Desde Hebrón, Hitler Abu Hammad relata su sufrimiento a manos de los colonos a causa de su nombre y denuncia la violación constante de los derechos de los palestinos por parte de Israel, que los ha confinado a vivir «en una cárcel».

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A Hitler Abu Hammad le pidieron su documentación por primera vez cuando tenía 14 años. «Entonces no poseía identificación, era muy pequeño. Por eso, cuando le dije al oficial cómo me llamaba, pensó que le estaba tomando el pelo», relató Hammad al periódico ‘Diagonal’.

«¿Así que quieres matar israelíes?» le preguntó un oficial del Ejército israelí en el punto de control que cierra el paso a los palestinos que quieren ir a la mezquita de Abraham (en Hebrón). Tras preguntarle su nombre repetidas veces, el oficial se retiró y acto seguido llegaron tres soldados más. «Dos de ellos me agarraron por los brazos para que no pudiese moverme, el tercero cogió su fusil y con la culata me golpeó en la cara con todas sus fuerzas», explicó Hitler. «Ese día perdí la nariz y comprendí la vida que me esperaba», agrega.

«Desde entonces siempre tengo problemas cuando me para algún soldado: me golpean, me intimidan, se burlan de mí… Tengo que enfrentarme a muchas situaciones así por culpa de mi nombre», confiesa.

Según Hammad, sus padres «no sabían qué era lo que había hecho Hitler con los judíos. Solo conocían su nombre, que era una persona importante; en las fotos les parecía que tenía cara de buena persona«, indicó el palestino. «No puedo culparlos», señaló.

Encarcelado por su nombre

Abu Hammad, hoy profesor de inglés en el centro educativo Ja’Bari School, en Hebrón, estuvo recluido en prisión durante el año 2005. «Me encarcelaron por mi nombre, no fue por otra cosa», afirma, si bien confiesa que en aquel momento reunió el valor para decirle a un soldado que estaba dispuesto a convivir con los judíos, pero que «nunca podría respetar la ocupación».

«Todo el mundo es bienvenido aquí, pero no para que ocupen nuestras casas, nos golpeen y nos humillen», insiste el palestino, quien revela: «Tengo dos carnés: el árabe y el israelí, y aun así no puedo moverme libremente por mi ciudad; por mi país. Estamos en una cárcel».