La economía mundial seguirá creciendo a un ritmo estable de aproximadamente el 3 % en 2019 y 2020, en medio de señales de que el crecimiento mundial ha alcanzado su punto máximo. Sin embargo, según el informe de la Situación y perspectivas de la economía mundial (WESP, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas para 2019 presentado hoy, una preocupante combinación de problemas de desarrollo podría socavar aún más el crecimiento.

António Guterres, Secretario General de la ONU, advirtió: «Aunque los indicadores económicos globales siguen siendo mayormente favorables, no cuentan la situación en su totalidad». Afirmó que el informe de la Situación y perspectivas de la economía mundial para 2019 «suscita preocupaciones sobre la sostenibilidad del crecimiento económico mundial ante los crecientes desafíos financieros, sociales y ambientales».

Perspectivas de crecimiento de América Latina y el Caribe

En medio de un entorno externo desafiante, se prevé que América Latina y el Caribe tengan un repunte modesto del crecimiento en 2019-2020. Esto después de un pobre desempeño en 2018, en el que las debilidades de varias de las grandes economías (incluidas las de Argentina, Brasil y la República Bolivariana de Venezuela) afectaron el crecimiento de la región. Se espera que el PIB agregado aumente un 1,7 % en 2019 y un 2,3 % en 2020, frente al 1,0 % estimado en 2018.

En cifras per cápita, el PIB anual de la región se estancó el año pasado. Esto significa que el PIB medio per cápita no ha crecido en cinco años consecutivos, lo que pone de manifiesto la dificultad a la que se enfrenta la región para volver a una senda de crecimiento firme después del desplome de los precios de los productos básicos. Aunque el bajo desempeño del crecimiento agregado refleja un alto nivel de vulnerabilidad ante impactos externos y nacionales en algunas partes de la región, también es indicativo de una deficiencia prolongada y arraigada en la productividad. El prolongado periodo de lento crecimiento económico en la región obstaculiza el progreso hacia la consecución de muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Esto se pone de manifiesto en el reciente aumento del número de personas que viven en situación de pobreza.

Presumiblemente, la recuperación de la región estará impulsada por el fortalecimiento de la actividad económica en América del Sur. Aunque las perspectivas para Argentina y Brasil siguen siendo desafiantes, se espera que las condiciones económicas de estos dos países mejoren de forma gradual durante los próximos dos años. En otros países de la subregión, entre los que se encuentran Bolivia, Chile, Colombia, Paraguay y Perú, las perspectivas de crecimiento continúan siendo favorables en torno a unos fundamentos macroeconómicos sólidos y una firme demanda del sector privado.

Se espera que México y América Central mantengan un crecimiento medio estable y moderado en 2019 y 2020. La subregión continúa beneficiándose del sólido rendimiento de la economía de Estados Unidos. Sin embargo, en muchos países, la actividad económica se ve dificultada por la incertidumbre política y las barreras estructurales. Asimismo, se mantienen las grandes diferencias entre países a nivel individual. Mientras las perspectivas siguen siendo positivas en la República Dominicana y Panamá, las expectativas son poco favorables en otros países, sobre todo en Cuba, El Salvador, Haití y Nicaragua.

En el Caribe, se produjo una recuperación económica moderada en 2018 gracias al crecimiento positivo registrado por Suriname y Trinidad y Tobago, motivado por un mayor nivel de ingresos procedentes de los productos básicos. El crecimiento medio de la subregión seguirá siendo poco favorable en 2019-2020, con distintos obstáculos graves para el desarrollo, como los altos niveles de deuda, los déficits significativos en infraestructuras y las altas tasas de desempleo, especialmente entre los jóvenes.

Riesgos y desafíos políticos

La economía mundial se enfrenta a una confluencia de riesgos que tienen el potencial de alterar gravemente la actividad económica e infligir considerables daños en las perspectivas de desarrollo a largo plazo. Entre estos riesgos, se encuentran: el apoyo menguante al multilateralismo; el incremento de conflictos en las políticas comerciales; la inestabilidad financiera vinculada a elevados niveles de deuda; y el aumento de los riesgos climáticos a medida que el mundo experimenta un número cada vez mayor de fenómenos meteorológicos extremos.

En América Latina y el Caribe existen importantes riesgos hacia la baja en las perspectivas económicas. Un endurecimiento drástico de las condiciones económicas mundiales podría dar lugar a significativas salidas de capitales de la región (especialmente en América del Sur), lo que posiblemente obstaculizaría las perspectivas de inversión y dificultaría la recuperación económica. Otros riesgos están vinculados a una potencial desaceleración de la economía estadounidense, que afectaría en mayor medida a las economías de México, América Central y el Caribe, y a una nueva caída en el precio del petróleo y los metales. Las perspectivas económicas de la región se ven dificultadas también por las limitadas opciones que disponen los países en cuanto a políticas fiscales y monetarias contracíclicas.