Japón anunció que verterá al mar el agua procedente de la accidentada central nuclear de Fukushima una vez tratada,  esto pese a la oposición que suscita el proyecto.

La decisión pone fin a siete años de debate sobre cómo deshacerse del agua de lluvia, de las capas subterráneas o de las inyecciones necesarias para enfriar los núcleos de los reactores nucleares que entraron en fusión como consecuencia del tsunami del 11 de marzo de 2011.

En este sentido, el primer ministro japonés, Yoshihide Suga, dijo que el agua será vertida “después de asegurarse de que se halla a un nivel (de sustancias radiactivas) claramente inferior a los estándares de seguridad”, además añadió que el gobierno tomará “medidas” para impedir que esto perjudique la reputación de la región.

Preocupación local e internacional

Cabe señalar que según el gobierno ha asegurado que la operación sería segura, dado que el agua ha sido tratada utilizando un sistema avanzado de procesamiento de líquidos, o ALPS, para eliminar la mayoría de los contaminantes. Sin embargo, cosas como el tritio radiactivo son difíciles de filtrar.

El plan no sólo enfrenta una fuerte oposición de la industria pesquera japonesa y del público, sino también las dudas de los países vecinos.

República de Corea expresó hoy “graves preocupaciones”, y el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Choi Young-sam, dijo que “será difícil de aceptar si la parte japonesa decide liberar el agua contaminada de la central de energía nuclear de Fukushima sin las consultas suficientes”.