lunes 13 agosto de 2012 | Publicado a las 4:36 am · Actualizado a las 4:36 am
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Piñera da rienda suelta a su ambicioso plan de remodelación de estadios
Desde Arica a Puerto Montt, los viejos estadios que albergan al fútbol, darán paso a recintos modernos, varios de ellos con estándares internacionales. No obstante, llama la atención el particular interés del mandatario por prometer cada vez más, escenarios ultra modernos, tecnológicos y capaces incluso, de hacer soñar con la organización de un mundial de […]
Desde Arica a Puerto Montt, los viejos estadios que albergan al fútbol, darán paso a recintos modernos, varios de ellos con estándares internacionales. No obstante, llama la atención el particular interés del mandatario por prometer cada vez más, escenarios ultra modernos, tecnológicos y capaces incluso, de hacer soñar con la organización de un mundial de fútbol. Un anhelo que el presidente-empresario, fraguó mucho antes de llegar a La Moneda
Más de US$ 100 millones de dólares invertirá el actual gobierno en la remodelación de edificios emblemáticos, los ascensores de Valparaíso –patrimonio intangible de la humanidad- y también, en los viejos estadios de fútbol que hace muchos años, piden algo más que una nueva capa de pintura o renovación de la soldadura de rejas que ya se caen, corroídas por el óxido permanente. Es un plan por cierto loable, que busca rescatar parte de la historia cultural y artística del país, y por cierto, dotar de escenarios dignos a los futbolistas, y muy especialmente, a quienes van a ver las gambetas, túneles y goles de diversa factura, cada fin de semana, siempre y cuando la programación televisiva abierta, del cable o pagada, no ofrezcan un panorama mejor como para quedarse en la casa.
Seamos claros: Un alto porcentaje de estadios en Chile carece de los elementos básicos de comodidad. Es cosa de mirar en Sausalito, con “butacas” de plástico ya quemadas por el sol y la humedad. O del viejo estadio de Valparaíso, primero municipal y ahora, con un título de Regional cuya única alcurnia es contemplar unas magníficas letras de molde plateadas que ornamentan su frontis; mas, su visibilidad desde los cabezales, deben ser los menos amigables que hay, comparables con los del viejo estadio de Antofagasta o el de las inconclusas galerías del Ester Roa de Concepción. Ni hablar de los de la zona interior: El Nicolás Chahuán Nazar deLa Calerahace rato que debió ser cerrado por insalubre y peligroso, mientras que el Municipal de San Felipe es un atentado a la estética, la seguridad y la decencia.
Por ello, que se remodelen los recintos de Valparaíso, Viña del Mar, San Felipe y Los andes, y en una etapa posterior, el deLa Calera, y también los estadios de Calama,La Serena, Rancagua y Concepción, debiera alegrar a los futboleros, y gratificar a quienes cada fin de semana, laboran dentro y fuera de ellos. No obstante, hay varios cabos sueltos que dan que pensar para una nueva lectura de lo que realmente hay detrás de estas remodelaciones o reconstrucciones: Una hábil maniobra política como para quedar en la memoria colectiva como el gran impulsor de esta modernización de los estadios. Algo a lo que el actual presidente Sebastián Piñera no le hace asco, por cuanto su interés por mejorar la infraestructura deportiva del país, comenzó a fraguarse mucho antes de arribar aLa Moneda.
UN SALIERI LLAMADO HAROLD
El magnífico libro “La Caída”, del periodista Francisco Sagredo, en el capítulo El Partido Político”, da buena cuenta de esta verdadera obsesión del actual mandatario, de pasar a la posteridad como el artífice de una modernización concreta de los vetustos escenarios deportivos del país. SI bien el texto brinda una serie de antecedentes relacionados con la salida de Harold Mayne-Nicholls desde la testera dela AsociaciónNacionalde Fútbol Profesional (ANFP), en el capítulo antes mencionado, queda en claro que Piñera y sus asesores, hacía rato que le habían echado el ojo a una maniobra que necesariamente, iba a dejar al actual mandatario, en la memoria imperecedera de los deportistas, y en particular, de los amantes del fútbol.
