Este 2019, la ONU —para celebrar el Día Mundial de la Radio— planteó como tema el Diálogo, tolerancia y paz. Lo argumentó así: “Al proporcionar una plataforma para la comunicación y el debate democrático sobre temas de actualidad, como la migración o la violencia contra las mujeres, la radio puede ayudar a sensibilizar y difundir nuevas perspectivas positivas. Asimismo, permite ayudar a difundir la tolerancia y superar las diferencias para reunir a las personas en torno a objetivos y causas comunes, como el derecho a la educación y a la salud para todos.”

De esta manera, los profesionales ligados al ejercicio radial tienen una gran responsabilidad: denunciar, informar, debatir y empoderar a las personas, pero con el respeto que a veces se pierde en las redes sociales. Un buen ejemplo es el rol social que juegan las más de 300 radios comunitarias en Chile que según su propia declaración de misión “buscan constituirse en verdaderas “plazas públicas”, centros de debates y lugar de encuentro de los actores sociales”.

El posicionamiento de las radios comunitarias ha ido de la mano de la evolución de la industria radial y la accesibilidad a otras formas de hacer radio: en los últimos años, el acceso a canales de difusión al alcance de todos, muy particularmente la tecnología de streaming en internet, ha contribuido a potenciar el concepto de comunidad, más allá de una realidad geográfica dada.

Si bien han surgido más de una vez dudas respecto de la vigencia de la radio, primero con la llegada de la televisión, hoy con la “amenaza” de la red, el medio parece adaptarse a los canales de difusión y cobra una fuerza nueva. Noruega apagó su señal de Frecuencia Modulada el año 2017, dando paso a una señal íntegramente digital (DAB, algo similar a la migración de la TV hacia la Televisión Digital Terrestre), pero el formato no muere —al contrario— parece gozar de plena salud: el concepto de radio no ha muerto, solo pasó de la radio “romántica” como habitualmente se les conoce, a simplemente tener nuevos canales de divulgación, que a fin de cuentas proporcionan más acceso y diversidad.

En efecto, la llegada de las radios online, el podcast, y los modelos On-Demand potenciaron la diversificación de los contenidos. Crear una estación de radio online es más asequible que la radio tradicional. Dichas estaciones se dirigen frecuentemente a audiencias más reducidas, que buscan cierta afinidad en los contenidos.

Podemos hablar hoy de democratización de la radio, tal como ocurrió hace unos años con la industria de la producción musical: se promueve la libertad de expresión, el espacio para nuevos nichos comunicacionales. En la actualidad basta tener interés por comunicar y una infraestructura básica para conseguirlo, sorteando barreras económicas y burocráticas que eran muy difíciles de superar hace muy pocos años. Con el cambio en los esquemas de contenidos también es necesario pensar en el modelo de negocios de las radios digitales, ampliar el espectro y buscar financiamiento más allá de la publicidad, por ejemplo, franquicia, crowdfunding, suscripción, entre otros.

Raphael Franca

Director de la Escuela de Sonido, Televisión y Locución.

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