En el marco de los 122 años de vida institucional que este viernes conmemora el Decano del fútbol chileno, siete breves testimonios dan cuenta de la pasión que despierta un equipo no muy amigo de los triunfos permanentes, pero que atrapa para toda la vida.

Un 15 de agosto de 1892, un grupo de jóvenes porteños, entre ellos algunos hijos de inmigrantes ingleses, nunca imaginaron que su creación, en una antigua casa ubicada en lo que es hoy la subida Carampangue de Valparaíso, desataría una pasión duradera e incontrolable.

El nacimiento de Wanderers fue no sólo un acontecimiento deportivo para Valparaíso, sino también un vínculo indestructible entre club y la cuidad, padeciendo ambos los vaivenes políticos, sociales y deportivos que hasta el día de hoy, les mantiene juntos, en un lazo para toda la vida. Quienes abrazan su causa, lo hacen para siempre, sin dobles militancias ni concesiones. Ser wanderino es algo más que el gusto, el clamor o el deseo de que once jugadores vestidos con la verde, ganen en la cancha. Ser wanderino es una postura frente a la vida.

He aquí el testimonio de siete hombres marcados a fuego por esta relación inquebrantable.

EL ARQUERO DEL FUTURO

CASTELLÓNGabriel Castellón, hoy arquero titular del plantel profesional de Wanderers: “Para mi, ser wanderino es ser porteño, impregnarse de la camiseta tal cual lo hacen todos mis compañeros partido a partido. Este apego al club se debe a que todos nos entregamos por entero, queremos siempre dar lo mejor de nosotros por esta institución. Además, está la ligazón con Valparaíso, una ciudad que ha sufrido mucho. El incendio de abril pasado, los terremotos, situaciones que ponen a prueba el temple de la gente del Puerto. Yo me siento orgulloso de ser porteño y wanderino”.

EL FILOSOFO CATURRO

Agustín Squella, abogado, filósofo, ex rector de la Universidad de Valparaíso y autor del libro “Soy del Wanderers (y de SQUELLAValparaíso): “Voy a emplear un lugar común: ser wanderino es una pasión que se adquiere muy temprano y que lejos de disiparse con el transcurso de los años, se incrementa hasta niveles probablemente irracionales a veces. Pero de eso se trata, por el fútbol, desde el punto de vista del hincha, es un espacio para la irracionalidad, para ser otras personas, para comportarse en los estadios de una manera distinta a como lo hacemos en nuestros lugares de trabajo. Para mi Wanderers es como un bolero: Gusta y duele a la vez. Uno escucha un bolero, le gusta pero algo le duele adentro. Así es este club, así ha sido siempre y probablemente sea una de las claves del apasionamiento de sus hinchas. Y también amarra como el hambre, igual que Valparaíso. Wanderers no podría haber nacido en otra ciudad que no sea Valparaíso. Hay una suerte de indisolubilidad entre Wanderers y Valparaíso; no se entiende uno sin el otro”.

LUCHA Y ESFUERZO

VIANAMauricio Viana, arquero del plantel profesional de Wanderers: “Para mi, ser wanderino es ir para adelante, poner huevos (…), tener siempre deseos de ganar, de vencer a la adversidad. Esta camiseta se pega a la piel, porque somos hijos del esfuerzo, del rigor, del sufrimiento. Y eso se asume. El que lo siente así, no merece jugar en este club. Ser de Wanderers además va de la mano con la historia de Valparaíso. Es decir, esfuerzo, lucha, salir adelante siempre”.

EL GRAN CAPITAN

VILLITAMoisés Villarroel, ex capitán de Wanderers y hoy técnico del plantel Sub-15 del Decano: “Para mi ser wanderino es todo. Es mi deporte, mi familia, es mi todo. Nací wanderino y voy a morir siéndolo. Cuando dicen que Wanderers y Valparaíso amarran como el hambre es porque la ciudad y el club son uno solo, es una familia y de ahí el vínculo tan estrecho. Cuando uno nace con la verde en el cuerpo, es difícil cambiar de sentimiento. Y en lo personal, vestir esta camiseta es lo mejor que me pudo haber pasado, ha sido lo máximo, más aún cuando se han obtenido logros importantes que le han dado mucha alegría a la gente de Valparaíso”.

APORTANDO UNA ESTRELLA

ROBLESHéctor Robles, campeón con Wanderers el 2001 y hoy jefe de las divisiones cadetes del club porteño: “Para mi, ser wanderino es entregarse por completo a una causa. Y la causa de un wanderino es social, deportiva, es total. No se puede desconocer el vínculo de Valparaíso con Wanderers. Todo lo que ha sufrido esta ciudad y las alegrías que ha tenido, van de la mano con la historia del club. Tuve la suerte de participar en un goce colectivo como fue el campeonato del 2001, oportunidad en la que le pudimos dar una alegría enorme a la ciudad de Valparaíso y a toda su gente. Hoy que formo parte de staff técnico de la institución, espero estar a la altura de las circunstancias para dar todo de mí a un club que me ha marcado en lo personal y en lo profesional. Yo me empapé de este sentimiento y espero retribuirle al club ese afecto, ayudando a la formación integral de los jóvenes que visten esta camiseta, mejorando día a día en mi labor como entrenador”.

EL “CONVERSOR”

OTTONEErnesto Ottone Fernández, doctor en ciencias políticas, sociólogo y ex asesor presidencial: “Es difícil definir qué es ser wanderino, porque desde que tengo uso de razón lo soy. Mi padre fue wanderino, mi hijo lo es, y recuerdo que a los 4 años yo ya venía al estadio para ver a Wanderers. He “convertido” a varios en wanderinos, como al ex ministro Francisco Vidal, al hijo de José Miguel Inzulza. En definitiva, Wanderers es algo muy fuerte para mí, porque lo he visto toda mi vida. Cuando dicen que este club amarra como el hambre, es verdad. Es el equipo-ciudad por excelencia, no se entiende a Valparaíso sin Wanderers y viceversa. Para los porteños, este aspecto es fundamental, algo muy fuerte”.

VERDE DESDE LA CUNA

LAFRENTZJorge Lafrentz, presidente de Wanderers: “Ser wanderino es pasión, garra, fuerza, sufrimiento, valores que todos quienes amamos a este club, lo sentimos a fuego. Este club es único, para mi el más lindo de Chile, el Decano del fútbol chileno, que representa a una ciudad maravillosa, una ciudad puerto. Un club que tiene una hinchada apasionada, sufrida desde el punto de vista de todas las actividades que desarrolla y que exige al equipo ser protagonista, a veces con demasiado apasionamiento. En lo personal. A mi me sentaron a los 4 años en la galería del viejo estadio Valparaíso y de ahí nunca más me desligué de este amor. Mi padre fue presidente de Wanderers, uno de mis hijos jugó por este club, es decir, soy wanderino por todos lados. Y esté donde esté, ya sea como dirigente o como simple hincha, siempre voy a estar ligado a este club. Mis anhelos son que Wanderers sea campeón y que mantenga una estabilidad de club protagonista permanente de los torneos. Y por supuesto, darle una solidez financiera que permita afianzar su desarrollo deportivo.