Esta conversación se llevó a cabo entre plumas de palomas que caían sobre las comidas de los internos, llevadas por un centenar de familiares y amigos de éstos en un día de visitas en la cárcel de Valparaíso. Ellos acuden a ver y estar con sus cercanos privados de libertad en el módulo 118 de la cárcel de Valparaíso. Ahí encontramos al ya conocido entre los reos del recinto penitenciario como «El Emilia”, Gonzalo Rojas, el primer condenado por la Ley Emilia.

Gonzalo Rojas es un joven de 27 años de edad, estudiante de último año de Ingeniería Comercial en la Universidad Adolfo Ibáñez, con un amplio historial de ayuda solidaria y que tras verse involucrado en un accidente de tránsito en la madrugada del 21 de septiembre del año pasado, ahora duerme y comparte una celda con dos microtraficantes y dos sujetos condenados por hurto con violencia.

Estas han sido las graves consecuencias para la vida de Rojas, al ser el primer sentenciado por la Ley Emilia a nueve años por el doble delito de atropello con causa de muerte, huída del lugar, y conducción en estado de ebriedad, cargos que aún dejan boquiabierto al culpable, según la justicia de la muerte de Pablo Ascencio.

Una condena que entre los familiares del imputado es considerada injusta y poco clara, ya que, según el núcleo cercano a Gonzalo, “ésta ha sido una manipulación mediática y judicial para imponer por primera vez la Ley Emilia”.

«Conejillo de Indias»

El joven en tanto en una conversación exclusiva con El Epicentro en el patio de visitas de la cárcel de Valparaíso, comentó que se siente como “un conejillo de indias” con la sentencia impuesta por el Tribunal de Garantía de Viña del Mar ya que, señala, “incluso puede ser una acción política, para que vean que la justicia cumple”, comentó Rojas, Osvaldo Rojas, padre del inculpado agregó que “hay pruebas y testimonios de testigos que cambiaron en el transcurso de la investigación para desfavorecer a mi hijo”.

«El Emilia”, como de cariño los reclusos se dirigen a Gonzalo, además comentó que se acogerá lo antes posible a un recurso de apelación para poder reducir la pena de nueve años. “No es posible que un microtraficante, un asesino un ladrón, sean sentenciados a menos años de cárcel que por un accidente que no fue premeditado… aquí vemos que la justicia chilena es desproporcionada”, dijo.

Además el imputado indicó que “yo no digo que no soy culpable. Efectivamente el accidente pasó, pero quiero ser sentenciado por lo que de verdad pasó y no por testimonios modificados y pruebas que no fueron comprobadas”, sentenció.

Anécdotas tras las rejas

Sin duda que las horas tras las rejas se hacen interminables, tiempo que Gonzalo ha destinado a trabajar junto a Gendarmería en el recinto penitenciario, siendo un apoyo debido a sus estudios como ingeniero. Sus tiempos libres los destina a conversar con los reos del recinto penal. Con algunos ha compartido por más de ocho meses, tiempo que se tardó la investigación previa a su sentencia.

En una de estas instancias Rojas indicó haber conocido a un microtraficante reincidente que a modo de reflexión le comentó: “tu tienes una carrera profesional, una familia, un futuro y ahora estás en el mismo lugar que yo (refiriéndose a la cárcel)… afuera tengo tres camionetas, armas y pasaré menos años que tu en la cárcel”.

Uno de los cuestionamientos que constantemente se realiza “El Emilia” es “por qué se encuentra en las mismas condiciones que presos que premeditan sus actos ilícitos, «y ahora soy igual que uno de ellos por un accidente del cual nadie está libre”, dice.

Futuro de un estudiante preso

Gonzalo Rojas quedó con seis ramos para finalizar su carrera de Ingeniería en la Universidad Adolfo Ibáñez y con un hijo de tres años el que no podrá ver por un buen tiempo, situación en la que constantemente pasa sus horas reflexionando. Confesó que aún así, con la enorme carga que pesa sobre su espalda, piensa en continuar sus estudios desde la cárcel y seguir adelante con sus proyectos personales.

El primer imputado por la Ley Emilia, además comentó que “espero salir antes de lo impuesto por el juzgado de garantía de Viña del Mar Yo sé lo que pasó, mi error fue no quedarme en el lugar por miedo a que se me hiciera un arresto ciudadano, pero tampoco es algo que hubiese querido hacer, no ando atropellando gente como en los videojuegos, y pienso que para que haya justicia, primero debe haber perdón por parte de la familia de la víctima, y ya pedí mis disculpas… pero ellos también no deben ser ciegos con lo que pasó realmente, la culpa es compartida, ya que, Pablo Ascencio no cruzó en un lugar habilitado para peatones”, enfatizó Rojas.

Cabe destacar que Gonzalo Rojas mantiene su primera confesión que indica que él no ingirió alcohol previo a manejar su medio de transporte y que consumió bebidas alcohólicas después, al llegar al departamento de su amiga Katherine Antequera, también juzgada por encubrir el estado de ebriedad de Gonzalo al momento del accidente. Ella, al momento del trágico suceso, era la copiloto del sentenciado culpable de la muerte de Pablo Ascencio.