Por Felipe Antivilo V. (Alumno de Periodismo Universidad de Viña del Mar).

Que la salud pública chilena está en problemas no es novedad. Que, año a año, los hospitales y centros de atención primaria se ven superados en su capacidad, tampoco. Que las falencias se hacen cada vez más latentes, ya no sorprende. Y la salud pública viñamarina no queda ajena a la realidad que se vive en el país.

Aún más, la encuesta CEP que fue publicada hace unos días, demostró que la población chilena aún no se ve del todo complacida con el servicio de salud pública prestado, ya que es uno de los temas donde tiene mayor preocupación por el urgente mejoramiento.

Claudio Cisterna, subdirector médico del Hospital Gustavo Fricke, muestra preocupación frente a los indicadores de insatisfacción de la gente respecto de la atención pública, ya que “no estamos respondiendo con los estándares que se requieren en realidad. Las respuestas que estamos teniendo frente a los problemas de salud no están siendo las más adecuadas. Estamos haciendo lo que podemos de la mejor forma, pero todavía estamos lejos de responder bien a lo que la gente necesita, requiere y aspira, porque la gente más vulnerable tiene derecho a un sistema de salud tan bueno o mejor que el privado”.

Recursos económicos escasos, poco financiamiento, sobredemanda de usuarios, cantidad de funcionarios limitados que, además, trabajan bajo constante tensión y estrés, trámites burocráticos, infraestructura insuficiente y problemas en la gestión de recursos,  son las principales problemáticas de hoy en día para el sistema de salud.

Para George Hubner, director interino del Centro de Salud Familiar Marco Maldonado de Viña del Mar, existen dos grandes trabas para un mejor accionar de la salud pública: la escasez de recursos y financiamiento y la mala gestión que se hace de los mismos. “El tema más complejo, que nos limita en muchas cosas al accionar es un tema de financiamiento y que, obviamente, limita nuestras acciones, ya que los recursos son limitados. El otro aspecto es un tema de gestión, pero tiene un menor impacto. Pero si se suman ambos obviamente permitiría que la salud pública esté, en algunas cosas, similar a la atención privada”,  acentuó el director.

 

UNA MIRADA DESDE AFUERA

Nelson Morales Sanguinetti fue funcionario público de la salud durante quince años, hoy ya no ejerce en ella, sino que en el sector privado como cirujano general en la Clínica Reñaca y como jefe de división de salud y calidad de vida de Refinerías Aconcagua.

Ya lejos del estrés y el agotamiento, como él los define, reflexiona acerca de lo que debiese mejorar el sistema público para brindar a sus usuarios un servicio de calidad y que no admita duda a cuestionamientos sobre su funcionamiento: los tiempos de espera.

“La falencia del sistema público en el cual lamentablemente hay una gran cantidad de gente que no tiene los recursos o que son de extrema pobreza o que tienen sueldos bajos y que no tienen otra opción que el sistema público, es que éste presenta mucha demora. Si vas al sistema público, puedes estar en la posta horas esperando por atención o, para que te vea un especialista, pueden pasar meses. Ese es uno de los principales problemas y al que se le dedica poco tiempo”,  explica Nelson.

Por otra parte, la gerente regional de GlaxoSmithKline, laboratorio médico que suministra insumos tanto al servicio público como al privado, María Soledad Videla, cree que la principal problemática radica en la inequidad. “La salud privada contempla una mejor atención, con menos esperas y terapias adecuadas para el paciente, y nuestra salud pública no los considera entre sus bases. Mientras no se tenga la voluntad de hacer lo mejor para los pacientes de la salud pública, siempre serán los pobres los más afectados”,  enfatizó.

Mientras no se destinen los recursos que se requieren en la atención pública y no se asuma un real compromiso, la salud pública chilena seguirá en problemas.