Con una nueva ley de tenencia responsable de animales, el debate en torno a las mascotas se intensificó en los últimos meses en Chile. Las formas y fondos fueron parte de la discusión, pero hay una arista que siempre es bueno recordar cada cierto tiempo y es sobre la importancia de compartir nuestro tiempo con un peludo compañero.

Primero debemos hacer la distinción entre niños y adultos mayores, pues tienen impactos diferentes. En los niños, que son los primeros en pedir incorporar una mascota al hogar, resultan de gran importancia para el desarrollo intelectual y afectivo. Primero les enseña el respeto a la vida y a los animales, junto a la posibilidad de generar hábitos de responsabilidad, derivados del cuidado del ‘animalito’.

Además, las mascotas cumplen un rol que les permite expresar afectos, potenciando su sensibilidad, pero también pueden desarrollar otros rasgos como la tolerancia y comunicación, pues generarán un vínculo que va más allá de las palabras. Por último, si bien es triste, las mascotas con su último suspiro permiten a los niños enfrentarse a la pérdida y a la muerte de un compañero de vida, algo que puede dejar dolorosas pero necesarias enseñanzas.

Respecto a los adultos mayores, los animales son muy importantes en varios aspectos. Son una necesaria compañía, que les ayuda a evitar el sedentarismo y sentirse útiles. También, si reúne las condiciones, les puede transmitir un sentimiento de seguridad y al igual que a los niños, la posibilidad de expresar afecto.

Son una fuerte inyección anímica para olvidar a los posibles fantasmas del pasado y mantener una rutina que les permita afrontar la vida de una forma más alegre. Las vacunas, el alimento, el aseo y en ocasiones los paseos diarios, son parte de las responsabilidades que a las personas de la tercera edad les permiten mantenerse activos.

Nuestros peludos compañeros de hogar son objeto de cuidados y preocupaciones, pero también un mundo de felicidad, compañía y diversión. Grandes, mediamos o chicos, regalones o inquietos, todos despiertan un abanico de sentimientos al llegar a nuestra vida y cuando les toca la hora de partir siempre nos acompañan en nuestra memoria, en un lugar muy especial de nuestros recuerdos. Quienes han podido compartir su vida con un compañero peludo sabes bien de su importancia y quienes no se han dado la oportunidad, nunca es tarde.

 

Ricardo Bascuñán
Académico Facultad de Ciencias Sociales, U. Central