• Aunque hay historias alegres y grandes avances en materia bancaria, aún hay dificultades por superar para que microempresarios pongan en marcha el negocio que les puede cambiar la vida.

Por Marysol Bustamante A.

Mucho se habla de las pequeñas y medianas empresas (Pymes), pero poco se sabe de ellas. Generalmente, son empresas unipersonales que surgen por la necesidad imperiosa de generar recursos para sustentar los gastos básicos y de educación, entre otras necesidades. Sin embargo, pese a su avance durante los últimos años y a que representan el 70% de la fuerza laboral del país, poseen trabas que entorpecen el emprendimiento.

Jessica Molina salió adelante con sus cuatro hijos gracias a su negocio de confección de ropa para perros. Una vez separada de su marido, se vio ante el desafío de pagar la educación a sus pequeños, que en ese entonces tenían 10, 7, 5 y 2 años de edad.

Aprovechando que se dedicaba a la industria textil, ya que trabaja para una reconocida tienda del retail, comenzó haciendo cortinas. Confiesa que era rebelde y que muchas veces se iba de patitas en la calle por irse en contra de sus superiores, ya que “como yo también sé coser, sabía cuánto se podía producir durante el día, así que decidí quedarme en la casa porque era más rentable trabajar desde ahí. En el último trabajo, me dieron vacaciones pero yo sabía que no iba a volver. Pero, como en ese tiempo trabajaba en un taller para una tienda grande, los mismos vendedores me empezaron a pedir cosas, y así fui haciendo me clientela en el cortinaje”.

A medida que se iba interiorizando en el mundo de los negocios, Jessica comenzó a asistir a talleres que dictaba el Departamento de Fomento Productivo de la Municipalidad de Viña del Mar, donde se dio cuenta que su negocio de cortinas, lamentablemente, no era tan rentable como pensaba. “Cuando el profe me dijo eso, me dio un gran bajón. Él decía que lo importante era escuchar al cliente y estar atenta, entonces a la segunda clase le dije que no quería volver, me contestó que era desafío y si volvía, iba a entender el por qué no era rentable. Volví, me entusiasmé y fui la mejor de la clase”.

Justo en ese momento, se le ocurrió la idea que abriría más de una puerta en su vida: uno de sus hijos llegó con un cachorro maltés a la casa. Aunque no podían conservarlo, el canino fue adoptado por la familia, y así se le ocurrió confeccionar prendas para mascotas. Desde aquella idea, Jessica comenzó a emprender gracias a un capital semilla y proyectos Fosis, que le permitieron adquirir máquinas bordadoras y de coser, y así “personalizar” sus diseños.

Jessica cuenta que desde ese minuto, no se dio cuenta que se estaba convirtiendo en una microempresaria, “empecé con más producción, me compré mi propia máquina, me inscribí en el Departamento de Fomento Productivo, ahí me hicieron formalizarme contablemente, pero a pesar de todo, no sabía que era una microempresaria porque lo fui haciendo no más”.

Faltan herramientas

Jessica es una de los 1.050 socios de la Federación Regional Mipyme, que presta ayuda y asesoría a los microempresarios que generan 40 millones de pesos al año. Es decir, son empresas pequeñas, con una persona al frente del negocio, que generalmente las hacen de gerente, secretarios y auxiliares al mismo tiempo, ya que no cuentan con más mano de obra que la suya.

Rodrigo Núñez, gerente de la federación, explica que “son negocios frágiles porque dependen mucho de los ciclos, tienen baja capacidad de ahorro y un bajo acercamiento a la banca, porque no venden todos los meses o no tienen un nivel sostenido de venta, y afirmarse con un producto bancario los amarra y obliga, aunque les han dado más facilidades que son las garantías”.

Es decir, no es fácil aventurarse con un proyecto microempresario debido a la serie de trabas que hay en el camino, como lo son la comercialización del producto con nichos permanentes para mostrar sus productos, y la misma profesionalización de los emprendedores, ya que muchas veces deben empaparse de una disciplina diferente a la que estudiaron, y deben conocer el desarrollo en el mercado para que el producto, su nuevo sustento, sea exitoso, además de aquellas que imponen las instituciones.

En ese contexto, Núñez explica que “hay temáticas que un no están tratadas: las dificultades para la creación de empresas, hay costos muy altos. Hay un proyecto en el Parlamento para acelerar y crear empresas en un día; destrabar las cosas en nuestras municipalidades, tienen protocolos muy distintos unas de otras. Si tenemos una estandarización, tendremos un tratamiento estandarizado, porque si no el empresario tiene que hacer más cosas y los costos son diferentes”.

No conocen las Pymes

Otro punto en contra es que la dinámica de las Pymes no es de conocimiento público. Los rubros que emprenden son diferentes y hay microempresarios que necesitan ayuda técnica específica para emprender. Pero, al mismo tiempo, las necesidades convergen en que necesitan mayor flexibilidad y destrabar el sistema.

En la misma línea, Carmen Greco, presidenta de le Federación Regional Mipyme, coincide con los dichos de Núñez, y sostiene que el principal problema es que no se conoce la Pyme, aunque se habla mucho de ella.

Núñez coincide con Greco, y manifestó que “no hay un acercamiento, los instrumentos se crean desde la visión de un grupo de profesionales desde una oficina, no ven si les sirve,  no hay una creación conjunta y por eso hay una disonancia, no se están creando con la demanda. La pyme no se conoce y está en la boca de todos. Hemos tenido acercamientos puntuales con autoridades pero no hay una sintonía”.

Núñez y Greco sostienen que han mantenido un buen trabajo con Corfo durante esta administración. Víctor Fuentes, director regional de Corfo, comentó que “en la medida que el instrumento es más específico tiende a ser más complejo, pero puedo asegurar que en la Región de Valparaíso, tratamos de hacer programas que en sí sean flexibles, más que ver las diferencias, hay mas semejanzas entre los mismos sectores, por eso estos programas hablan en términos generales. Nos permiten flexibilidad en el sentido que el beneficiario no es tan importante sino el fin, que es apoyar el emprendimiento a través de la innovación”.

Fuente de trabajo

Una vez superadas las trabas, iniciarse en el emprendimiento para muchos, es la solución y el pase para cumplir muchas metas. Jessica, gracias a su negocio de ropa para perros, logró pagar la educación de sus cuatro hijos, y hoy todos cuentan con educación superior.

“Gracias a eso pude pagar las carreras, uno estudió Ingeniería Biomédica, una trabaja en laboratorio Knop, y dos salieron de la Universidad Santa María, el más chico aún está estudiando diseño de productos. Creo no haberme equivocado”.

Víctor Fuentes comenta el caso especial de Jessica y señala que “tenemos una meta de paridad de género, la mujer no sólo es emprendedora, es muchas veces madre y soltera, el ejemplo de Jessica, de cómo el emprendimiento le dio la posibilidad de educar a sus hijos. Son heroínas que son tan comunes y corrientes como nosotros,  que han hecho cosas destacables a través del emprendimiento”.

Como ya señalamos anteriormente, las Pymes en nuestro país representan el 70% de la fuerza aboral en nuestro país. Aunque no es un camino fácil ni sin obstáculos, hay quienes hoy pueden decir que son microempresarios y llevan su propio negocio, tal y como lo hizo Jessica.

Foto: Injuv.gob.cl