En Viña del Mar

  • Autoridad de educación no autorizó que el colegio siguiera funcionando por que los papeles se entregaron fuera de plazo.
  • Los niños, que tienen síndrome de Down, debieron ser trasladados hasta otro colegio del sostenedor para poder terminar el año escolar.

Aquí funcionaba hasta el pasado 28 de septiembre el Colegio Especial Cinaldi, ubicado en la calle Jackson 333 Chorrilos Viña del Mar.

Indignación en los apoderados del Centro de Educación Especial Cinaldi es lo que ha provocado el cierre del establecimiento diferencial. Al recinto, orientado exclusivamente para niños con síndrome de Down, no le dieron la autorización para seguir funcionando y el pasado viernes 28 de septiembre debió cerrar, dejando a sus niños y padres sin un proyecto educativo de excelencia que debió detener sus funciones por problemas en los plazos de presentación de los documentos.

Para toda la comunidad educacional, como Jimena Guerra, apoderada del colegio y madre del pequeño Cristóbal de sólo 11 años, la situación es irritante debido a que a su juicio, en la determinación de la Secretaría Regional Ministerial de Educación, primó la burocracia y el papeleo por sobre los intereses de las familias y los niños con capacidades especiales. Aunque hay que señalar que la autoridad no incurrió en ninguna falta y se apegó explícitamente a la normativa legal vigente, pero queda la sensación de que en este tipo de casos se podría ser un poco más flexible y abogar al fondo, y no a la forma.

“La interrogante es: ¿Tú puedes echar atrás un proyecto académico que no ha tenido ninguna falencia, que pasó por el proceso de que el ministerio lo chequeara y que ante eso se interponga una cosa administrativa y hacerle un daño a estos niños sabiendo que aquí en Viña no hay muchos colegios?”, plantea la mamá de Cristóbal.

“Mi hijo es primera vez que está en un colegio propiamente tal, y eso significa educación física, matemáticas y lenguaje como en los colegios comunes y corrientes, nada más que con otro sistema, pero en el fondo él está aprendiendo a leer, a escribir, los números, ahora sabe un montón de cosas que yo nunca pensé que él en tan poco tiempo iba a aprender. ¿Por qué? Porque el grupo es muy bueno, todos los profesores son de excelencia, entonces disolver esto fue terrible para nosotros”, admite Jimena con evidente frustración.

Lucía Darrouy, mamá de Miguel Ignacio de 12 años, también es una de las afectadas por la interrupción de la entidad educacional. “A mi el cierre del establecimiento me ha causado muchos problemas, al igual que a todas las mamás, porque el profesorado es sensacional. Ellos son esas personas que se ganaron su título y no como esas personas que dicen ‘yo estudié para profesor porque me alcanzó el puntaje’, acá no, ellos lo hacen de corazón. Con todos los problemas que nosotros hemos tenido, tú llegas a las 8 y en la mañana ellos están con una sonrisa y una preocupación por cada niño de sacarlo adelante y apoyarlo, eso no se ve en otro colegio. Esa dedicación no se encuentra en otra parte. Nos ha costado mucho encontrar un lugar como Cinaldi por la calidad del profesorado, y por tecnicismos, fechas y por un montón de cosas, nos quedamos sin Cinaldi”, aseguró.

Los profesionales se quedaron atados de manos

El proyecto Cinaldi es gratuito para los apoderadas y funcionaba hasta hace poco con la subvención estatal. Sin esos dineros es imposible pagarle a los profesionales que ahí se desempeñaban y, al cancelar ese aporte, el colegio con su plan educativo simplemente se vino abajo.

Para quien fuera hasta hace poco la directora del Colegio Cinaldi, Carolina Pérez, el tema está bastante claro. “Lo que sucede es que los papeles, y todo lo que son las exigencias del ministerio, están como corresponde, pero hay un papel, que era bastante importante, que se entregó fuera de plazo. El papel que a nivel municipal, por la ubicación del establecimiento, diga que es apto para funcionar. Hubo un tema de plazos que no se manejó bien y al cual se apelaba y se solicitaba que se perdonara este atraso porque el establecimiento tenía las condiciones y estaba todo de acuerdo a la ley”, afirmó la profesional.

Y Carolina Pérez, quien es experta en educación especial por ser profesora diferencial, psicopedagoga, fonoaudióloga, entre otras especialidades, lamenta la no continuación del proyecto Cinaldi por que “si tu ves que el colegio funciona de forma óptima, que la infraestructura es la correcta, que el personal es el correcto, que el proyecto educativo es el correcto; en estos siete meses los chicos tuvieron avances importantes, creo que el atraso de un papel se puede perdonar, ahora si las cosas no están bien hechas ahí tienen el derecho de no dar la autorización”, alegó.

Heinrich Ziller, sostenedor del establecimiento, también reconoce cierta responsabilidad en el atraso de los papeles, pero argumenta que todo se debió a un problema con la municipalidad. Esto porque recién el día 7 de agosto se entregaron las obras menores que tuvieron que hacer, pero, como es sabido, los municipios tienen demoras en sus departamentos de obras.

