Hijos de presos políticos. Sus padres, nacidos en Kosovo, fueron condenados por participar en manifestaciones contra el Gobierno de Belgrado, Serbia, en medio de la guerra.

Ésta es la historia que comparten Granit Xhaka y Xherdan Shaqiri, dos futbolistas albanokosovares, nacionalizados suizos, que hoy convirtieron los dos goles de la victoria ante nada y más y nada menos que Serbia.

El exilio convirtió al niño Granit en ciudadano suizo, y después en un futbolista que, dos décadas más tarde, y en compañía de Xherdan, tumbarían a Serbia en una Copa del Mundo.

Sus goles, convertidos en Kaliningrado, los acompañaron formando con sus manos el águila bicéfala de la bandera albanesa por la que lucharon sus padres (ver imagen).

El gesto, muy lejos de parecer improvisado, añadió pimienta a uno de los encuentros que más ritmo e intensidad tuvo en todo este Mundial de Rusia, lo que fue destacado por la prensa local.

Cabe indicar que la guerra de Kosovo, registrada entre 1996 y 1999, fue un conflicto entre los independentistas albaneses y las fuerzas de seguridad serbias y -en ese entonces- yugoslavas.

Durante el conflicto, se enfrentaron albaneses con serbios, lo que incluso generó la intervención de países de la OTAN. Esto motivó masivos desplazamientos de la población hacia países vecinos, como Suiza, donde comenzaron una nueva vida, muchas veces en condiciones precarias.