La segunda jornada del Papa Francisco en Myanmar estuvo marcada por el llamado al «respeto por la diversidad étnica como el eje de la construcción de paz».

A su llegada al Centro de Convenciones de Naipyidó, la capital, el sumo pontífice destacó que «las tendencias religiosas no pueden convertirse en una fuente de división de la sociedad».

La jefe de facto del Gobierno de Myanmar, Aung San Suu Kyi, recibió al jerarca católico junto al presidente Htin Kyaw en un encuentro privado, donde conversaron acerca del futuro del país y la necesidad de apostar por la paz mediante la promoción del respeto a los derechos humanos.

Aunque el Papa Francisco no citó en su discurso a la minoría rohingya, tras recomendación de la Iglesia Católica de mantener prudencia ante el tema, fue claro al pedirle al Gobierno y al Ejército que «no excluyan a ningún grupo».

La integración y la reconciliación con las comunidades religiosas fueron las “tareas” que, según Francisco, «debe afrontar Myanmar en la búsqueda de una solución a la crisis humanitaria».