Ya es hora que el agitado debate por el soterramiento eléctrico sugerido para la capital también se traslade a Valparaíso. En medio de estos inusuales días de sol en pleno invierno, decidí llevar a un amigo foráneo a conocer Playa Ancha como una alternativa a los habituales recorridos turísticos por la ciudad.

Ahí estábamos, encaramados subiendo por Quebrada Verde con un helado York en la mano, cuando la imponente vista obligó a detener el recorrido para registrar la panorámica costera con una foto. Errando sin saber, insistí que llegáramos hasta el mirador Marina Mercante para consagrar la postal.

Apenas alcanzamos la cumbre, rápidamente nos apostamos en la baranda para observar el paisaje y poder tomar la anhelada fotografía. Sin embargo, grande fue la sorpresa al descubrir que un par de postes y numerosos cables obstruían la vista, echando por tierra nuestras intenciones y desacreditando, de paso, mis ínfulas de anfitrión.

Además de la contaminación visual, la saturación del tendido eléctrico también conlleva numerosas consecuencias para Valparaíso. Probablemente, menos motosierras y más árboles existirían si los porteños contáramos con un cableado eléctrico subterráneo que, con su diseño, permitiera también que importantes esfuerzos, como la remodelación de este mirador, no quedaran relegados a un segundo plano producto de la falta de planificación.

Ignacio Milies Valdivia

Periodista