• Pese terminar el año jugando en un buen nivel, lo que le permitió mantenerse en 1ª división sin tener que jugar la promoción, el club porteño deberá cambiar radicalmente su política deportiva para el primer equipo si no quiere repetir las zozobras y errores de esta temporada

“Misión cumplida, así, sin comillas. Me trajeron para salvar al equipo después de una situación bien compleja en lo deportivo y se cumplió con el objetivo”, fue la tajante reflexión de Ivo Alexis Basay Hatibovic, técnico de Wanderers que terminó por no sólo salvar al Decano del fútbol chileno de caer a 1ª B, sino también, zafar de la promoción y jugando en un buen nivel, logrando 13 de los últimos 15 puntos en disputa.

Claro, hubo algunos que le enrostraron al entrenador caturro el porqué no se clasificó a los Play-Offs; nada más grotesco como absurdo. A Basay se le trajo a Valparaíso única y exclusivamente para evitar el infierno de retornar a 1ª B, y además, cambiar la mentalidad de un equipo que futbolística y anímicamente estaba por los suelos, tras las largas 15 jornadas sin conocer de triunfos, bajo el mando de Arturo Salah. Y claramente cumplió. Y con creces. No obstante lo anterior, alcanzado este objetivo, son muchas las tareas que tanto la dirigencia de Wanderers como el propio cuerpo técnico caturro, deberán emprender para no repetir los errores de la temporada que termina.

MEA-CULPA DIRIGENCIAL

“No tenemos nada que celebrar. Se cumplió con lo básico que fue mantenernos en 1ª división. Pero no podemos estar conformes, porque las expectativas eran otras”, aseveró Jorge Lafrentz Fricke, presidente del directorio de la concesionaria “La Joyadel Pacífico”, que administrará Wanderers por otros 26 años.  Y no se equivoca el timonel, pues si hay algo que enrostrarle al directorio como al propio Lafrentz, fueron sus promesas incumplidas de tener a Wanderers como actor principal del campeonato. En su momento, se aseveró que se contaba con un plantel “altamente competitivo”, no entendiendo que varios de los jugadores promovidos de las series menores de Wanderers, no están preparados aún para la alta competencia, ni tampoco los “refuerzos” que arribaron a comienzo de año, respondieron a su categoría de tales.

Si la intención de promover a tanto joven canterano fue proyectar futuras ventas de jugadores, la movida fue un fracaso, pues el único que logró ser vendido fue Sebastián Ubilla, un valor que incluso ni siquiera alcanza todavía su madurez futbolística. Y en cuanto a los refuerzos, es tiempo que en Wanderers dejen de escuchar a empresarios inescrupulosos que sólo buscan aprovecharse del escaso feeling futbolístico de gran parte de la dirigencia caturra, y den lugar a un gerente técnico con experiencia en el rubro. Ello ayudaría a vislumbrar un escenario más realista , para no dar lugar a declaraciones rimbombantes, con promesas de ser animadores del torneo, sin sustento futbolístico para respaldar estos deseos.

FALENCIAS EVIDENTES

En lo futbolístico, Ivo Basay tiene bien clara la película respecto de los puestos que debe reforzar. Ya se señala que no menos de 5 serán los refuerzos requeridos por el “Hueso”, quien ya tomó una decisión al respecto: El volante colombiano Malher Tressor Moreno no figura en sus planes, tras cuajar un pobrísimo rendimiento en el torneo de Clausura. Moreno, cuyo sueldo supera los $ 10 millones al mes, fue desplazado por jugadores canteranos y ni siquiera fue citado entre los suplentes. Pese a tener contrato hasta junio con Wanderers, se buscará una fórmula para su partida: Un préstamo o rescisión unilateral de contrato.

Otro punto es el bloque posterior de los caturros: La ausencia de un arquero solvente –David Reyes, irregular y Mauricio Viana (tras el bochornoso episodio con Gastón Cellerino) con problemas conductuales y también futbolísticos-, laterales que ayuden en la marca y un par de zagueros centrales solventes –sin contar al lesionado Eladio Herrera-, constituyeron el talón de Aquiles de los porteños durante toda la temporada.

En mediocampo, solo el empuje de Jorge Ormeño insufló carácter al trabajo de los volantes, pero claramente, se notó la ausencia de un hombre de la categoría del ohigginiano Ramón Fernández, pese al empeño puesto por los canteranos Jefferson Castillo y el emergente Jimmy Cisternas. En el ataque en tanto, se espera que Luis Ángel Salmerón se destape con los goles que no marcó en el segundo semestre –pese a anotar 4 por Copa Chile y 2 por el torneo de Clausura-, y que arribe un compañero que garantice resolver en el área rival.

QUIERE QUE SE QUEDEN

Basay ya resolvió el tema de Tressor Moreno. Sin embargo, pidió a sus directivos hacer los esfuerzos para mantener a algunos jugadores clave –de acuerdo a su ideario futbolístico- para el 2013: Moisés Villarroel (por su ascendencia en el grupo), Jorge Ormeño (de gran rendimiento en el Clausura), Pablo Calandria (dúctil en ofensiva), Boris Sandoval (mal en la marca, bien en el apoyo) y Rodrigo Toloza (pese a sus altibajos y lesiones). Estos dos últimos deben resolver con sus clubes de origen –Huachipato y Universidad Católica, respectivamente- su permanencia en Valparaíso. Sandoval tendría más opción de continuar, mientras que el volante vería más compleja su situación, pues Universidad Católica lo querría de regreso.

Asimismo, para comenzar el reforzamiento del plantel de cara al próximo año, Basay tendría en la mira a un arquero de trayectoria para conformar un bloque posterior más solvente. Surge el nombre de Lucas Giovini, uno de los mejores del año y pretendido por media docena de clubes, tanto de Santiago como de regiones. Si no es él, Luciano Palos, actual guardián de Cobreloa y con quien se conversó hace tres temporadas para que viniese al Puerto, sería una alternativa.

Nombres más, nombres menos, tanto Basay como los dirigentes de Wanderers deben tener clara una sola cosa para el 2013: Tratar de equivocarse lo menos posible.