Fotografias: Obispado Valparaiso

Fotografias: Obispado Valparaiso

Con la presencia de autoridades civiles y militares, sacerdotes, pastores, pastoras y representantes de diversas Iglesias y Comunidades Cristianas hermanas y fieles se realizó el décimo Te Deum Ecuménico en la Iglesia Catedral de Valparaíso con el que se dio comienzo oficial a las celebraciones Patrias de este año en Valparaíso.

Mons. Gonzalo Duarte, Obispo de Valparaíso, inició su homilía señalando que “La Patria somos en primer lugar sus habitantes. Nuestros niños y adultos mayores; los padres  y madres de familia; los abuelitos  y abuelitas; los sanos y los enfermos; los chilenos y los extranjeros avecindados entre nosotros. Todos, somos la riqueza más grande de nuestro país. Por todos queremos dar gracias y orar. Es ésta, también, una ocasión propicia para volver a tomar conciencia de que la Patria es obra de todos. Nadie sobra en Chile. Todos nos necesitamos y todos tenemos que aportar, día a día, a la construcción de la Nación Chilena”.

Además, junto con agradecer a Dios por nuestro país y por todos los hombres y mujeres que formamos esta Nación que tanto queremos, reflexionó sobre los momentos muy dolorosos de la historia de Chile. “A pesar del paso de los años hay una herida abierta en el corazón de la Comunidad Nacional. Y hemos experimentado que para llegar a la paz verdadera, que tanto anhelamos, ésta tiene que fundamentarse en la verdad, la justicia y el amor. Sólo entonces llegaremos a la necesaria y deseada reconciliación”.

“Hay aquí un desafío para todos. No debemos caer en el simplismo de decir y afirmar, incluso con contundencia, lo que los otros deben hacer. Cada uno de nosotros debemos preguntarnos, sinceramente, qué podemos y debemos hacer en favor de la paz en Chile”.

“Los Obispos del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile, en nuestro reciente mensaje con ocasión del 11 de septiembre, hemos manifestado: “Verdad, justicia y reconciliación: es el camino que hemos propuesto para una vida digna y una convivencia humanizante. Más que nunca, seguimos creyendo en esta vía, a pesar de las dificultades que se le oponen. Es el camino que Jesús ofrece para alcanzar una Patria grande de hermanos y hermanas. La reconciliación no se impone por decreto sino que brota de un corazón misericordioso. Es nuestra convicción que pequeños gestos personales e institucionales pueden ser vitales para ayudar a sanar heridas y contribuir a una verdadera reconciliación” (“40 años después del golpe de estado: tareas pendientes”, 9 de septiembre de 2013).

“Pero aún quedan más desafíos para “hacer de Chile una Nación de hermanos, donde todos tengan paz, respeto y alegría”, como pedimos en la “Oración por Chile”. Tenemos que comprometernos seriamente en trabajar por la justicia y particularmente por luchar contra la inequidad y las odiosas diferencias sociales, económicas y culturales que se dan en nuestra patria. Nadie puede negar los indudables progresos que se han dado en Chile en las últimas décadas en materia de educación, salud, vivienda y calidad de vida. Pero tampoco podemos negar que se han acentuado en forma escandalosa las desigualdades entre los chilenos”.

Finalizó su homilía, orando con especial cariño “por tantos hermanos y hermanas para quienes estos días de fiesta son días de gran trabajo, precisamente para que nosotros podamos festejar en paz: quienes cumplen turnos en los servicios públicos y de ayuda a la comunidad; en el resguardo del orden y la seguridad; en la atención de los lugares de festejos, etc.”