Por Eduardo Poblete

  • El deportista, con casi 83 años a cuestas, lamenta cierre de la pista atlética del estadio regional de Valparaíso, pero remarca el temple de los atletas, que siempre se las arreglan para sobreponerse a los inconvenientes

Desde los 8 años que asiste al estadio Valparaíso. Primero, como siempre espectador, para ver en acción al “Marinero” Coloma, un talentoso jugador de la 4ª especial del Wanderers de 1937. Y de aquella vez hasta ahora, entrenando y participando en diversas competencias que le valieron el reconocimiento del público que lo veía trotar y correr por la antigua pista de ceniza y el moderno rekortán.

Es la historia de Bruno Bernal Díaz, el atleta porteño más longevo en actividad, nacido un 8 de diciembre de 1929, y que hoy, a días del cierre del estadio regional porteño por 18 meses, ve con nostalgia la desaparición de un escenario que lo vio como anónimo asistente y luego, como deportista esforzado y ejemplar. Lúcido, con memoria prodigiosa y por cierto, entrenando día por medio en el rekortán playanchino, Bernal repasa sus pasos por la natación (“Fui campeçon en 1946, en los 100 metros libres, representado al Deportivo Playa Ancha”, recuerda) y el boxeo (“peleé en la categoría medio mediano ligero, con 67 kilos. Disputé 8 peleas; perdí 2”, rememora), sus amistades y desilusiones con compañeras y compañeros atletas; su admiración por Wanderers y su otra pasión fuera de las pistas: La poesía. He aquí sus recuerdos, añoranzas y dedicatorias, en primera persona.

EL ADIOS DEL REKORTÁN

“Esta pista y este estadio es la cuna de muchos deportistas que por años han pasado practicando su deporte y su afición. Todos nosotros nos vamos a ir con recuerdos y nostalgias de atletas que fallecieron, como Giocondo Michaelli, Daniel Orellana, Francisco Allen, José Aceituno. Y también de periodistas, como Antonio Díaz Roldán, Willy Estay, Juanito Grandi. Todos estos personajes que estoy citando, quedaron en la historia de este estadio que cierra sus puertas próximamente”.

NOS LAS ARREGLAMOS

“El que nos quedemos sin pista para entrenar, no es algo nuevo. Por el año 1964 ó 1965, se efectuó una feria de Asiva en el estadio y en el antiguo velódromo. Los atletas sufren una metamorfosis: Nos quitan esta pista, pero nos vamos a otro lado a entrenar, buscamos dónde ir. Aquella vez, nos fuimos al ex estadio de la Compañía de la Chiletabacos y también, en la pista del estadio Naval de (Las Salinas) en Viña del Mar. A nadie le va a faltar donde entrenar. Ojalá que tengamos suerte y la Escuela Naval nos de una manito y nos ayude. Recuerdo que cuando ellos no tenían su pista, el estadio Valparaíso y el atletismo regional, les abrió las puertas y ellos pudieron hacer todas sus pruebas. Esperamos una manito de vuelta, y que esto sea sin costo”.

CUANDO ME CERRARON LAS PUERTAS

“Estuve cuatro años sin poder entrar a esta pista del estadio Valparaíso. En una oportunidad, comenzaron a exigir carnés de socio de clubes. Hasta que me dijeron ‘usted no puede ingresar acá’, pese a que presenté mis credenciales del club Sporting, y de la Asociación (Atlética de Valparaíso). Me retiré de la actividad. Pero seguí entrenando, tal cual sucede con muchos atletas, que a pesar de las dificultades, siempre siguen trabajando. Así, entrené en la calle, en la Alejo Barrios, en la avenida España, todos los días. La gente se acostumbró a verme en esos cuatro años y me gané no sólo la distinción, sino también de su cariño y admiración de la gente. Gracias a este entrenamiento, gané maratones de 42 kilómetros en Santiago. De hecho, cuando cierren este estadio, voy a seguir entrenando en la Alejo Barrios. No me gusta estar parado tanto tiempo, porque además, me estoy preparado para el medio maratón Adidas de 21 kilómetros en Santiago”.

EL NUEVO DESAFIO

“Voy a competir en Santiago, pero siempre me ponen competidores de categorías más bajas, con lo cual mis opciones de ganar son escasas. Compito con atletas de 65 años, de 70…y yo tengo casi 83 años…Pero las marcas que hago en Santiago son oficiales y quedan ahí, a la espera que me igualen en la edad y puedan derribar mis registros. Sinceramente, eso lo veo difícil”.

FÚTBOL Y ATLETISMO DEBEN CONVIVIR

“Desde 1937, año en que asistí por primera vez al estadio Valparaíso, el fútbol y el atletismo se llevaban bien. Yo no era atleta por aquella época, pero venía a ver el fútbol y en los entretiempos, tuve oportunidad de ver a Raúl Inostroza, un gran atleta de Santiago a quien le dieron trabajo en la Administración del Puerto en Valparaíso por esos años. Inostroza batió el record chileno de los 5 mil metros en el intermedio de un partido de fútbol. En otras ocasiones, vi otras pruebas atléticas en los entretiempos de los partidos. Recuerdo postas 4 x 400 metros, en las cuales, la gente identificaba a los atletas, sabía sus nombres. Entonces, la gente se congratulaba con las pruebas atléticas en medio de los partidos de fútbol. Creo que en la actualidad debiese haber una buena relación entre fútbol y atletismo”.

MI WANDERERS QUERIDO

“Escribí un poema el año 2000 sobre Wanderers. Tuvo buena aceptación en el club y en particular, en la barra Los Panzers. Ese poema fue dado a conocer en una publicación gratuita que se reparte durante los partidos de Wanderers como local. Me invitaron a recitarlo a la sede del club también, con motivo del reconocimiento que el municipio le hizo a la institución. Lo agradezco, porque mal que mal, mi poema gustó a los wanderinos. Entre los versos que le dediqué a Wanderers, destaco los siguientes : “Verde es su color, verde la camiseta, verde el pabellón y también verde la ilusión, que el wanderino lleva muy dentro de su corazón. Su tradicional himno se canta en el estadio playanchino, con fuerza del corazón y mucha voz de aliento, su eco lo lleva el viento a todos los rincones porteños, y alegremente va diciendo ‘el Santiago Wanderers, supo conquistar para sus colores el puesto de honor’, y sigue la canción…siempre me hablaron que el autor del himno de Wanderers (N. del redactor: Efraín Arévalo López) era un señor muy elegante, que usaba polaina, chaleco con su reloj de bolsillo, muy bien presentado, muy culto, que vivía en avenida Argentina por el sector de Eloy Alfaro. Me siento contento cuando el Wanderers entrena en este estadio y algunos jugadores me reconocen. Eso es muy grato”.