El Senado revisará  el proyecto que timonea el Ministro de Economía

Bastante conforme quedó el Ministro Longueira en vista de que el 18 de julio la Cámara de Diputados aprobó la reforma de la legislación pesquera, a pesar de numerosas indicaciones polémicas.  El mayor respaldo se otorgó a la iniciativa de crear comités científicos y planes de manejo aplicables a las pesquerías en nivel crítico de explotación, ejemplificadas en el jurel y la merluza.

También quedaron conformes los empresarios cuyas cuotas de pesca se pueden prolongar por tiempo indefinido, en vez de caducar el 31 de diciembre 2012, como indicaba una ley anterior. Además, en tanto las licencias serán “divisibles y transables”, el proyecto abre la oportunidad para admitir nuevos actores a la industria pesquera, pagando la porción de cuotas  que ofrezcan los actuales dueños de estas franquicias. Serán negocios con peces de papel, convertibles en dólares de futuras exportaciones.

En cambio, se rechazaron las mociones de los diputados Matías Walker (DC) y Clemira Pacheco (PS) para fijar límites de duración y causales de caducidad a las autorizaciones de pesca. Es  probable que el tema vuelva a ser discutido ahora en el Senado, donde hay otro equilibrio político.

Objeciones artesanales

Las diversas protestas de los pescadores con barricadas, quema de neumáticos y hasta el bloqueo del puerto de Coronel, señalaron una disconformidad general ante la denominada “ley Longueira”. Sin embargo,  el año pasado las principales organizaciones pesqueras aceptaron la propuesta del mismo ministro para traspasar un porcentaje de las cuotas del área industrial hacia los artesanales. Por ejemplo, aumentar de 35 % a 40 % la asignación artesanal de merluza, y subir de 5 % a l0 % la cuota de jurel.

El nuevo fraccionamiento aparece en el proyecto legislativo, pero las bases gremiales han manifestado su rechazo a otras medidas fiscalizadoras que, a su juicio, amenazan la sobrevivencia del sector de las caletas, cuyos antecedentes se remontan a los changos nortinos y los canoeros magallánicos.

Zoila Bustamante, presidenta de Conapach, el gremio más antiguo que acredita 35.000 socios, puntualiza: “Defendemos la reserva de las 5 millas en todo el litoral, sin las perforaciones  que admitió la Cámara de Diputados. Además, hemos solicitado que la autoridad reconozca los caladeros históricos de la pesca artesanal, excluyendo allí la intervención conflictiva de las naves industriales. Es un tema pendiente.”

Eduardo Quiroz y Gabriel Valenzuela, dirigentes de las caletas porteñas, Portales y Membrillo, reiteran la objeción a la pesca de arrastre por el impacto que provoca en el ecosistema marino de la merluza, la especie preferida por el público. “En la actualidad, ante la escasez del recurso, hemos tenido que aprovechar la jibia, con más esfuerzo de captura y poco valor comercial.”

Frente a dichas observaciones, el Ministro de Economía y el Subsecretario de Pesca hacen notar que una restricción del arte de arrastre, aparte de requerir justificación científica, afectaría la estabilidad de 30 mil trabajadores del rubro industrial, incluyendo las naves y las plantas procesadoras de materia prima. Tampoco resulta fácil discriminar la antigüedad y utilización de los diferentes caladeros de merluza y de las especies explotables en profundidad.

Desarrollo sostenible

La otra objeción artesanal apunta a la exigencia de instalar un posicionador satelital y cobrar patente a las lanchas de mayor tamaño, entre 15 y 18 metros de eslora. Se trata de un ordenamiento técnico que postula el gobierno para mejorar el control de operaciones. Sin embargo, también es entendible la resistencia de los afectados para asumir un cambio de normas administrativas en una labor que tradicionalmente se ha caracterizado por la informalidad.  Aventurarse en el mar para conseguir el “pez de cada día” involucra otra clase de riesgos y requisitos humanos, como es el “modo de vida”  que expresan las caletas.

En una visión integradora, el Dr. Eleuterio Yáñez, académico de Ciencias del Mar, UCV, indica que  las metas y las dificultades del proyecto en trámite responden al concepto del desarrollo sostenible que supera la conservación de las especies hidrobiológicas. Por ejemplo, “además de la identidad científica de la merluza, Merluccius gayi,  el conocimiento de su ciclo de vida debe investigar las variables del ambiente marino y determinar los efectos de una explotación adecuada, considerando el beneficio social que aporta una pesquería”

El desafío se multiplica en la diversidad de recursos de interés pesquero. Hasta ahora, según los testimonios de un centenar de expositores que concurrieron a la Cámara de Diputados, los esfuerzos históricos de fiscalización y de investigación en esta materia han sido débiles o insuficientes. Las nuevas exigencias serán analizadas por el Senado en el penúltimo trámite del proyecto que, según el Ministro de Economía, debiera quedar despachado antes del próximo Año Nuevo.

Eduardo Reyes Frías