Un episodio no menor, cuenta “La Caída”, estuvo a punto de trastocar estos sueños del presidente: Aparentemente, el “molesto” Mayne-Nicholls, habría traspasado valiosa información a la “enemiga” Michelle Bachelet, para que ésta, bajo su mandato, se ganase todo el cariño de la afición (en particular de las mujeres), con las concreción de las remodelaciones de los estadios de Coquimbo,la Florida, Chillán y Temuco, en el marco de la realización del Mundial Femenino Sub-20 de Fútbol del cual nuestro país fue anfitrión.
Ello fue un golpe bajo para Piñera y su equipo, más aún –como lo describe Sagredo en su obra-, cuando esta red de estadios del Bicentenario, se amplió a ciudades como Arica, Antofagasta, Copiapó, Curicó y Puerto Montt. Mayne Nicholls al lado de la ex presidenta, anunciando nuevos estadios y más modernidad en los recintos deportivos, para devolverles la dignidad a deportistas y futbolista. Empero, acabó el gobierno de la doctora, Mayne-Nicholls debió salir por la puerta trasera dela ANFP, por lo cual, era menester reabrir el ambicioso plan de pasar a la historia como el principal gestor de la modernización de los estadios.
UN TERREMOTO INOPORTUNO
El terremoto del 27 de febrero del 2010, truncó el plan de estadios para el Bicentenario gestado en el gobierno de Bachelet. Incluso, el anuncio de un nuevo estadio para Valparaíso, hecho en el aniversario de Wanderers el 15 de agosto del 2009, con la propia ex presidenta como invitada de honor a la fiesta del Decano (“Cabros, la presidenta prometió estadio nuevo para el2011”, gritó desde un balcón de la casona que alberga la sede caturra en la avenida Independencia, el fallecido Osvaldo Soudre, el famoso “Loro de Wanderers”), quedó sólo como anécdota, pues los dineros destinados a la construcción de este y los demás estadios considerados en esta red de remodelaciones, fue derivada a los fondos para la reconstrucción por los daños ocasionados por el mega sismo.
Sin embargo, hay dos hechos que debieran considerarse: Hubo una comisión técnica encabezada por el ex director regional de Chiledeportes, Carlos Aranda, quien junto a arquitectos e incluso representantes de Wanderers, alcanzaron a reunirse un par de veces, para aprobar la factibilidad del levantamiento del nuevo estadio de Valparaíso. Se aprobaron los dineros y unos pocos privilegiados, conocieron planos y diseño del nuevo coloso, cuyas características son prácticamente un calco al presentado hace unas semanas por el propio Piñera en la ciudad-puerto, y que debiera ver la luz en octubre del 2013.
Otro sí: El propio Piñera y su gabinete, anunciaron a los 4 vientos que el financiamiento de la reconstrucción post-terremoto, no revestiría una merma a las finanzas públicas ni tampoco requeriría de alguna moción parlamentaria para aprobarle al ministerio de Hacienda, algún fondo extra para paliar los daños provocados por el sismo. Cabe preguntarse entonces: ¿Se redituaron esos dineros destinados primitivamente para el estadio de Valparaíso y el resto de los recintos? Respuesta que aún nadie ha osado contestar.
MÁS DE LO MISMO
Valparaíso –y menos Viña del Mar- no fueron considerados en la segunda fase de la remodelación de estadios considerada en el plan original del gobierno anterior. No obstante, Arica, Antofagasta, Copiapó, Curicó, Talca y Puerto Montt, quedaron a medio filo, con el 50% de sus obras originales en pie –lo de los estadiosLa Granjay Chinquihue es patético, mientras que Antofagasta es el estadio con más retrasos en sus obras y plazos de entrega-, con el agregado de más de una disputa a través de los medios de comunicación –el alcalde de Puerto Montt, Rabindranath Quinteros con el subsecretario de deportes, el empresario papelero Gabriel Ruiz-Tagle- y dudas sobre las terminaciones de los recintos de Copiapó y Talca.
