-Animales selváticos en cautiverio nunca serán los mismos: pierden masa muscular, sufren de estrés y otras enfermedades causadas por el encierro.

-Enorme tigre, avecindado en Quilpué, arrancó lágrimas a turista sensitiva..

-Zoológicos de Australia y Brasil mantienen a sus ejemplares en grandes y frescos predios, profusamente arbolados y a considerable distancia del público.

 Cuando un ser humano se halla en medio de una crisis y recorre  cabizbajo el largo y ancho de una habitación, se dice “que se pasea como león enjaulado”. Esta expresión resume en sí misma lo poco natural del hecho de introducir en un espacio a todas luces estrecho e inadecuado, a enormes animales selváticos cuyo hábitat no es posible reproducir sino medianamente, sobre todo en países que no cuentan con recursos suficientes para implementar reservas naturales, a la altura de los zoológicos más desarrollados del mundo.

 No obstante, ni siquiera aquellos que han recreado  mejores ambientes artificiales, logran solucionar exitosamente todos los inconvenientes derivados del cautiverio de las especies salvajes. Ello constituye una lucha permanente, por cuanto los factores  que afectan a estos bellos ejemplares se reducen a un solo concepto fundamental: la privación de la libertad, que les acarrea clautrofobia, estrés, tristeza crónica e inapetencia.

            Estas y otras patologías originadas por el encierro, se han agrupado bajo el nombre de zoocosis y se manifiestan a través de trastornos tales como caminar constantemente o en círculos, al interior de la jaula, sacudir la cabeza de forma repetitiva, golpearse contra los barrotes y morderse la cola o las patas. Las iguanas y camaleones suelen desarrollar anorexia.

            La reproducción en cautividad también constituye un problema recurrente ya que es muy probable que se inhiba el instinto normal del cortejo del macho y por tanto que el apareamiento de la pareja no llegue a producirse. Según zoólogos expertos, el cambio del entorno natural a uno hechizo puede provocar desde una atrofia sexual hasta una degeneración genética por la cruza reiterada entre pares que se encuentran en número y ambiente reducido. De ahí que el nacimiento de una cría, en especial si se trata de especies escasas o más valoradas, sea noticia de interés en los medios de comunicación.

            Pero más allá de esas evidencias físicas subyace una filosofía que no proviene del Hombre ni de su ordenamiento jurídico toda vez que la Libertad es un bien primitivo, originario, que de manera natural abarca a los animales no domesticados, aquellos que viven en estado salvaje y en consecuencia, la única forma de obtenerlos es mediante la captura, ya sea utilizando tranquilizantes disparados a distancia, o redes ocultas en el suelo selvático.

            El destino de las imponentes especies atrapadas depende de las intenciones de sus captores. El tráfico y la venta de esos animales constituyen un excelente negocio, con muchas ramificaciones y escasos reglamentos, de manera que pueden ingresar a circos grandes o pequeños y llevar allí una vida miserable, o en el mejor de los casos, a un zoológico que ya ha sacado cuentas felices con respecto a su inversión y lo que ésta redituará en términos de visitantes y cobro de entradas.

La parafernalia de los zoos.-

 

            El sitio web del Zoológico Nacional de Chile permite leer e imprimir al menos unas dos páginas  sobre las maravillas  que ofrece el lugar  denominado  “Parque Metropolitano

de Santiago”.  Su finalidad se auto describe como  “recreativa y educativa  respecto  de  la

fauna nativa y exótica” y también se refiere a sus “programas de conservación de especies nativas amenazadas e investigación científica con el objeto de contribuir a la conservación de la biodiversidad e intercambiar conocimientos con otros zoológicos, que luego se compartirán con el público.”

            Es decir, la descripción amarra todos los puntos que podrían justificar ampliamente la tenencia de ejemplares selváticos y dejar a todo el mundo contento, inclusive a los animales, pero la cosa dista de ser tan “redondita” y cada vez suman más las personas que recorrieron el recinto una vez, tal vez dos, y que juraron nunca más volver.

            Macarena Carrasco representa muy bien a los visitantes que de observadores pasaron a ser detractores de las junglas en conserva, cuyo prestigio  no siempre corresponde a la  realidad que viven las especies denominadas “exóticas”, extraídas de umbrosas selvas cuando no de parajes lejanos e irreproducibles como los hielos antárticos.

            -Lo más patético es el león.-señaló Macarena-No sé si eso habrá cambiado desde el año 2010 en que llevé a mi hijo al Parque Metropolitano en un paseo de colegio, pero entonces nos pareció muy triste ver al rey de la selva pasearse en su reducto encementado, darse un par de vueltas y echarse de nuevo, con aire resignado.-

            Su hijo, de doce años, expresó estar confuso con respecto al cóndor porque en su colegio aprendió que es un ave de alturas y los que viven en el zoo están enjaulados por los cuatro costados y por el techo, “para que no se arranquen”. Tampoco entendió que un oso polar habite en una piscina refrigerada, “alejado de sus amigos, que juegan en la nieve y se tiran piqueros en el agua del Polo”.

