Hace casi un siglo nadie dudaba que Valparaíso comenzaba a sufrir un éxodo de habitantes.

 

La ciudad se iba quedando sin clase media; más que nada , porque se estaba yendo en masa a otras comunas, principalmente a Viña del Mar.

 

Por allá por los años cincuenta, surgió la inquietud por renovar el rostro urbano del puerto. El mensaje era «repoblar».

 

Así comenzaron a aparecer los edificios de departamentos de la nueva generación. Partieron en Plaza Victoria, siguieron en Pedro Montt y en general en el Almendral.

 

La Empart aportó lo suyo y levantó su edificio para Empleados Particulares en dos torres en calle Blanco.

 

Estas construcciones tuvieron gran éxito, pero luego -como suele ocurrir acá- comenzaron las disputas entre quienes querían en progreso de la ciudad y los otros que no querían que llegara gente nueva.

 

Finalmente asparecieron los que reclamaban, porque los edificios les tapaban la vista.

 

Esta discusión se mantiene abierta hasta hoy. Cada vez que se anuncia un nuevo edificio aparecen los que se oponen. Es como si fueran termoeléctricas.

 

Pero la ciudad debe avanzar. Nos estamos quedando sin habitantes. Los adultos mayores predominan y  las nuevas generaciones quisieran vivir acá, pero…no hay viviendas disponibles para la clase media.

 

¿Quien le pone el cascabel al gato?

 

Nos estamos viendo