Una condena por delitos tributarios mantiene a Jorge González en el Centro de Cumplimiento Penitenciario (CCP) de Los Andes. Pese a lo duro que puede resultar el perder la libertad, este joven ha decidido no bajar los brazos y hacer de estos años una experiencia positiva para él y para quienes se encuentran en la unidad andina.

A pocos meses de haber ingresado al centro penitenciario Jorge comenzó una cruzada que ha involucrado a amigos, familiares y empresarios de la zona, quienes se encuentran colaborando para remozar la biblioteca penal, equipándola con computadores y nuevos libros. Además, y junto a un compañero y nuevo amigo privado de libertad, pintaron e instalaron repisas en el recinto.

Jorge, quien es el actual encargado de la biblioteca junto al cabo José Muñoz, recuerda:

Partimos restaurándola porque había mucha humedad y estaban bien deterioradas las repisas y eso estaba afectando bastante a los libros. Limpiamos toda la biblioteca, la lijamos, la pintamos nuevamente y cambiamos las repisas. Además conseguimos aportes de libros, computadores y artículos para llevar un mejor control.

El Joven de 28 años además destacó el hábito de lectura existente entre los 381 internos de la unidad.

Es sorprendente la capacidad de lectura que tienen los reos, les gusta leer, culturizarse, por lo mismo me llevó a la idea de restaurar y conseguir nuevos libros. Diariamente son alrededor de diez a quince libros (los que se piden en la biblioteca). Es variado el grupo de internos que lee.

El jefe del CCP de Los Andes, teniente coronel Cristóbal Ortega, afirmó:

Siempre vamos a apoyar las iniciativas particulares que vayan en beneficio de nuestros internos, sean propuestas por los propios reclusos o por nuestros funcionarios. En esta unidad existe un hábito de lectura muy arraigado entre la población penal y es muy destacable que uno de ellos lleve adelante esta cruzada. La lectura es una muy buena herramienta para alcanzar la reinserción social y es por ello que siempre entregaré mi apoyo y respaldo para iniciativas de este tipo.

Cabe destacar que los libros que se encontraban repetidos y textos escolares que no eran utilizados fueron regaladosel pasado martes a los menores del Hogar Pablo VI, ubicado en la ciudad de San Felipe.

De esta manera, una condena que podría significar el principio del fin para alguien que por primera vez está tras las rejas, está siendo sinónimo de crecimiento personal y solidaridad.