Prácticamente un presupuesto municipal es el monto de lo que dejaron los turistas entre el 2010 y el 2011. Las visitas que llegaron hasta Valparaíso en esos doce meses dejaron en nuestros negocios locales la hermosa suma de casi, ¡veintisiete mil millones!

   ¡Que bueno…

   Paso por calle Bellavista. Me sorprende el lote de punks y otros especímenes que duermen a pierna suelta hasta pasadas las ocho de la mañana protegidos por un gomero patrimonial.  Velan su sueño un lote de perros callejeros. Todo eso en medio de papeles y pichí, producto del carrete nocturno de los locales cercanos. Es una imagen chocante que recibe a quienes salen desde estación Bellavista, todos los santos días de Dios.

   ¡Que malo!…

   Poco a poco, “bien piola” el flamante y reconstruido ascensor Barón comienza un “sube-baja” de prueba y en marcha blanca. Será un tremendo aporte a nuestro turismo, tal cual ocurre con el ascensor Polanco que ha cambiado mucho su rostro urbano.

   ¡Que bueno!…

   Se acerca la navidad y ya se aprecia los primeros atisbos de lo que será la invasión de los ambulantes. Dentro y fuera de los negocios; dentro y fuera de carpas; dentro y fuera de las mismas veredas en las que los transeúntes intentan circular.

   ¡Que malo!…

   Así es la cosa, amigo mío. Nuestro aporreado Puerto navega en un mar tempestuoso. Estamos entre el progreso y los emprendedores, por un lado y los indolentes, por el otro.

   Unos sueñan con una ciudad bohemia, carretera y “pintoresca” donde nadie reniegue de los perros vagos ni de los rayados en las murallas, porque son “típicos”.

   Otros, en cambio, opinan que la mugre, los orines y las basuras poco y nada tienen de turístico. Trabajan  duro y les va bien.

   Son dos miradas muy distintas, pero ¿Quién corta el queque?…

   Nos estamos viendo