Por Diego Salomó J (UAI)

forestalEl comedor de Forestal fue fundado hace más de 45 años por el ex senador y empresario Beltrán Urenda, sin embargo por problemas de organización, había cerrado sus puertas en junio. Afortunadamente, el 1 de octubre volvió a recibir a los abuelitos del sector gracias al apoyo de la concejala de Viña del Mar e hija del gestor de la iniciativa, Macarena Urenda, y el aporte económico de la Compañía Marítima Chilena (CMC).

El lugar abre sus puertas a 36 adultos mayores de lunes a viernes, desde las 11 de la mañana hasta las dos de la tarde, y les brinda mucho más que un almuerzo nutritivo, pues los abuelitos reciben sonrisas y compañía, por lo que se ha transformado en un centro social.

“Los abuelos están felices, ellos llegan, saludan, comparten, hablan entre todos, rezan y dan las gracias juntos. Antes no. Comían y se iban”, cuenta Amelia Paredes, quien atiende a los viejitos.

La concejala, Macarena Urenda, está feliz con los resultados, ya que las mesas se llenaron desde el primer día desde su reinauguración, que coincidió con el día nacional del adulto mayor, y comenta que el proyecto solidario recién está comenzando en lo que ha sido un mes de marcha blanca. “Nos hemos arreglado con el presupuesto y concentrado en mejorar la calidad del almuerzo”.

Además, la hija del fundador del comedor, asegura que están en un proceso de mejoramiento. “Estamos arreglando el jardín, compramos vajillas y ollas, celebramos los cumpleaños y colgamos algunos cuadros. Más adelante vamos a reparar algunas cosas y cambiar las bancas”.

El comedor de Forestal atendía a los niños de Forestal en sus inicios, pero ante las iniciativas y becas Junaeb del gobierno para cubrir la alimentación escolar, comenzó a recibir a la tercera edad. “Hay mucha desigualdad y los viejitos son los más desatendidos. Muchos están solos, no trabajan, no tienen familia y fallecen sus amigos”, explica Macarena Urenda.  

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El comedor está a cargo de Violeta y Amelia Paredes, dos hermanas y manipuladoras de alimento que apenas supieron del proyecto se entusiasmaron

Manos de monja

El comedor está a cargo de Violeta y Amelia Paredes, dos hermanas y manipuladoras de alimento que apenas supieron del proyecto se entusiasmaron. “Estamos felices, es algo que nos llena el alma, porque todos los días nos saludan y abrazan. Hemos cambiado su forma de vida, se les hace largo el fin de semana, vienen contentos al comedor, comen cosas ricas, les servimos ensaladas, plato de fondo,  postre y té, café o un agüita de hierbas”, cuenta Violeta.  

Las abuelitas Silvia Varas, Francisca Soto, María Gallardo y María Iris Venegas son parte del grupo que asiste de lunes a viernes al comedor y concuerdan en que la comida es muy rica pero señalan que lo mejor es la buena atención, las sonrisas y el poder compartir, pues para ellas el comedor se ha transformado en un hogar, donde se sienten acompañadas y pueden compartir sus experiencias que “alcanzan para varios reportajes”.

Asimismo, para ofrecer los cuidados especiales que necesita la tercera edad, hicieron un estudio para determinar cuántos son diabéticos o hipertensos, entre otras enfermedades. De todas maneras, Amelia dice que “vinimos a cambiar el antiguo sistema, no se repite el menú, lo trabajamos y estudiamos. Tratamos de cocinar todo bien sanito, con poca sal y usamos endulzante”.

Uno de los principales problemas que han tenido en el comedor es que no hay luz, por lo que “tenemos que comprar cosas que no se echen a perder y una vez a la semana porque tampoco hay mucho espacio para guardar”, cuenta Solange Torres, que trabaja con la concejala y se encarga de las compras y mantención del lugar. Sin embargo, afirma que están tramitando la instalación de energía y eso les ayudará a funcionar mucho mejor.

La concejala Macarena Urenda considera un último cambio, “tenemos pensado hacer una reinauguración porque quiero que este comedor lleve el nombre de mi papá que partió con la iniciativa, Beltrán Urenda Zegers”.