A siete meses de haber hecho la denuncia en Fiscalía, Sonia Tobar concurrió junto a Jaime Molina al Congreso Nacional en busca de una solución legal frente a la afrenta que sufrió a principios de enero por parte de sus propios compañeros de trabajo, quienes son educadores.

Sonia Tobar es profesora de Educación General Básica con más de 14 años de experiencia en aula, Máster en Evaluación y actualmente trabaja en un colegio particular subvencionado de Viña del Mar, en el sector de Miraflores Alto.

“El día 2 de enero de 2016 estábamos tomándonos un café junto a mi esposo y me empiezan a llegar mensajes por WhatsApp relacionados con el tipo de servicios que ofrecía, y si estaba disponible. La verdad es que no entendía nada y lo dejé un poco de lado, pensando en que podía ser una broma.

Llegando a casa, lo mismo. Un montón de WhatsApp, estás disponible, cuánto cobras. En una de esas conversaciones pedí que me mandaran un pantallazo y, efectivamente, había una publicación en la página de clasificados de Vivastreet, donde supuestamente yo ofrecía servicios de escort, con una fotografía que yo había subido el día anterior a Facebook. Ahí estaban mis datos y ofreciendo servicios de acompañamiento”.

Así comienza el relato y la pesadilla de esta educadora en la Comisión de Amplitud, donde concurrió junto Jaime Molina, sostenedor de The Kingstown School, establecimiento del cual es apoderada.

“Decidimos esa misma noche hacer la denuncia correspondiente y nos fuimos el lunes 4 de enero a la oficina de la PDI que está en Miraflores. Nos la tomaron con la tipificación de “otros hechos” y el subcomisario nos explicó en ese momento que el fiscal a cargo tenía que hacer un filtro para ver qué es lo que era importante. En relación a eso decidimos contactar a personas conocidas, periodistas, personas de la televisión y decidimos hacer el tema público para poder ejercer presión ante la Fiscalía y que se tomara la decisión de investigar”, continúa narrando Sonia.

“Una periodista de La Estrella me tomó la primera declaración, salió en portada el día jueves 7 de enero. Después, fueron pidiendo información y entrevistas los matinales y noticieros. Hasta allí, en ningún instante quise mostrar el rostro queriendo proteger un poco a la comunidad educativa en la que trabajo. Pasado un par de meses se llegó a la dirección IP de donde había salido la publicación, en Curauma, y se me dieron a conocer los nombres de las personas que viven allí, identificando a una que había sido colega mío donde trabajo actualmente. Pasado el tiempo, la fiscal pidió declaraciones y él declaró que efectivamente lo había hecho con un par de personas que trabajan actualmente conmigo, pero la responsabilidad la asumía él totalmente por ser el autor del hecho.

Son todos profesores y las otras dos personas trabajan actualmente conmigo”, indica la profesora.
En cuanto a la evolución de la investigación en Fiscalía, Sonia explica que “actualmente, lo último que supe es que se le tomaron declaraciones a este tipo que todavía no es imputado y la fiscal dentro de este período se supone que debiese decidir si lo formaliza o no en el tema penal. Yo tengo una reunión con ella donde me va a comunicar cuáles han sido los avances de la investigación”.
A su vez, la profesora agradeció la gestión del candidato a concejal Jaime Molina ante la comisión de Amplitud, en que expusieron su caso, con el fin de encontrar guía legal.

“Ahora, se nos recibió junto a don Jaime Molina, quien acogió mi caso. Yo soy apoderada de su colegio, y a él le llamó mucho la atención el tema por el hecho de ser educadores, ambos somos educadores y estas personas también. Entonces, nos propusimos venir al Consejo de Amplitud para exponer el caso y ver si podíamos lograr un apoyo legal y clarificar algunas acciones que yo pudiese decidir tomar más adelante. Creo que fueron escuchadas con bastante tranquilidad, con mucha paciencia, fueron aclaradas muchas dudas y la disposición siempre está dada a poder ayudar, en este caso que soy la víctima”.

En este sentido, Sonia Tobar reflexionó “siempre los alumnos me preguntan si me gusta ser profesora. Yo soy feliz haciendo lo que hago y además me pagan. Creo que la función principal de un educador es educar. El contenido uno lo puede aprender en Internet, en la vida, en libros, pero el educar, el formar a una persona, es importantísimo. Por eso es que quisiera llamar a las personas encargadas de la formación, a los educadores, y decirles que si no tienen la vocación de estar dentro de un aula ni las competencias éticas y morales, que mejor no lo hagan. Porque si nos entrometemos en la vida de un adulto, qué va a pasar con la formación de la vida de un niño. No encuentro lógico que alguien que realmente no quiera estar educando, lo haga. Que nos den el paso, flexibilidad e importancia a quienes sí queremos hacerlo, y así formar a las personas que necesitamos para el futuro”, puntualizó.