Proyecto financiado por el Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social del Gobierno de Chile y del Consejo Regional de Valparaíso


Soy actor profesional, realizador cinematográfico y profesor de teatro y televisión. Después, y a raíz de una enfermedad de mi esposa tuvimos que dejar de hacer muchas cosas y nos transformamos en microempresarios por accidente.

Tuvimos que encontrar formas para reunir fondos y poder cubrir la enfermedad de Verónica que es cáncer, entonces entre el cuidado que significaba tener a mi esposa enferma y reunir los fondos para poder pagar los medicamentos, el tratamiento (todo esto carísimo) y lograr tener una vida de mejor calidad llegamos a conocer la sal de mar pura como opción beneficiosa para la salud de mi mujer.

El doctor de ese tiempo nos dijo que los baños de sal de mar reducen mucho los dolores y, como es un producto puro, puede ser mezclado con especias como la cúrcuma, el kalanchoe y otras que ayudan a elevar el PH de las personas y colaboran en el combate contra el cáncer y otras enfermedades.

En ese momento teníamos sueldo de profesores. Compré un saco de 25 kilos de sal, lo que enojó a mi señora por gastar lo que no teníamos y yo le dije: vendamos lo que nos sobre, pensando en otras personas que estuvieran enfermas y que quisieran tener una solución a muy bajo costo.

Artesanalmente hice unas bolsitas de género y empezamos a vender por kilo a conocidos y una amiga profesora me invitó a una feria en Quilpué. En esa tarde vendimos 30 bolsas; para un profesor producir 30 mil pesos en un rato era mucho. Además, en este proceso nos fuimos dando cuenta de que ayudábamos a la gente a tener productos naturales, solucionar problemas médicos y a la vez, obtener los recursos que nos ayudaron.

 

El Covid-19 amarra las manos

Así empezó Sal de Mar Verónica, partimos con medio saco de sal de mar natural y en cuatro años de trabajo logramos vender sobre los 20; hasta que comenzó la crisis social mundial y ahí nuestras ventas se fueron para abajo. La pandemia fue peor…

El Covid-19 me hace sentir como preso de una enfermedad, es buscarse la muerte al final, porque yo no puedo salir. Muchos amigos tienen entrega a domicilio; yo no puedo arriesgarme, porque tengo una esposa que en este momento depende de mí.

El Covid es algo que nos está amarrando las manos. Hace tres meses que no tenemos ventas y eso significa que nuestros gastos no están siendo financiados y cada día de cuarentena es como si nos estuvieran tirando un palazo de tierra encima, literalmente nos está matando.

Veníamos de un par de ferias muy importantes a las que fuimos invitados por la calidad de nuestros productos y estábamos prestos a repetirnos el plato en el Boulevard de 14 norte, con todos nuestros medios invertidos para poder cumplir con nuestros clientes, cuando anunciaron la llegada del Covid y las estrictas medidas sanitarias que conllevaría; en nuestro caso la inhabilidad para realizar ferias, por lo que todo lo que íbamos a entregar a los clientes está guardado.

No hemos podido vender, no podemos salir, nuestra venta es presencial, de sentir, tocar, oler… no se puede vender por internet. Tenemos cajas y cajas de productos guardados.

Si me preguntan cómo veo la futura normalidad, puedo decir que es difícil. La gente en este momento está gastando sus ahorros en sobrevivir y es complicado pretender que compren un producto que no pueden catalogar como esencial. Nosotros estamos desfinanciados totalmente, no sé si podré comprar productos en tres meses más. Los impuestos nos están matando. El país se está desangrando de a poquitito y esto arrastra a los emprendedores.

Mejor solidaridad microempresarial que RRSS

Nosotros hemos usado Instagram, como Sal de Mar Verónica hemos comprado publicidad en esta red social para tratar de vender nuestros productos, pero más que todo esto nos ha ayudado a que la gente nos pregunte y nos diga “cuando nos lleguen las lucas les vamos a comprar”. Hemos conseguido más amigos, seguidores, likes, pero no ventas.

De hecho, entre emprendedores nos ayudamos con rifas y nos donamos productos para realizarlas, para poder lograr lo básico de lo que es sobrevivencia, la verdad todo se viene bastante negro, el emprendedor en sí está con la consigna “sálvate como puedas”. No hay algún sistema que nos esté ayudando en este momento.

Se tiene el mito que los emprendedores son casi delincuentes, pero el 90% somos profesionales que hemos salido del sistema de nuestra profesión y hemos creado estas pequeñas empresas para poder solucionar problemáticas que cada uno tiene. En mi caso, yo tengo una esposa que está enferma de cáncer y que hace 4 años está con tratamiento que le cuesta 3,5 millones de pesos mensuales, lo que significa que tengo que sacarme la mugre para juntar ese dinero, porque quiero que mi esposa esté viva. Estamos desesperados, porque no podemos vender nuestros productos, es triste.

Hemos intentado todo, ferias virtuales, rifas (que fue lo que más nos sirvió), ofertas periódicas para poder sacar el stock que tenemos. Nuestra suerte es que nuestro producto no se pierde, porque dura y no se vence.

 

Soy emprendedor, soñador y luchador

Frente al futuro que se nos viene, me he dado cuenta de que hay dos Migueles: uno que le pone la cara a Verónica, ese que no la puede bajonear, que no puede mostrarle lo que está dentro de su corazón, porque si ella está asustada por estar enferma, por la posibilidad de morir, no puede mostrarse débil o temeroso; y el otro, el emprendedor.

Todos aquellos que hemos tomado la ruta del emprendimiento somos tipos porfiados, tenemos ganas de vivir, de luchar. Hemos soportado casi cuatro años de vivir en emprendimiento, por lo que creo que todo esto debería ser otro juego más. No queremos que sea tan largo, porque queremos trabajar, vender, avanzar…

Todo emprendedor es soñador, luchador y quiere que se cumplan los sueños, esperemos que esto resulte y que se detenga en cierto momento….

Me pregunto si el ministro, mañana, dijera que no hay contagiados ¿Qué es lo primero que diría? Y mi respuesta es rápida y absoluta: ¿Cuándo hay feria?, eso sería lo primero que diría. Organicémonos.  Eso diría, sigamos, avancemos, hay que avanzar nomás, no hay que detenernos.


 

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