Eliminada en cuartos de final a manos del poderoso elenco de Ghana –el “Brasil” de África, para muchos- la escuadra adiestrada por Mario Salas dejó algunas situaciones dignas de analizar, para bien y para mal.

Chile vs Paraguay  Sub 20Partiendo de la base que el propio Mario Salas, antes de partir a Turquía, advirtió que Chile no puede sentirse superior a ninguna selección rival -porque no se tiene la tradición, los títulos ni la categoría para asumirse como potencia futbolística-, lo hecho por la Sub-20 en el Mundial debiera dejar satisfecho al medio. Alcanzar cuartos de final, cuando a nivel local, los campeonatos de cadetes no son lo suficientemente fuertes, no existe un continuo roce internacional de los planteles de los clubes ni tampoco una exigencia mayor para progresar fuitbolísticamente, asoma como meritorio, sobre todo en el afán de Mario Salas, de darle una cierta identidad futbolística al equipo nacional, más allá de lo complejo que fue conseguir un padrón de juego que le diera a Chile un fútbol más consistente.

Lo bueno

El paso de la Sub-20 por el Mundial, confirmó las capacidades de algunos jugadores. Nicolás Castillo por ejemplo, goleador del cuadro nacional (4 conquistas), sumó bonos para que su cuadro, la Universidad Católica, refrende los US$ 8 millones que pide por su pase. Potente, de buen juego aéreo y con gran capacidad física, puede llegar a convertirse en un referente ofensivo de la Roja adulta, a corto plazo. Lo mismo para Ángelo Henriquez, quien apareció en toda su magnitud ante Ghana, pero a lo largo del certamen, pese a no estar en su puesto habitual, siempre se las arregló para genera peligro. Requiere eso si, de mayor continuidad en la liga inglesa, sea en el Manchester City o al club donde sea cedido, eventuanente. Cristián Bravo esta en la misma cuerda de Nicolás Castillo, respecto de sus capacidades ofensivas. Su crecimiento futbolístico debe consolidarlo en el Inter Zapresic de Croacia, para ver si se convierte en el referente de área que Chile requiere en selecciones futuras.

Párrafo aparte para el wanderino Andrés Robles, quien sin descollar y en un puesto donde no juega habitualamente –en su club al menos-, fue uno de los más regulares en la defensa chilena. Por algo, el Villareal de España habrá reflotado la opción de adquirir su pase.

Menciones honrosas para el portero Darío Melo, Sebastian Martínez, César Fuentes e Igor Lichnovsky, quienes ojalá tengan la continuidad necesaria en sus clubes, para que maduren futbolísticamente y se conviertan en jugadores hechos y derechos.

Y para Mario Salas, el reconocimiento a su convicción de querer plasmar una identidad de juego, que Chile no tiene. Más allá de las desprolijidades de un plantel que no fue del todo equilibrado y que por ende, no permite el éxito inmediato de un esquema determinado, el viñamarino siempre fue propositivo, quiso que su equipo mirase siempre el arco rival, sin mirar en menos a sus antagonistas, y buscando el trato pulcro y rápido al balón. Hay una ideario que debiera convertirse en padrón en el mediano plazo.

Lo Malo

Obviamente, la dolorosa eliminación a manos de Ghana, la falta de consistencia futbolística y ofensiva, y alguna rigidez del técnico Mario Salas en cuanto a flexibilizar la propuesta futbolística de Chile, asoman como elementos negativos en la aventura mundialista de la Sub-20 en Turquía. Los goles perdidos por Castillo y Henríquez, las lagunas en que cayó el equipo a la hora de marcar diferencias sobre rivales teóricamente inferiores –Inglaterra por ejemplo, en la fase de grupos- y varios yerros táctico-defensivos (los goles que marcó Irak por ejemplo), fueron algunos puntos negativos de un equipo que siempre demostró más de lo que insinuó. Acaso el duelo con Croacia y gran parte del desempeño cumplido ante Ghana, marcaron lo que este equipo pudo dar futbolísticamente hablando, pero claramente, no bastó.

Lo Feo

Los rendimientos individuales de algunos jugadores de esta Sub-20, dejanron en claro que no están a la altura de los grandes desafíos. Cristián Cuevas es el estandarte en este sentido, jugador que a despecho de su juventud (tiene 18 años), aún no dimensiona el mundo que tiene por delante opara consolidarse como un gran deportista. Bryan Rabello también entra entre las decepciones de la Sub-20, al nmo cuajar actuaciones que le erigieran como el conductor de fuste que el equipo requería. Lo mismo para Nicolás Maturana, otro que rindió por debajo de lo esperado en este Mundial.

Punto aparte para el medio periodístico: Crear falsas expectativas sobre las posibilidades que tenía Chile de ser campeón mundial, no hace sino poner una cuota más de descrédito a la prensa deportiva. Se requiere más cultura deportiva, más conocimiento especializado, y por sobre todo, más equilibrio en el análisis a la hora de comentar un resultado de la selección; opinar sin camiseta, sin descalificaciones y sin darle demasiado espacio a quienes desde Chile, se ensañaron con el técnico Mario Salas respecto de su propuesta táctica, y hasta por sus simpatías por el Ché Guevara.

Si hay algo que caracteriza a cierto sector de la prensa deportiva de nuestro país, es su bipolaridad: Cuando ganamos somos mejores que Brasil; cuando perdemos, más malos que las Islas Feroe…Somos Chile no más, una nación emergente, futbolísticamente hablando…