Mala noticia.-

 

            Una nueva partida de animales salvajes ya tendría que haber ingresado a Chile, o estaría por llegar. Los primeros rinocerontes serán distribuidos en zoológicos nacionales para su exhibición, y el primero en dar la cara fue el Buin Zoo, que adquirió dos ejemplares y mostró un diagrama de las dependencias en que vivirá la pareja juvenil, no se sabe si en “luna de miel” o aún en etapa de virginidad. Hay allí una zona de pesaje, dormitorios de 166,7 m2, un área de exhibición y una pileta en forma de L, todo lo cual se enmarca en un total de 1.300 m2.

La mala noticia es que nadie les preguntó a estas enormes bestias, con ancestros prehistóricos, si querían cambiar  sus enormes territorios al sur del Sahara, en África, o los del sudeste de Asia, por un hotel cinco estrellas del que nunca más podrán salir, salvo muertos.  Si bien el Buin Zoo ha manejado de mejor manera la cautividad, y sus animales disfrutan de terrenos extensos, con mucho verde y adecuado follaje, el hecho concreto es que los ejemplares fueron comprados y que el precio para cada especie es igualmente, la dolorosa pérdida de su libertad en aras de un negocio.

En el ámbito internacional, las diferencias son abismantes. Según declaró Virginia Adaros P., los zoos que visitó en Australia corresponden realmente al calificativo de “contemporáneos” o pos modernos.

-Recorrerlos toma al menos tres días.-expresó-Los animales transitan libres en kilómetros de parajes agrestes, a considerable distancia de los visitantes, y si se acercan, actúan de manera natural, comen los frutos, juegan entre sí o se pelean porque literalmente no ven al público que los observa. El sistema está tan bien estudiado que nunca se ha producido una desgracia, ni con las personas ni con los animales.-

En la misma categoría se incluye el zoológico de San Pablo, en Brasil, uno de los pioneros en invertir en seguridad y bienestar para las especies que allí habitan.

 Ya a partir de los años 70, grandes y profundos fosos separan al público de los animales, los que retozan libremente en medio de vastos y frondosos terrenos. Las únicas rejas y barrotes que se ven son los que mantienen a los visitantes alejados y a la vez seguros en las áreas permitidas.

Leyes elusivas y pena de muerte.-

 

            El caso de Pampa resulta emblemático porque representa a todos los animales exóticos que viven en cautiverio y que no han fallecido por causas naturales. El hermoso tigre blanco llegó al Parque Metropolitano de Santiago, a los cuatro años, desde el zoológico Temaikén, a 50 km de Buenos Aires, Argentina. Tal vez porque el ambiente le era familiar, no tuvo problemas en aparearse con dos hembras de origen mexicano, Luna y Canela, que dieron a luz a ocho crías.

            El 29 de junio de 2012, Pampa sufrió una regresión hacia su pasado genético y atacó a uno de los cuidadores que había ingresado a la jaula con el propósito de alimentarlo. Según los registros, se activaron las alarmas y se cumplió el protocolo previsto para estos casos, cual es hacer dos tiros al aire. Ante la ineficacia del procedimiento, el funcionario disparó dos veces sobre el animal, que luego fue enterrado tras la celebración de una ceremonia fúnebre.

            El caso pasó a la fiscalía Oriente, intervino la PDI, y aunque el informe final descartó el maltrato como causal de la muerte de Pampa, se inició un sumario con el fin de indagar si hubo negligencia, pues según los expertos, son dos los empleados que deben hacerse cargo de la alimentación de acuerdo al protocolo establecido.

            Por desgracia, el destino de aquel bello ejemplar quedó sellado desde que se incorporó a un zoológico, como ha ocurrido en muchas ocasiones en que los animales  han recibido pena de muerte por ser lo que son: especies selváticas que los humanos comercializan impunemente sabiendo que son peligrosas en cautividad.

            Las leyes chilenas sobre internación de fauna salvaje no son habidas ni aparecen en ninguna fuente de información al público. La Biblioteca del Congreso remite  a los curiosos, a la página del SAG, que contiene de todo menos la mencionada normativa.

            Y como muestra del vacío legal sobre el tema, basta con visitar el zoológico de Quilpué donde lo primero que ve el visitante es una jaula redonda, pequeñísima, en la cual un gran tigre pardo se pasea en círculos, emitiendo gruñidos guturales que impresionan profundamente, como lo expresó una argentina que sintió lástima del prisionero.

            Un poco más allá, un par de cóndores de apariencia enjuta, se encaraman en un montículo de piedras y ni siquiera aletean, ya que el tamaño de su reducto es absolutamente incompatible con el desplazamiento habitual de estas aves en los espacios abiertos.

Todo ello constituye un rotundo mentís a los argumentos que esgrimen los zoológicos tradicionales en cuanto a sus objetivos didácticos y al noble propósito que los anima de resguardar las especies en peligro de extinción.

En primer lugar, no hay nada educativo en un animal que vive en cautiverio y cuya conducta está contaminada por el encierro a que es sometido, y por otra parte, como bien lo saben los zoólogos, existen organismos especializados en rescatar especies que por alguna razón natural o humana, están desapareciendo, y esa es una labor anónima que se realiza en estancias rigurosamente acondicionadas para tal efecto.

Sigrid Boye E