En medio de esta incertidumbre de saber cuándo podrán ser entregadas de manera definitiva las obras de estos recintos considerados en la red Bicentenario del gobierno de Bachelet, asoma la figura hiperkinética de Sebastián Piñera, para anunciar antes del último discurso presidencial del pasado 21 de mayo, durante la cuenta al país desde el Congreso Nacional y luego, en visitas a terreno, en las mismas ciudades donde se enclavan los antiguos estadios, un nuevo plan de remodelación, “inédito, moderno y que devolverá la dignidad a los deportistas”. Curiosa manera de disfrazar algo que ya se había estudiado en la administración de Bachelet, y que, acaso como una vuelta de mano, Piñera ahora se cobraba una pequeña “vendetta”, dando a conocer la restauración de los estadios con voz propia y fuerte, sin dejar dudas en cuanto a su capacidad de gestión, a su personal preocupación por mejorar los recintos donde se haga deporte, y hacer de Chile un país activo en materia de actividad física.
Por cierto, hay que reconocer que los clubes amateurs y asociaciones de fútbol rural y aficionado, serán los máximos beneficiados con una red de recintos en donde la comunidad podrá –eventualmente- acceder de manera libre y espontánea, a espacios de esparcimiento y juego. Pero todo tiene un costo: harta papelería y trámites con mucha letra chica, para ver si realmente califican para ser beneficiados con esta nueva oleada de mini-estadios. Quienes no lo hagan, deberán seguir empantanados en construcciones hechizas, donde el abandono y el desdén, seguirán reinando en un perímetro que debiera irradiar actividad permanente.
Calama, Valparaíso, Viña y Concepción, han sido escogidos cuidadosamente, para levantar cuatro magníficos escenarios con estándares Fifa –es decir, aforos que permitan la realización de torneos tipo Copa América, pantallas led para los marcadores de goles, salones Vip para restoranes y museos con aire acondicionado y un cuantohay de tecnología al servicio del deporte-, teniendo a Piñera como actor principal elevado a la condición de gestor único de estas mejoras. En rigor, se trata de la combinación de dos elementos: La continuación de la tercera etapa de la red de estadios para el Bicentenario, y el plan concebido de antemano por el actual gobernante, para congraciarse con la gente. En estricto rigor, prioridad para estadios; después, para más adelante concretar los hospitales que faltan, la postergación de las ciudades mineras en el norte y lo pendiente que queda en Constitución y otras ciudades afectadas por la tragedia del27F, y a las cuales la palabra reconstrucción no aplica.
LOS GRANDES BENEFICIADOS
En una primera pasada, no es malo ni nocivo que haya nuevos estadios en el país; al contrario. Chile goza de una economía saludable, inmune –hasta ahora- de los vaivenes financieros de la vieja Europa, y con una encuesta Casen que asegura que hay menos pobres en nuestro país. El costo de estos nuevos recintos, no debiera significar la distracción de recursos para otros fines.
Sin embargo, hay quienes si ganarán con el levantamiento de estos nuevos, modernos y acogedores estadios: Las Sociedades Anónimas que están a cargo de la gran mayoría de los clubes de fútbol. ¿Cuál es el capital que las S.A. administradoras del fútbol, que aportarán a los remodelados recintos? ¿Con cuánto dinero aportará, por ejemplo, la concesionaria “La Joyadel Pacífico” al nuevo estadio Regional de Valparaíso? ¿Con cuántos millones financiarála Sociedad“León de Collao” las nuevas instalaciones del Ester Roa Rebolledo de Concepción? ¿Por qué razón el Estado chileno tendrá, nuevamente, que hacerse cargo de la remodelación de los estadios, que en su mayoría, son ocupados por clubes pertenecientes a empresarios y particulares? No se trata de poner el dedo en la llaga ni pensar en maniobras obscuras a la hora de ver los costo-beneficio de estas obras, ni quienes serán beneficiados directa o indirectamente con esta nueva infraestructura deportiva. Por una cuestión de transparencia y de cara al país, debiera haber mayor claridad en este aspecto. No faltará –y son muchos quienes piensan así- quien repare en la permanente vinculación de Piñera y del actual subsecretario de deportes, Gabriel Ruiz-Tagle, con el mundo empresarial y conjeture que en toda esta red de remodelaciones, “hay gato encerrado”. El imparable entusiasmo del mandatario por recorrer Chile anunciando más y más estadios nuevos, apunta a esa obsesión esbozada en “La Caída”. A nadie le desacomoda un presidente que demuestre gestión y habilidad, muñeca política y capacidad de negociación y entendimiento. El problema es que los nuevos estadios para Chile, a muchos nos hace pensar que no son del todo prioritarios para las necesidades y temas pendientes que aún hay por resolver en nuestro país.