Por: Periodismo Independiente

 La falta de valores es una realidad que amenaza la sana convivencia.

Hemos visto cómo directorios de empresas multinacionales se pasan por el aro a los accionistas minoritarios; hemos comprobado que le han metido la mano al bolsillo a medio Chile ya que resulta que esos accionistas minoritarios son las AFP, que administran el dinero de todos los chilenos; sin embargo, a ese ahorro acumulado no se da acceso a la clase media.

Hubo que remover a 1 millón y medio de personas de FONASA que figuraban como indigentes. La labor de cruce de datos que ha hecho el Ministerio de Desarrollo Social ha permitido ir limpiando las bases de datos de delincuentes que han engañado por décadas la fe pública. Evidencia de una mala costumbre que existe en Chile, donde quejarse es una profesión y el “machetazo” un estilo de vida.

Sucesivos reportajes nos han mostrado  que estamos rodeados de  personas que obtienen subsidios y arriendan sus viviendas sociales. Se dan también las  malas prácticas de funcionarios que se enquistan en el Estado para cumplir, desde posiciones de poder, los encargos de grupos económicos que buscan eludir el pago de impuestos.

La sociedad chilena debe estar alerta para exigir ética y transparencia. Del mismo modo, debiera imponer una doctrina del esfuerzo y erradicar el aprovechamiento.