Según diversas estimaciones y estudios, cerca de un millón y medio de hombres y mujeres en Chile padece de hipoacusia o disminución de la sensibilidad auditiva, de los cuales 325 mil -el 1,8% de la población del país mayor de dos años- la sufre en forma permanente y de forma moderada a severa.

Es decir, evidencian la pérdida de al menos un tercio de su capacidad para oír y, en algunos casos, necesitan de audífonos u otro tipo de dispositivos para poder interactuar y comunicarse de manera adecuada.

En la región de Valparaíso, en tanto, las cifras proyectadas en el II Encuentro Nacional de Discapacidad dan cuenta que poco más de 160 mil personas presentan hoy algún tipo de deficiencia auditiva y de ellas unas 35 mil exhiben un mayor deterioro.

El tema preocupa a los especialistas nacionales y extranjeros, pues, tal como sucede en otros países y lo viene constatando la Organización Mundial de la Salud, la hipoacusia ha ido en aumento en las últimas décadas, debido especialmente a la mayor exposición al ruido excesivo -que se concentra en ambientes laborales o urbanos cada vez más saturados- y al aumento de la esperanza de vida, ya que el envejecimiento está directamente relacionado con ella.

Los más afectados

Según explica el doctor Eduardo Sáez, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Carlos Van Buren y profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, la hipoacusia es uno de los problemas de salud crónicos más comunes en la población.

“Si bien afecta a personas de todas las edades, quienes más la padecen son los adultos mayores. Se trata de una alteración que hace que la persona perciba el sonido de manera deficiente. En términos anatómicos, puede afectar al oído externo, medio e interno o a las llamadas vías auditivas”, precisa el facultativo.

En efecto, la OMS estima que más de 360 millones de personas en todo el mundo padecen pérdida auditiva discapacitante, la mayoría de los cuales son adultos mayores de 65 años, pero también hay 32 millones de niños.

Además, 1.100 millones de jóvenes entre 12 y 35 años de edad están en riesgo de verse afectados por la pérdida de audición debido a su exposición constante al ruido en contextos recreativos y al uso de ciertas tecnologías.