«Todos los seres humanos nacen libres e iguales». Tres años después del final de la Segunda Guerra Mundial, con el planeta dividido y luego de ser escenario del ascenso de los fascismos y de los horrores de Auschiwtz, nacía como revulsivo el texto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Fue proclamada en París hace 70 años y fue una mujer, la política estadounidense Eleonor Roosevelt, quien impulsó la aprobación de este documento, al que calificó como «la Carta Magna internacional».