A menos de dos días de la muerte del Papa Francisco, una polémica ha sacudido al Vaticano: el cardenal Angelo Becciu, condenado en 2023 a prisión por su implicación en un escándalo financiero, ha reclamado su derecho a participar en el cónclave que elegirá al nuevo líder de la Iglesia Católica. Aunque fue sancionado por el Papa Francisco en 2020, Becciu insiste en que no existe una prohibición explícita de participar en la elección del nuevo pontífice.

Becciu, que figura como cardenal no elector en los registros oficiales del Vaticano, sostiene que Francisco no le retiró los derechos inherentes al cardenalato, incluido el derecho a votar en el cónclave. En su intervención, declaró: “No pueden negarme ese derecho”, desafiando la interpretación oficial que lo excluye de la elección del nuevo Papa.

El cardenal italiano fue sancionado en 2020 por su implicación en una millonaria inversión inmobiliaria en Londres, que resultó en una de las mayores crisis financieras dentro del Vaticano. Durante la investigación, salieron a la luz donaciones irregulares que Becciu realizó a asociaciones vinculadas con su familia.

A pesar de la controversia, la oficina de prensa del Vaticano ha confirmado que todos los cardenales, incluido Becciu, pueden participar en las congregaciones generales, las reuniones preliminares previas al cónclave, pero precisó que esto no implica autorización para votar en la elección del nuevo Papa.

El caso de Becciu marca un hito histórico, ya que es el primer cardenal llevado ante la justicia penal del Vaticano. Este conflicto sobre su participación se suma a la tensión que rodea el próximo cónclave, donde se espera que 135 cardenales elijan al sucesor de Francisco, mientras se debate si Becciu debe ser incluido en la votación.