia ha dado una dura batalla para ir terminando con los ghettos de secretismo. Grandes áreas estratégicas del mundo público, como Codelco, se gestionan sin rendir cuentas y sin  quedar bajo la supervisión de la Contraloría General de la República. La Cámara de Diputados frente a investigaciones importantísimas, que han generado gran expectativa, terminan con acuerdos políticos y los asuntos se van al canasto de los papeles.
Si seguimos el mapa de la corrupción, apenas del último decenio, encontraremos decenas de casos y para mencionar los más representativos, señalemos el MOP GATE y MOP CIADE, en donde se coludieron contratistas con un ente público para acordar sobrevaloración de obras, generando diferencias que volvían a los bolsillos de los entes fiscalizadores. La colusión de las farmacias, el caso de La Polar, los contratos leoninos que se suscribieron con las concesionarias de carreteras; el caso de Ferrocarriles; el Transantiago; las inauguraciones truchas de hospitales; las malversaciones de dineros públicos en diversos municipios del país, las autorizaciones a termoeléctricas que no cumplían normas ambientales, como fue el caso de Campiche, favor concedido a AES Gener el último día de diciembre de 2010, en el gobierno de Bachelet. Y durante estos últimos años se han destapado casos como la denuncia de contrabando de 180 camiones con víveres de Cencosud, declarados como donación cuando eran con fin comercial, para venderlos a la Onemi. También habría que hacer notar la impunidad de las constructoras que engañaron y que provocaron muertes durante el terremoto por colapso de edificios mal construidos. El escándalo de las acreditaciones universitarias, las formas como disfrazaban el lucro, el cierre de la Udelmar, la mayor condonación de la historia que el Director del SII le hizo a Johnson.
La corrupción se evidencia como un cáncer transversal, del que nadie está libre. Como si fuese irremediable que el poder corrompe. Sin embargo, la forma de romper esa tendencia perversa son los equilibrios de poder, la transparencia en la información y el control ciudadano. Resulta increíble que frente a emergencias, como las que vivió Santiago hace un par de semanas por el aluvión del Alto Maipo –donde la causa de base habría sido la intervención en el Alto Maipo, donde se talaron árboles y hubo movimientos de tierras–  2 millones de personas estuviesen un día entero sin agua, mientras Aguas Andinas sólo daba explicaciones. El Intendente de Santiago, Juan Antonio Peribonio, comprometió sanciones por la negligencia demostrada por la Sanitaria.
Chile no quiere seguir tolerando vacas sagradas, está contento con seguir progresando, pero no acepta que siempre estén los delincuentes de cuello y corbata actuando con malas prácticas. El grueso de las personas trabajan de buena fe, pero ésos atornillan al revés, sólo buscan sus intereses y no respetan la ley. Después de estos acontecimientos quedó una gran inquietud en el público: ¿qué tan preparados estamos para contingencias peores, como podría ser un enfrentamiento bélico?
Y debe entenderse que lo que se pide no es más Estado, se pide un mejor Estado, competente y honrado, con atribuciones y recursos para Fiscalizar y que a través de la Transparencia resista el control de la gente y sea responsable al rendir cuentas.
¿Fiscalizar para hacer las cosas bien, con todo el respaldo político de las autoridades o sólo para llegar hasta donde se topen con los intereses de un poderoso?
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