Por Rodrigo Vilches M.

 

“Si yo no era más viva y me iba al hospital directo, me moría”. Así de tajante es Filomena Cortéz para aclarar el grave problema de salud que sufrió hace cuatro meses. La mujer, de 73 años, que asiste regularmente al consultorio Mena, en Valparaíso, lo pasó bastante mal producto de una presunta negligencia médica de la que habría sido víctima.

La señora Filomena cuenta que asistió al consultorio producto de fuertes dolores que la aquejaban, principalmente en su cabeza y brazo derecho, y en el recinto médico no la ayudaron como corresponde, ya que le recetaron un analgésico y un medicamento para conciliar el sueño, siendo que más tarde, y por iniciativa propia, acudió al Hospital Carlos Van Buren, donde, repentinamente, se desplomó debido a un incipiente ataque cerebrovascular. “Me dieron un paracetamol y una pastilla para dormir y la doctora me dijo: ‘tómate la mitad’. Y si yo me tomaba la mitad al otro día amanezco muerta”, afirmó categórica.

Y la señora tiene motivos de sobra para estar molesta, puesto que el procedimiento ideal, respecto de los síntomas que tenía, debió haber sido su traslado inmediato al Van Buren y no “una pastilla para dormir y reposo”, como dice Filomena, ya que eso incluso le podría haber ocasionado la muerte.

Hoy la señora Filomena presenta problemas físicos propios del accidente cerebral que sufrió (como la pérdida de la audición en su oído derecho) y manifiesta, con evidente molestia, que “gracias a Dios me dio en el hospital y no aquí.”

La acusación es gravísima y desnuda las constantes falencias del sistema de salud pública que los chilenos, sin opción de acceso a la salud privada, deben enfrentar. Un sistema que producto de hechos como este, y la desconfianza que generan en los consultorios periféricos, terminan por concentrar mayor cantidad de gente en los hospitales y, por ende, provocan la ralentización de las atenciones de manera generalizada.

“Hay demasiadas cosas por mejorar”

En el Consultorio Adosado de Especialidades del Hospital Dr. Gustavo Fricke, en Viña del Mar, la realidad no dista de lo que acontece en otros recintos médicos del país. Paulina Moreno, también usuaria del sistema de salud pública, afirma que “hay demasiadas cosas por mejorar, aunque la atención al público está mejor; por ejemplo, la demora en la farmacia es una vergüenza, porque tú no puedes estar esperando dos horas y media para que te atiendan. Gente de edad que viene de La Ligua y el doctor llega con dos horas de atraso. Lógico que hay horarios de espera que son razonables, pero que tú estés esperando dos horas para ver a un doctor, no es razonable”.

Moreno no se quedó sólo ahí y también acusó que hay compromisos incumplidos y la sensación de que el sistema no cambiará mucho más. “Todavía existen las filas y la gente está resignada, nadie opina y nadie levanta la voz. Hay conformismo con el sistema y es muy rara la gente que alega. Hay mentiras tremendas con las listas de espera del Auge, eso no es así. Yo ahora estoy con una tía que viene a nefrología, quien se supone, tiene que venir cada tres meses a control y le dieron hora para seis meses, pero justo pasó esto que salió en las noticias sobre el Auge y mira que ayer la llamaron para que viniera hoy día. A mí no me parece una coincidencia, me parece raro. La forma de pedir las horas en los policlínicos, sigue siendo llegar de madrugada, y eso sigue siendo igual que hace 10 ó 15 años”, aseguró.

Eduardo Fortune, a quien lo encontramos esperando por su atención en la Urgencia del Hospital Dr. Gustavo Fricke, aseveró que “el problema de la atención es que es en forma masiva, es la capacidad que hay y tenemos que ajustarnos a esto, es lo que hay”. Además, junto con reconocer que tiene asumidos los tiempos de espera propios de la atención de salud, defiende el Plan Auge ya que él es un beneficiario del sistema debido a la enfermedad renal que lo aqueja.“Yo pertenezco al Plan Auge y todo camina un siete ahí. Mi costo mensual debe ser de los 800 mil pesos mensuales y todo lo paga el Estado. En mi caso funciona, tengo que esperar, claro, pero funciona”.

De todas formas Fortune no esconde su molestia al tener que esperar horas para recibir la atención médica que necesita. “Yo ahora estoy aquí porque anoche tuve un problema y estoy acá para hacerme unos exámenes y que me diagnostiquen lo que tengo, pero hay que esperar no más, ahora llevo casi 3 horas acá”, manifestó pacientemente.

“Si tuviera más dinero podría elegir”

Arturo Campusano, pensionado, con quien conversamos en el Consultorio Marcelo Mena de Valparaíso, asegura que el tema económico es fundamental a la hora de las opciones y de recibir una atención médica más expedita. “Es un tema de plata no más, si tuviera más dinero podría elegir, pero como no es así hay que resignarse y asumir venir acá”. Junto con ello, Campusano, da por sentado que “la cosa es que para ir al Van Buren, abajo, al especialista, voy a tener que pedir aquí para que me manden para abajo a los rayos y allá es otra tanda, otra espera. Yo tengo que estar aquí por lo menos una hora y media y me van a decir: ya venga mañana, venga pasado mañana. Hay mucha demanda del servicio”.

Y Campusano aprovechó de enviarle un recado a las autoridades: “Los concejales han venido a inaugurar este cuento y todo, pero fue en el comienzo. Después se derrumbó el tema otra vez”, afirma. Le preguntamos por el flamante edificio del consultorio y sólo se limitó a decir que “Está todo nuevo y limpiecito, pero esto parece un caballo blanco nomás”.