Ziller, quien además es profesor de castellano y magíster en gestión y liderazgo, argumenta que “entonces, como esto no llegó en la fecha que correspondía, se supone que en el fondo no nos pudieron dar la subvención y tuvimos que cerrar, porque nosotros éramos un colegio gratuito, ni siquiera íbamos a cobrar financiamiento compartido. Entonces a lo que yo apelo es a la flexibilidad, ya que el ministerio simplemente se ha apegado a la normativa férrea y no ha dado ninguna posibilidad. Nosotros les planteamos que en la educación hay que ver ciertos casos, nosotros cumplimos con todos los elementos en el local, pero ellos simplemente dijeron que como habían llegado los documentos fuera de plazo no se podía hacer nada”.

¿Exceso de burocracia?

            Eso que nos molesta tanto, como es el papeleo, muchas veces innecesario, es lo que hoy detiene el avance de un proyecto educativo serio y que tiene la mejor de las intenciones, de hecho es gratuito. Le preguntamos al señor Ziller si existe acá un tema burocrático superior a todo y tiene una opinión directa. “Exactamente, y yo creo que hay una falta de experiencia ahí en las personas, porque está bien si tuviéramos una fábrica donde vamos a hacer cosas tangibles, podría ser, pero nosotros trabajamos con personas y la normativa tiene que estar al servicio de los  ciudadanos y de los apoderados y no al revés. Acá simplemente hay que restringirse a la norma, y con eso no estoy diciendo que esté abierto para todo, sino que casos que donde hay situaciones especiales, como el nuestro, donde no es un colegio de lo mismo, porque estos niños no se pueden ir a otro lado, no hay quien los reciba, ahí está la diferencia”, explicó Heinrich Ziller.

Para la concejala de Viña del Mar y presidente de la Comisión de Educación de la Municipalidad, Macarena Urenda, el tema debe revisarse. “Yo creo que aquí habría que analizar el caso y ver cómo poder ayudar a ese establecimiento porque la idea es que ese tipo de colegios, que reciben a los niños con distintas características, no cierren. La verdad no sé si hay un tema de burocracia, pero me parece que hay casos especiales que deben ser revisados para ser más flexibles con la gente porque no es lo mismo un caso que otro. Creo que se podría hacer algo más y no siento que este caso esté cerrado porque podríamos revisar el tema en vistas al próximo año”, prometió la autoridad municipal.

El Epicentro intentó contactarse con la Seremi de Educación, Patricia Colarte Troncoso, para conocer las causas reales del cierre del colegio y la explicación legal del tema, pero hasta el cierre de esta edición, y por motivos de tiempo por parte de la autoridad, fue imposible conocer la versión oficial. Sólo desde su equipo de prensa se limitaron a decir que el caso es bastante complicado en su determinación y en el esclarecimiento de las razones hacia los apoderados, por lo que no era llegar y dar una declaración.

El clamor de los padres

Para nadie es desconocido que tener un hijo con síndrome de Down es algo hermoso, son niños que tienen condiciones diferentes y que día a día muestran un gran cariño por quienes los rodean. Lamentablemente, su condición misma también representa un desafío para los padres porque su educación debe ser especial.

Por lo mismo es que a Jimena Guerra, madre de Cristóbal (11), le “carga decir que los niños Down son como extraterrestres, son niños con capacidades especiales, no me gusta decir normales o no, me molesta esa palabra. Aquí el tema, es que ellos (las autoridades) dicen ‘para qué aprenden tanto  estos niñitos si igual no van a llegar a la universidad, para qué se hacen tanto problema’. Esa es la mentalidad estúpida de los chilenos”, lanzó.

Para Lucía Darrouy, madre de Juan Ignacio (12), asegura que su hijo adora su colegio, sus profesores y que estaba muy motivado con ir día a día a aprender, y lógicamente también protege la condición de su hijo. “Yo sé lo que tengo, yo tengo un niño con síndrome de Down. No va a ser un profesor ni va a ser un médico, todo eso lo sé. Todo lo va a aprender más lentamente, pero no va a ser drogadicto, no va a ser alcohólico, no va a ser violador y no va a ser asesino. Yo sé lo que tengo. Los padres con hijos normales, entre paréntesis, ¿Tienen hijos normales? No saben lo que tienen, nosotros si sabemos lo que tenemos y buscamos lo mejor, encontramos esto (Cinaldi) espectacular y lo cierran. ¿Lo encuentras justo?”.

El proyecto Cinaldi, según el mismo Heinrich Ziller, seguirá adelante, no este año claro, pero tanto profesores, apoderados y los mismos niños esperan que esta gran intención no se entrampe en la burocracia que nos afecta a todos y pueda ser una esperanza de educación y avanza para los jóvenes y sus familias. El 2013, y con la tramitación que comienza ahora en octubre, podríamos ver nuevamente a Cinaldi funcionando.